Memoria del confinamiento: un retrato descarnado de la pandemia

Memoria del Confinamiento 2020 es una compilación de relatos, fotos e ilustraciones realizada por el grupo de artistas regiomontanos «Los Zarigüeyos» (Miguel Pérez Medellín, Romualdo Gallegos, Guillermo Berrones, Eligio Coronado, Marcos Lumbreras, Salvador González «Chava», Rogelio «Foko» Ojeda y Luis Wicho Pérez) que, como su texto de presentación indica, decidió invocar a artífices de la palabra y la imagen, allá en las tierras norestenses y de otras ciudades y países, con el objetivo (nada sencillo ni indoloro) de exorcizar la imparable pandemia.
¿El resultado? Poemas y relatos de 66 plumas, así como fotografías e ilustraciones de 18 artistas locales.
La compilación de 207 páginas editada por Zarigüeyos Bar resulta en un viaje lleno de interrogantes, reflexiones, reclamos y la suma de voces desde la calle que cuestionan un futuro que se volvió más incierto a raíz del virus que, según considera el prólogo de Eligio Coronado, abrió preguntas como ésta: «¿Acaso estamos muertos, pero no lo sabemos?» Va un extracto de la poesía e ilustraciones que forman este compendio de arte pandémico.

DESPERTAR

(Sandra Flores)

…Y despertar
de la pesadilla en vigilia,
del aislamiento insomne,
con su ayuno de presencias
con su veda de abrazos
y la abstinencia cruel de besos.
Despertar sin haber dormido,
despabilar las falsas certezas
y amodorrar, sí, los viejos vicios,
ideas preconcebidas
desaprender que la soledad mata
ya prender que ella es mi fortaleza.
Despertar del error,
pausar a la sonámbula extraviada
en el aturdimiento de la negación,
que engulle mis horas vivas
en la trampa de no pensar ni sentir,
por temor a hundirme en mi abismo.
…Y despertar,
encontrarme a mí misma
y disfrutar los momentos conmigo,
escuchar esa voz interior
asfixiada en la cotidianidad,
y ser lo que aquí y ahora necesito ser.

SONETO EN CUARENTENA
(Varinia Casati)

Parece que me habita el desparpajo
de encontrar extrañeza en lo normal,
la enfermedad no entiende los atajos,
casi nunca hay vacunas contra el mal.

Parece que me aburre el espectáculo
de noticieros y calles vacías;
toco. en un rincón de mi habitáculo,
las manos de los muertos y están frías.

Pero esto no es del todo trágico:
sé sostenerme con lo mágico
de la realidad que me interpela

y tiño mariposas sin decoro,
y hago pescaditos con el oro
que se funden otra vez en la novela.

Llegó la pandemia y  empezamos a usar tapabocas y a taparnos y dejamos de ver sonrisas, y se me ocurrió hacer fotos con tapabocas absurdos y surrealistas como una forma de rebelión ante la medida impuesta.
Empecé a publicar las primeras fotos (20 de abril de 2020 ) y fue entonces cuando comencé a recibir comentarios simpáticos y divertidos, y me di cuenta que podía causar risas y sonrisas ante la difícil situación que estábamos empezando a vivir.
Me animaron mucho los comentarios para seguir publicando y tener un actividad en el encierro. Tomé todo lo que tenía en casa y al alcance, y empecé a divertirme y a reírme  de mí mismo creando diariamente y descubriendo lo absurdo que podía ser taparse con cualquier objeto.
Y así fue que llegué a las 200 publicaciones y ya pensaba en detenerme, pero el tiempo había pasado y decidí llegar a las 365 fotos, un año de testimonio de la pandemia en mi encierro, un reto personal logrado. Me divertí mucho y logré provocar muchas sonrisas.
He aquí una muestra representativa de 12 de los 365 tapabocas que día a día fui publicando en mi página de Facebook (https://www.facebook.com/david.silva.75873) y que hoy comparto gustoso con los lectores y lectoras de Diarios de Covid-19.

Estilo Cineasta T/B CV19
Estilo Lector II
Listo para salir
Estilo Albañil T/B CV19
Estilo Momia T/B CV19
Estilo Pico como de Pájaro
Jabón de baño con jabonera T/B CV 19
Bolsa Para Pan T/B CV19
Estilo Músico T/B CV 19
Estilo Viva México II T/B CV19
Estilo Panadero con Cuernito
Cartón corrugado Frágil T/B CV19

En la intimidad con el Covid-19

Texto y fotos: Víctor Ruiz. Fotoperiodista. Redes: @photo.victor.ruiz/ http://www.victorruiz.smugmug.com

Después de un año de iniciada la pandemia provocada por el virus del SARS-CoV-2 creí que la había librado, que llegaría libre de Covid-19 hasta el día en que me vacunara, pero no fue así: durante todo este tiempo estuve muy expuesto por cuestiones laborales y aunque siempre fui muy cuidadoso, el virus encontró una grieta y se escabulló.

Hoy 29 de mayo es el doceavo día desde que empecé con los síntomas, afortunadamente nada grave, algo de fiebre y febrícula ocasional, malestar estomacal, dolor en los riñones y ardor en la piel durante los primeros días. Estos fueron disminuyendo con medicamentos, pero la ansiedad y el insomnio se fueron incrementando hasta hoy. Aún así, me siento afortunado de que los síntomas no fueran fuertes.

Tengo frío y tengo calor, solo un regaderazo me ayuda a templarme.

Estoy en confinamiento en mi cuarto,  la ansiedad es algo que siempre he tenido pero el salir a tomar fotos me relajaba. Ahora no puedo y bueno, intento calmarla jugando Call of Duty un rato, me pongo a ver vídeos de fotografía, documentales, música, deportes y obviamente Netflix.

El insomnio, el maldito insomnio, de por sí ese ha sido uno de mis males desde hace muchos años, pero la misma actividad diaria me ayudaba a sobrellevarla. Estos días pasados intenté con ejercicios de respiración, con gotas de Clonazepam y nada, seguía dando vueltas en la cama. Si lograba dormir media hora de corrido era mucho; así que opté por unas galletas especiales -o debería decir espaciales. Uuuuff, han sido un paro.

Los cuidados médicos han sido importantes para mi salud, pero las muestras de cariño y empatía por parte de mi familia, amigos e incluso desconocidos ha sido lo más valioso, me levanta el ánimo y  eso es súper importante para una buena recuperación.

A todos ustedes, les dedico un poco de mi intimidad.

Conviviendo con el enemigo

Por Amellali Velázquez Rabadán

Imagen de chenspec en Pixabay

“Admítelo, sin la llegada del Covid no serías la versión de ti que eres ahora.”

Mentiría si dijera que recuerdo con exactitud el último día en que asistí presencialmente a la escuela, solo se que fue en marzo del 2020. La verdad es que no me culpo por no recordarlo, yo al igual que muchos otros estudiantes pensamos que solo serían exactamente dos semanas y que regresaríamos. Quién diría que esas dos semanas se convertirían en un año que me marcó de muchas maneras.

Las dos primeras semanas las tomé como si fueran vacaciones, luego de eso experimenté el primer cambio en mi vida: tomar clases en línea. Aunque cursaba el segundo semestre y estaba a mitad de este, utilizar por primera vez la plataforma de Classroom no me supuso un problema, es fácil de entender, me gusta mucho el diseño y como se trabaja en ella. Esos primeros meses cumplí responsablemente mi cuarentena e inclusive invitaba a mis amigos y conocidos a hacer lo mismo, pero como muchos, la mayoría no creía en esta enfermedad que es el Covid-19. ¿Los culpé? No, yo tampoco creería en algo que no he visto u experimentado, pero el hecho de que no lo haya experimentado tampoco asegura que no exista y entre si es o no es, mejor tomar precaución, ¿o no?

Durante las vacaciones de julio-agosto a nivel familiar viví una disputa que terminó separado aún más a mi familia, lo que provocó un cambio en mi salud mental, sumado al estrés y la ansiedad que ya sufría. Me separé incluso más de amigos con los que llevaba años conociéndonos, aislándome mucho más. ¿El colmo? Pasar mi cumpleaños número 19 en cama. Es trágico, ¿no?

Al iniciar mi tercer semestre fue otro reto nuevo, pues empezamos con las videollamadas para las clases. Al principio me parecía incluso mejor que las clases presenciales, pero con el paso del tiempo me arrepentí de haberlo creído. Al estar prácticamente encerrada en casa, únicamente entraba a clases, hacía tareas, deberes y miraba alguna serie o película. Mis días se volvieron monótonos, pero me acostumbré rápidamente.

Afortunadamente en mi familia solo hubo un caso de Covid y mi prima ya está totalmente recuperada, mis familiares mayores vacunados y otros a la espera. En cuestión académica curso el cuarto semestre de bachillerato al momento y me siento exhausta mentalmente, no creo exagerar al decir que tras un año conviviendo con el enemigo él está ganando. Cada día creo que me siento peor mentalmente y físicamente las clases en línea me funcionan y a la vez no.

Hablo por mí al decir que mi preocupación más grande es entregar y no aprender, ya que no creo que mis verdaderos conocimientos sean los evaluados si no qué tanto entrego bien o mal. Me asusta pasar toda mi preparatoria desde casa y que a pesar de haberse cumplido un año el vivir en esta situación se extienda más.

Pero venga que no solo me han sucedido cosas “malas”. También he descubierto un nuevo lado de mí, mi manera de pensar y posiciones han cambiado en comparación del año pasado, he descubierto nuevos intereses y madurado un porcentaje. Al menos para mí, la llegada del coronavirus es un obstáculo que a pesar de ponerme muchas trabas en el camino he ido ganando y lo superaré para poder ser una mejor versión de mí.

La vida durante una pandemia

Por Eduardo Concepción Jerónimo

Imagen de chenspec en Pixabay

Durante gran parte del 2020, la enfermedad del Covid- 19 afectó al mundo entero. Cuando el virus llegó a México, los ciudadanos nos vimos obligados a entrar en cuarentena. Esto provocó el cierre de las escuelas, por lo que la estrategia implementada por el gobierno fue empezar con las clases en línea. Esto ha afectado a maestros y a alumnos por igual debido a limitaciones que sufren algunos alumnos.

Junto con la llegada del virus se llevó a cabo la estrategia de una cuarentena obligatoria a todo el país, lo cual nos llevó a los estudiantes a adaptarnos a una nueva  normalidad y a tomar clases en línea. Al principio la idea de tomar las clases a distancia y por medio de un dispositivo electrónico fue algo que no nos sonaba  tan bien. Esto debido a las limitantes de algunos alumnos, y también porque nosotros como alumnos sabíamos que el aprendizaje no sería igual ya que se complicaría debido a que no se contaban con las herramientas de aprendizaje necesarias.

Al principio todo fue tal y como lo esperábamos, los maestros solo dejaban tarea y no teníamos un aprendizaje previo para realizar los trabajos asignados. A medida que pasaba el tiempo en nuestra escuela nos implementaron las  clases vía meet.

En un principio a mí se me hacía una estrategia un poco débil para adquirir los  conocimientos, y también era más difícil ya que no había una presión que nos  hiciera trabajar. Esto hizo que muchos alumnos bajaran sus calificaciones y que  desertaran, aunque no solo fue eso, sino que también fueron las condiciones en las que vive cada quien y las limitantes que tiene.

Mi falta de motivación y el estrés provocado por toda esta situación hizo que perdiera mis ganas de estudiar y de  hacer mis tareas, aunque muchos maestros y mis familiares me ayudaron a  salir adelante y a creer en mí mismo para poder superar esto, y eso me ayudó  mucho a mejorar mis calificaciones.

En conclusión, nuestro estilo de vida cambió drásticamente, esto nos afectó en  aspectos psicológicos. Esta situación nos ha demostrado que nos podemos  esforzar para mejorar, a pesar de las limitantes que tengamos. También hemos  cuidado de nosotros como amigos. Hemos desarrollado muchas habilidades en  diferentes campos profesionales, siendo así un reemplazo de las “Prácticas de  ejecución de competencias”.

La más larga espera

No quería darle molestias a mi familia”

Texto y foto Itzel Castro Arellano

Estaba muy tranquila en casa con mi familia hablando de cómo esta pandemia nos había cambiado totalmente la vida, analizando el impacto que había tenido en la sociedad y pensando nos dimos cuenta que nadie de nuestra familia ha muerto pese a esto. ¿Cierto? Nos sentimos muy afortunados por un momento, sin saber qué es lo que nos esperaba.

Asimismo nos pusimos un poco en el lugar de las otras personas, cómo es que día con día  pierden a sus familiares y cómo sobrellevan  el duelo tan terrible de que en estos momentos no pueden darle el entierro que realmente merece la persona o como ellos quisieran; la espera tan larga afuera de un hospital poniendo todo en manos de dios, sin saber si en algún momento alguien saldrá a darnos una mala noticia o ver a nuestro familiar cruzando esa puerta en un mejor estado.


«Él se miraba tan sano y era algo que no podíamos creer.»

Una noche después de hablar de eso, despertamos con una mala noticia que nos dejó muy impactados.

Como normalmente despertamos y vemos el celular, esta vez fue distinto… había un mensaje en la bandeja de mi teléfono donde me hacían saber de la muerte de un familiar que había tenido complicaciones en el hospital y no había podido sobrevivir. Fue un momento en el que no supe qué hacer, no terminaba de creer lo que estaba leyendo. Corrí a la habitacion de mi mamá y al entrar la vi llena de lágrimas y supe que ella también había recibido la noticia. Fue algo que nos costó mucho asimilar, ni siquiera sabíamos que ese familiar nuestro estaba enfermo, que estaba en el hospital. Fue un momento de dolor e impotencia porque si lo hubiéramos sabido habríamos hecho algo por ellos. Cuando hablamos les comentamos por qué no nos habían dicho nada desde el momento en que él comenzó enfermarse, a lo que nos respondieron que no querían darnos molestias.

Lastimosamente no pudimos acompañarlos en su dolor de manera presencial, ya que él había muerto de Covid y su familia también estaba contagiada.

Fue un muerte que nos marcó mucho, es de esas veces en que te quedas con la imagen de la última vez que lo viste y realmente él se miraba tan sano y era algo que no podíamos creer que ya había sucedido. Por una parte nos alegró quedarnos con esa imagen, así siempre podremos recordarlo con su hermosa sonrisa y su gran carisma ante cualquier situación.

El cambio

 Nuestra vida antes y ahora

Foto: Carlos Mejía

Todo comenzó en marzo de 2020, en los meses anteriores solo teníamos pensado ver todo acerca de nuestros estudios. Pero algo cambió,  todo se tornó triste aunque solo era el comienzo…

Solía escuchar en los noticieros a personas que decían que algo estaba sucediendo en el mundo y que comenzó en la ciudad china de Wuhan. Todo se empezó a poner mal en ese país, pero pensé que eso se daría solo en Wuhan, lo cual no fue así. El virus se fue esparciendo por distintas partes del mundo y fue nombrado por la OMS como Covid-19.

Poco después, pasaron los meses hasta que se declaró el primer contagio por Covid-19 en México. Esto hizo que se fuera pausando poco a poco  la economía del país, los negocios y las escuelas cerradas…

Yo estaba  feliz ya que pensé que solo duraría 40 días por cómo está compuesta la palabra cuarentena. Pasada esa fecha pensé todo volvería a la normalidad; todos pensamos eso, que solo duraría algunos meses. Pero actualmente seguimos en esto…

Desde marzo hasta la fecha extraño esos momentos que pasaba con mis amigos, solo quedan los recuerdos de esos tiempos, las pláticas, estar junto a ellos. Entonces éramos felices y no lo sabíamos,  no me imaginaba que algo así sucedería.

Ya solo queda aguantar un poco más, tener ánimo…

Un logro siempre soñado

La niña que quería ser boxeadora

Por Hana Itzél Torres Pérez

Mi sueño comenzó cuando tenía 12 años. Mi papá entrenaba a mis hermanos en un pequeño gimnasio que él empezó a construir. Un día mi papá me preguntó si quería boxear. Le dije que no, pero él insistió que fuera a un entrenamiento. ¡Qué bueno que me ánime! Desde ese día me apasioné del boxeo y desde entonces persigo ese sueño. Al principio me avergonzaba practicar, porque mi papá solo entrenaba a varones. Yo era la única mujer, pero avancé muy rápido y comencé a tener confianza en mis habilidades en el boxeo. Aunque no todo fue color de rosa, porque había chavos que dudaban de mi habilidad y se burlaban de mí por ser mujer. A veces me desanimaba porque creía que ellos tenían razón. Pero un día me di cuenta que yo llegaría hasta donde quisiera llegar si confiaba en mí. Y recordaba siempre el dicho de mi papá, “las apariencias engañan”, y lo comprobé.

Tengo cinco  años practicando ese deporte, he tenido sparring con chavos y les he demostrado que las mujeres también tenemos fuerza y técnica. E incluso he ganado cinco peleas amateur por knock-out. Mis padres están muy orgullosos de mí porque he logrado ese sueño y voy por más día a día.

Esta cuarentena me ha servido mucho para reflexionar sobre todo lo que podemos ser y hacer si nos lo proponemos. Ahora tengo una meta más en la vida en la cual me voy a enfocar, y es que quiero ser rapera…

Solo les diré algo que me gustaría que tengan en claro: luchen por sus sueños y no dejen que nada ni nadie les diga que no pueden, porque créanme: sí pueden.

¿Cómo ha cambiado mi vida el covid?

Por Gerardo Hernández Delgado

Foto: Especial DDC/Luis Barrón

Mi vida empezó a cambiar desde que el covid llegó a México: se cerró todo, dejé de ir a la escuela, a mis entrenamientos de fútbol; dejé de ver a familiares y amigos por un tiempo. Cuando nos mandaron a cuarentena empecé como que a estresarme ya que estaba probando algo nuevo con eso de las tareas y clases en línea.

Como yo soy de las personas que me gusta salir y cosas así, me empezaba a aburrir de estar encerrado y solo hacer tareas o de siempre ver lo mismo como películas y series, ya que a veces no había otra cosa que hacer más que tarea o jugar videojuegos por poco tiempo. Al paso de las semanas y meses, me iba acostumbrando a este nuevo método de vivir, ya que seguíamos en semáforo rojo debido al incremento de los contagios en todo el país y eso provocaba que esto se alargara más y más.

Como por principios de enero, que fue que salí de compras con mi familia y estuvimos en muchos lados, como a los cuatro días mis padres y yo nos empezamos a sentir mal y teníamos síntomas de covid. Nos fuimos a hacer las pruebas y solo mi mamá y yo dimos positivo, mi papá solo tenía principios de covid, pero se le quitó como a los tres días. Pero a mi mamá y a mí si nos dio muy fuerte, casi estuvimos como un mes en cama y sintiéndonos mal, pero afortunadamente no pasó a mayores y salimos de esa.

Como conclusión a todo esto y a la forma nueva de adaptarme al covid, puedo decir que ha sido medio complicada en algunos sentidos, ya que igual cuando me curé del covid todo medio que se volvió a normalizar y, pues, pude volver a mis entrenamientos y a visitar a mis familiares.

La pasé mal algunos meses, tal vez no sintiéndome tan triste pero sí un poco mal, aburrido, ya que hacer la misma rutina durante meses, no salir tanto y solo salir por lo necesario, pues…  Pero espero que el covid siga bajando para volver a mi vida normal.

     ¿Cómo ha sido mi vida con la pandemia?

Por Bryan Alejandro Gómez Manuel

Foto: Carlos Santiago

Todo comenzó un 11 de marzo de 2020 cuando se dio por declarada una nueva enfermedad llamada Covid-19. En ese momento yo estaba preocupado por mí y por mi familia, porque supuestamente era muy contagiosa y letal. Desde ahí el mundo y yo empezamos a usar el  cubre bocas y a ponernos gel antibacterial casi todo el tiempo. Después se vinieron las clases en línea donde entregaba actividades por medio de internet. Se me complicó al principio, pero poco a poco fui acostumbrándome a las clases en línea y a usar el cubre bocas constantemente.

A mi papá lo corrieron de su trabajo y mi mamá poco a poco fue enfermándose hasta que finalmente llegó al hospital por un coma diabético. Después de un mes mi mamá salió del coma sana y contenta porque se había librado de una muerte segura. A los pocos días, mi papá se fue a ver un trabajo donde lo llamaron para que finalmente le dijeran que estaba dentro del mismo.

Yo empecé a salir con mis amigos otra vez y obviamente usábamos el cubre bocas para no propagar el virus más de lo que ya estaba. En diciembre se propagó mucho más porque la gente salía constantemente con sus familiares.

En los últimos meses, los científicos han descubierto una vacuna para contraatacar la enfermedad y se ha dicho que ya están empezando a poner vacunas para normalizar otra vez la situación a lo que era antes.  

Y yo gracias a dios me mantengo activo con las clases en línea.