#27

Historias de una pandemia

Crónicas, relatos, poemas e información
sobre el virus que está cambiando al mundo




Margarito Cuéllar, Premio Hispanoamericano de Poesía

«La poesía es como un caballo y yo nunca lo suelto»

Con su poemario Nadie, salvo el mundo el poeta y editor mexicano resultó ganador del XL Premio Hispanoamericano de Poesía “Juan Ramón Jiménez” de Huelva, España. Participaron casi mil obras, pero la suya se impuso por unanimidad del jurado cuando, dice Cuéllar -apodado por sus amigos El Mago-, no deja de ser una paradoja que con todo lo que está pasando en el mundo de pronto «la poesía aparece como las luciérnagas cuando estás en el campo».

FOTO: EL POETA EN FACEBOOK

Por Adriana Esthela Flores*

Saber de un nuevo premio para Margarito Cuéllar -El Mago, como se le conoce entre la banda literaria- no es realmente una sorpresa. El hijo pródigo de la Ciudad del Maíz, San Luis Potosí (cuyo ayuntamiento, por cierto, busca hacerle un reconocimiento), es prácticamente un coleccionista de reconocimientos oficiales más los clandestinos (dícese de aquellos que le profesamos la admiración y el cariño en mensajes de WatsApp  o llamadas telefónica o cenas alegres o encuentros fortuitos en alguna feria del libro).

Pues bien, El Mago -coordinador de Literatura de la Secretaría de Extensión y Cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y director de la revista Armas y Letras– ganó ahora el XL Premio Hispanoamericano de Poesía “Juan Ramón Jiménez”, de Huelva, España, con su poemario Nadie, salvo el mundo.

El jurado lo integraron la poeta Juana Castro y los poetas Manuel Rico y Dante Medina, quienes decidieron, por unanimidad, premiar el poemario entre las 960 obras enviadas a la convocatoria; un premio que se sumó al Nacional de Poesía UAZ 1984, Pedro Garfias 1993, Premio Nacional de Poesía Ramón Iván Suárez Caamal, 1993; Premio Nacional de Cuento, 1997; Premio de Poesía convocado por Radio Francia Internacional y HJCK de Bogotá y el Premio a las Artes de la UANL.

Es la pregunta de rutina, pero hay que hacerla. ¿Qué significa para ti que tu obra haya sido premiada de las 960 que se enviaron a este concurso?
Me aterroriza, me llena de pánico, uno participa para ganar pero como pocas veces se logra llegar a esas cumbres, pues realmente me siento un poco apabullado, sorprendido pero sobretodo, contento y saliendo un poco de ese marasmo de la sorpresa para tratar de asimilar qué es lo que está pasando y una forma de hacerlo es seguir corrigiendo mis libros, mis poemas, seguir puliendo esa piedra que uno va formando a lo largo del tiempo. Eso es lo que se siente y eso es lo que pasa en este momento, como un rayo que te fulmina, pero que no te tumba sino que te da más fuerza para estar en lo tuyo

¿Pensabas que sí ibas a ganar o enviaste la obra sin mayor pretensión?
Para empezar se me venció el plazo en marzo, lo había intentado otras veces y dije ¨No, ya se me pasó, qué pena». Luego se vino la pandemia y prolongó esos programas y alargaron la convocatoria y tuve la posibilidad. Un día me metí y dije, a lo mejor pasó algo con esta convocatoria. Y sí, le habían abierto de nuevo y por ahí por junio mandé mi trabajo, creo que fue el número 722. O sea, cuando yo lo mandé ya había 772 trabajos. Y ya cuando pasa eso no sabes cuándo van a dar los resultados, por que todo está sujeto a las modalidades de cada país. Yo sabía que en septiembre, octubre, noviembre habría algunos resultados de trabajos que tenía por ahí participando. Uno siempre trata de mandar sus gallos de pelea pero no siempre ganan, así es que se te olvida y sigues en lo tuyo y una madrugada por ahí te despierta una llamada de teléfono y te cambia la vida.

¿Te la creíste cuando llegó la llamada?
No, porque llamaron y en lo que despertaba no alcancé a contestar. Luego llamaron al fijo y en lo que, todos sonámbulos nos paramos, no alcanzamos a contestar y nos quedamos desde las cuatro de la mañana hasta las siete con los ojos pelones, tratando de dormirnos un rato otra vez y ya para las siete vimos de qué se trataba, pues había un prefijo español ahí y no es tan frecuente que te llamen al fijo. Dijo Susy [su esposa] “seguro ganaste un premio en España porque ese número es de España”. Le dije “¡No, no digas nada!”. Luego fui y chequé el correo y estaba uno de los correos que me ha hecho más feliz en la vida, donde decía que a las cuatro de la mañana me habían hablado para decirme que mi libro había resultado ganador, que el jurado era de tales personas, que era por unanimidad y le contesté ahí, un poco se me quiso salir la parte emotiva que todos llevamos dentro, la parte de las lágrimas ahí como que empieza a nublarte la vista. Sussy se había quedado dormida otra vez y ya le dije y fue un momento celebratorio muy bonito y todo ese día fue de locura.

¿En qué momento llegó este premio a tu vida, sobretodo después de que sobreviviste a un cáncer?
Sí, había estado en 2011 en la supervivencia por la vida. De ahí salieron dos libros que todavía andan por ahí, que sigo corriendo y vivimos para contarlo. Luego esta respuesta de la vida misma no te la esperas. Me decía la poeta “Es un regalo de la vida, Margarito, es un regalo de la vida”. Luego estuvimos todos los días con montón de cosas, revisando si era posible viajar o no, lo de la ceremonia, lo del libro -que está en carrea ya veloz y sale en diez días, en impreso y digital- y justo en esta situación que atraviesa el mundo, es una paradoja todo lo que está pasando en el mundo y que la poesía de pronto aparezca ahí como las luciérnagas cuando estás en el campo, que brilla de una manera muy intensa y tan rápido, que apenas la alcanzas a distinguir.

¿Así es la poesía en este momento?
Así es la vida y así se sienten en este momento las cosas que brillan porque no sabes en qué momento y dónde pueden dejar de hacerlo.

¿Qué significa la pandemia para un poeta?
Estoy medio encerrado desde el 17 de marzo de este año, tan pronto se terminó la feria del libro de la universidad me mandaron a la casa. Primero, crees que una semana se va a resolver todo y vas a regresar a tu sitio de trabajo, escritorio, tu oficina, el camino de siempre y luego te das cuenta de que no es así, que la situación es más grave de lo que se pensaba y entonces el encierro forzoso te parece un tanto difícil, porque no es lo mismo un encierro voluntario que un encierro forzoso y entonces empiezas a encontrar respuestas y ni siquiera la poesía tiene respuesta para esto. ¿Y qué haces? Pues escribes para seguir preguntando qué pasa, para encontrar una complicidad en el otro, en ese lector invisible que probablemente exista.

Se ha dado una etapa de reflexión en todo el mundo sobre esto que mencionas, un enemigo silencioso de toda la humanidad que despertó debates en torno de muchas cosas de este mundo como lo conocíamos hasta ahora. ¿Has planteado a nivel poético todo lo que estamos viviendo por el Covid?
De hecho estoy trabajando un libro sobre la pandemia, de lo que es el encierro forzoso que no tiene que ver con tu voluntad y que a la vez enfrenta nuevo reto. Yo, en lo particular, he fortalecido mis ánimos de jardinero, combino de pronto los oficios de aprendiz de jardinero con el de aprendiz de poeta, aprendiz de cocinero, aprendiz de ser pensante de lo que pasa en el mundo y de alguien que busca respuestas en la poesía, en la filosofía, en el humanismo y no las hay porque no sabes qué va a pasar el otro día. Están los semáforos, la situación en otras partes del mundo, los rebrotes, situaciones que ya estaban aparentemente en calma vuelven a inquietarse de nuevo y eso me mantiene en constante desasosiego pero sin bajar la guardia, porque eso es lo importante. El que compone la letra hace música, pinta. El ser humano simplemente no baja la guardia, el que se la rifa todos los días para tomar un camión lleno de gente y se arriesga mucho más de los que estamos encerrados o semi encerrados. Es fácil decir no bajar la guardia, pero cada cabeza es un mundo y estamos en la búsqueda de respuestas.

¿La poesía es pregunta o respuesta?
Sigue siendo las dos cosas, porque es una serie de preguntas que no se contestan nunca y a la vez hay respuestas que se prolongan, que se cortan, que se quedan inconclusas, que de pronto caen en un pozo, que de pronto caen en un profundo silencio, que de pronto encuentran eco. Entonces, es las dos cosas multiplicado de alguna forma.

¿La pregunta poética central en este momento de pandemia cuál sería?
En qué frágil tierra estamos, de qué arquitectura del aire se componen nuestros huesos, en qué geometría del agua nadamos. Hay varias y todas imprecisas y todas con muchas respuestas o con ninguna.

El jurado dijo que tu poemario es una obra universal con diversas lecturas, a diferentes niveles y que integra las dos orillas de la lengua castellana, España y la América hispanoparlante. ¿De qué se trata y en qué o quién te inspiraste para el libro?
Es el tema de la madre, las raíces, de tus orígenes potosinos, de la ciudad misma en la que nos adopta, de los abuelos, los padres, el campo, la migración, las fronteras, las violencias del país, la matria como madre y como patria en femenino está en ese libro. Es como si fuera un solo poema dividido en cuatro partes, en cuatro territorios y básicamente es el tema. Están también los hijos, el contexto que te rodea. Están los fantasmas, la memoria, el regreso a la infancia avivado por la memoria de la madre acumulando el tiempo pero todavía de pie, lúcida y lo difícil que es la memoria, el pensar que ese deterioro de la madre es también tu propio deterioro en el tiempo.

¿Cómo es para ti hablar de raíces potosinas viviendo en Monterrey, una sociedad con tantos tintes discriminatorios y neoliberales?
Es una raíz que está siempre, es una raíz que no he negado nunca. Hay la intención de la alcaldesa de mi ciudad de hacer un reconocimiento a Ciudad del Maíz, municipio donde yo nací. Es decir, esto implica el regreso sin que uno se lo proponga y esa raíz y ese regreso, desde la ciudad en la que estás, es una ciudad rodeada de montañas, semiárida, con un ego tremendo, con un aire regio, de falsa opulencia pero de muchas oportunidades finalmente, porque con esas oportunidades yo me formé, mi familia tuvo oportunidad de trabajar, de formarse, de hacerse de un espacio. Pero todo eso me llevó las visitas a la casa de mi madre, que tiene 86 años y nos toca hacernos cargo de ella y en los días que me tocaba, que son los domingos, básicamente dialogar con tu propia memoria a través de esa conversación con ella. Ella no está haciendo poesía, ella está gastándose los días de su vida y compartiendo momentos que de pronto desconocíamos y todavía encima fuimos por un tío de 96 que se quedó a la deriva con el coronavirus…Y en esa conversación -tienen una memoria fabulosa los dos- pues aparecen los fantasmas y desaparecen como en el libro de Juan Rulfo y mi libro le debe mucho a los cuentos de Rulfo porque esa idea de la muerte que tiene Rulfo, de alguna forma la trato de asimilar para la poesía y creo que eso fue lo que encontraron los jurados.

Que pasa mucho como en la vida, hay fantasmas de la vida que se traslapan a la literatura
Sí, de pronto voy con mi tío y tiene esos claroscuros y de pronto hablan de situaciones que pasaron hace treinta años como si hubieran pasado la semana pasada. Y mi madre haciéndome señas de que eso no es cierto. Suena paradójico y no es que me burle de ellos pero uno piensa: qué vueltas tiene la memoria, cómo te puedes acordar de algo que pasó hace treinta años como si fuera ayer y lo pudieras contar de una manera tan nítida.
Y fui integrando esa atmósfera al libro y eso fue lo que me iluminó porque es un libro duro, son temas de los que no quieres hablar. La muerte de mi padre está ahí también, de paso hay una ola violenta aquí en este Monterrey, donde viniste en busca de una oportunidad pero que también te quita. La ciudad te da y te quita, entonces para mí la poesía es como los personajes de esa película filmada aquí en Monterrey (Ya no estoy aquí, ganadora del premio Ariel) de que está ahí y nadie la quiere ver pero existe. Y también la poesía habla de esos temas que nadie quisiera tocar porque duelen, porque son una herida, pero la herida también requiere un poco de luz para hacerla visible y para hacer de ella una experiencia de vida.

Tienes muchos años haciendo poesía. ¿Cómo es trabajar la poesía todo el tiempo, es un lazo indivisible?
Se convierte en un lastre y los poetas nos convertimos en seres penosamente aburridos porque cuando vamos de vacaciones a una playa llevamos a los poetas que no podemos soltar,  los poetas y filósofos de cabecera, llevamos nuestros originales en copias para estarlos corrigiendo mientras los demás están divirtiéndose en el agua. La poesía es como un caballo y yo nunca lo suelto, nunca le suelto las riendas, siempre lo tengo por ahí, le quito la silla, lo monto a puro pelo, le doy de comer y el caballo me jala y me tumba, a veces me arrastra, y luego se para y espera pacientemente  que lo monte y me lleva a recorrer el desierto y las praderas y los mares y creo que ese caballo que es la poesía tiene magia y esa magia me contagia y hace que de alguna forma aunque estés en el trabajo, estás apuntando algo, parando las orejas, agudizando la mirada si vas viajando haciendo un apunte, anotando, inventando, creando, imaginando. Yo creo que eso se convierte en una sana obsesión o una insana obsesión.

Como un virus permanente
Sí, un virus que hace daño de otra manera, a su manera. Pero como pasa con todas las analogías y herramientas que existen para construir la realidad, también el que lleva el dominio es el poeta.

* Reportera y cronista. Directora de Diarios de Covid-19. Tw: @adrianaesthela

** Margarito Cuéllar. Tw: @magocuellar FB: elmagocuellar

Premian la poesía feminista de Gioconda Belli en

El pez rojo que nada en el pecho

La poeta, novelista y activista nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948) ganó este 7 de octubre la 30ª edición del premio de poesía “Jaime Gil de Biedma” que convoca la Diputación de Segovia, en España, por su obra El pez rojo que nada en el pecho. El coordinador del premio, Gonzalo Santoja dijo con sob,rada razón que Belli es considerada en América Latina “un mito y una leyenda” y señaló que la obra es “profundamente feminista” con unos poemas que es difícil de leer sin acabar “con los ojos empañados en lágrimas”.

Desde 1972, con su primer libro Sobre la grama, Gioconda Belli abordó sin tapujos el cuerpo y la sexualidad femenina, un sello indeleble de su poesía. En 1988, con su primera novela La mujer habitada, logró el reconocimiento internacional con más de un millón de libros vendidos en Alemania, donde obtuvo el Premio de los Bibliotecarios, Editores y Libreros a la Novela Política del Año (1989).

Con más de veinte libros de poesía, narrativa e infantiles, su última novela Las fiebres de la memoria fue finalista del Premio de Novela Mario Vargas Llosa 2018.

Diarios de Covid-19 se une al reconocimiento a quien es también colaboradora de estas páginas. ¡Enhorabuena!   


Melissa y la pandemia*

Vestida con el traje protector azul
en la cara la visera transparente
la mascarilla en la boca y la nariz
mi hija Melissa
doctora, especialista en medicina familiar
en medicina natural e integrativa
muchacha que desde niña lloraba por los mendigos
y en el primer año de medicina
por los perros que operaba
y los conejillos de indias,
me manda la foto donde parece una astronauta
lista para abrir la puerta y salir al espacio.
“Aquí voy” escribe en el pie de foto
y allá va, mi niña, al frío planeta de la pandemia
en misión de rescate.

De un día al otro, sigiloso y mortal
el virus se hizo carne y habitó entre nosotros.
De cuerpo a cuerpo extendió sus puentes:
puntas de los dedos, saliva, el beso, la mano, la cercanía
fueron el inicio de su desaforado, inconsciente viaje
transmutándose, transportándose
trastornando la existencia
amenazándola.

Mi hija Melissa tiene dulce voz de soprano.
La quieren los pacientes.
Ella los quiere. Hará sus rondas enfundada en ese traje
oculto su rostro, sus manos.
El paciente desconsolado respirando con dificultad
y ella tranquilizándolo, afirmando la vida.

De un día al otro el mundo se ha inundado de enfermos
fiebres, tos y la ingrata asfixia
cuando no llega el oxígeno.
Se detienen las ciudades sitiadas
por el enemigo microscópico.
Los aviones en sus hangares.
El cielo despejado, los aeropuertos vacíos.
El silencio en las calles.
El retorno de los jabalíes y venados.
En la noche salen de los balcones
cantos y aplausos.
Salen de los hospitales médicos y enfermeras
agotados.
Los presidentes callan y hablan los científicos.
El mundo cibernético
es un mundo de espejos parlanchines.
Allá mi hijo en Londres.
Allá mis otras hijas en Los Ángeles.
Los nietos encerrados en las casas
recibiendo clases a distancia.
Separados todos.
Prohibido salir de las casas.
Sálvese quien pueda en este cataclismo inesperado.
Cataclismo del cuerpo y del capitalismo.
Cerrá la puerta, que nadie pase
al sancto sanctorum de tu casa.
Tus manos limpias
frotadas con jabón una y otra vez.
El día largo,
las horas haciendo remolinos en la moqueta del piso.
Envidias al gato que no se aburre
de mirar por la ventana.

Pero los escritores leen libros en sus móviles.
Los museos abren sus galerías virtuales.
La ópera se transmite gratis.
Los músicos hacen conciertos sin auditorio.
Jóvenes llevan comida a los viejos.
Vivimos pendientes de Italia, de España,
de los que viven y mueren.

Mi hija Melissa
doctora, especialista en medicina familiar
en medicina natural e integrativa
se viste como astronauta.
Deja sus niños en casa.
Deja su miedo guardado.
Y va a plantar la batalla
porque mientras quede uno
dispuesto a salvar a otro
no se rendirá la vida
la ciudad
la humanidad
y bajo un cielo lavado
habrá que recomenzar.

Amor de frutas

Déjame que esparza
manzanas en tu sexo
néctares de mango
carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
Te abrazo y corren las mandarinas;
te beso y todas las uvas sueltan
el vino oculto de su corazón
sobre mi boca.
Mi lengua siente en tus brazos
el zumo dulce de las naranjas
y en tus piernas el promegranate
esconde sus semillas incitantes.
Déjame que coseche los frutos de agua
que sudan en tus poros:
Mi hombre de limones y duraznos,
dame a beber fuentes de melocotones y bananos
racimos de cerezas.
Tu cuerpo es el paraíso perdido
del que nunca jamás ningún Dios
podrá expulsarme.

Como gata boca arriba

Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría).
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

El Nobel viaja a Long Island

Máximo galardón de Literatura para Louise Glück

La poeta y escritora estadunidense (Nueva York, 1943), autora entre muchos libros notables del poemario El iris salvaje se alzó esta semana con el Premio Nobel de Literatura en reconocimiento a su vasta y laureada obra, siendo la decimosexta mujer en recibir dicho galardón. El jurado reconoció «su característica voz poética, que con su austera belleza hace universal la existencia individual».

Según The Poetry Foundation la escritora está considerada como una de las más talentosas poetas contemporáneas. Es conocida por la precisión técnica en su poesía, su sensibilidad y una mirada íntima sobre la soledad, las relaciones familias, el divorcio y la muerte. El poeta Robert Hass la llamó una de las poetas líricas más puras y logradas hoy en día.
Es autora de 12 libros y ganadora de múltiples reconocimientos, además de miembro de la Academia Estadunidense de las Artes y las Letras. Compartimos aquí tres de sus poemas.


El vestido

Se me secó el alma.
Como un alma arrojada al fuego,
pero no del todo,
no hasta la aniquilación. Sedienta,
siguió adelante. Crispada,
no por la soledad sino por la desconfianza,
el resultado de la violencia.
El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo,
a quedar expuesto un momento,
temblando, como antes
de tu entrega a lo divino;
el espíritu fue seducido, debido a su soledad,
por la promesa de la gracia.
¿Cómo vas a volver a confiar
en el amor de otro ser?
Mi alma se marchitó y se encogió.
El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado
grande
para ella.
Y cuando recuperé la esperanza,
era una esperanza completamente distinta.

(Del libro Vita nova, 1999. Traducción de Mariano Peyrou, Pre-Textos, 2014).


El iris salvaje

Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.
Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.
Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.
Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.
Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.
Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:
del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.

(Del libro El iris salvaje).


Lago en el cráter

Entre el bien y el mal hubo una guerra.
Decidimos que el cuerpo fuese el bien.
Eso hizo que el mal fuese la muerte,
que el alma se volviera
completamente en contra de la muerte.
Como un soldado que desea
servir a un gran señor, el alma
desea cerrar filas con el cuerpo.
Se puso en contra de la oscuridad,
en contra de las formas de la muerte
que reconocía.
De dónde viene la voz
que dice: y si la guerra
fuese el mal, que dice
y si fue el cuerpo el que nos hizo esto,
nos hizo tener miedo del amor.

(Del libro Averno, 2006. Traducción de Abraham Gragera López y Ruth Miguel Franco, Pre-Textos, 2011).


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Desde Caracas, con amor

Por: La Redacción

La pandemia no ha frenado los encuentros literarios en todo el mundo y esta vez, desde Caracas, nos llega la convocatoria para el Primer Encuentro Internacional de Escritoras Caracas-2020.

La capital venezolana será la sede del encuentro en el que poetas, narradoras, dramaturgas, periodistas, cronistas, ensayistas e investigadoras, estarán compartiendo de manera virtual un espacio de reunión, debate y exposición de experiencias en torno a la palabra escrita por mujeres.

Del 14 al 17 de octubre más de 50 escritoras estarán presentes mediante diversas plataformas digitales, compartiendo su voz como orfebres de la palabra escrita, tanto en el campo de las artes literarias como en la investigación y el activismo social.

El encuentro es organizado por la Fundación para la Cultura y las Artes de la Alcaldía de Caracas (Fundarte) con el objetivo de visibilizar la fuerza creadora de las mujeres que escriben, solapada por siglos de patriarcado, cuyo canon fijado en la figura del hombre ha sido transgredido para dar cuenta de una diversidad de voces de mujeres que construyen una voz propia.

Habrá foros, talleres, recitales de poesía, conferencias, monólogos y presentaciones de libros que ofrecerán la posibilidad de indagar en la percepción y re-conocimiento de la escritura poética, filosófica y política hecha por mujeres. Estarán presentes escritoras de México, Costa Rica, Argentina, Chile, Italia, España, Guatemala, Cuba, Venezuela, España, Perú, Puerto Rico y Uruguay, tejiendo espacios de encuentro y activación de la palabra dicha y escrita por las mujeres en el mundo. Participarán mujeres poetas que cultivan lenguas originarias de Nuestra América quienes nos traerán el canto mágico de los pueblos Kariña, Maya K’iche, Maya Chol, Kichwa y Mapuche.

Haremos un sentido homenaje a grandes escritoras que han desbrozado la ruta de nuevas generaciones de mujeres escritoras de América Latina: Lydda Franco Farías (Venezuela), Julia de Burgos (Puerto Rico), María Emilia Cornejo (Perú), Dulce María Loynaz (Cuba), Rosario Castellanos (México), Olga Orozco (Argentina), Gabriela Mistral (Chile) serán leídas por poetas contemporáneas de sus países inaugurando este espacio de encuentro. Asimismo, será lanzada la colección de plaquettes de poesía “Yo misma fui mi ruta”, en homenaje al magistral poema de Julia de Burgos, como un espacio de publicación de poetas mujeres de Venezuela y América Latina.

Entre las actividades más destacadas figuran el taller “Panorámica de la literatura venezolana escrita por mujeres (siglos XIX y XX)” impartido por la académica y escritora Mariana Libertad Suárez; el foro “¿Poeta o poetisa? Percepción y re-conocimiento de la escritura poética de mujeres” donde participarán las escritoras Violeta Orozco (México), Silvia Goldman (Uruguay), Laura Contreras Cambronero (Costa Rica) y María Alejandra Rendón (Venezuela) y la conferencia “Mapa de escritoras mexicanas: descentralizando la escritura” a cargo de Esther M. García.

“Durante millones de años –nos dice Virginia Woolf– las mujeres han estado sentadas en casa, y ahora las paredes mismas se hallan impregnadas de esta fuerza creadora, que ha sobrecargado de tal modo la capacidad de los ladrillos y de la argamasa que forzosamente se engancha a las plumas, los pinceles, los negocios y la política”. El 1er Encuentro Internacional de Escritoras 2020 rinde homenaje a esas mujeres que se alzaron con la palabra para abrirse paso en un mundo literario lleno de desigualdades y prejuicios, convirtiendo su voz en caja de resonancia de tantas otras.

Las plataformas digitales por las que se podrá disfrutar de la programación son: Caracas te invita y Fundarte Ccs, vía Instagram, Facebook y Youtube. La programación quedará colgada permanentemente en el canal de Youtube de Fundarte. Les invitamos a ser parte de este encuentro y comentar, compartir y difundir sus actividades.

CARACAS SERÁ LA SEDE VIRTUAL DE LA POESÍA. FOTO: FACEBOOK

POETAS EN CUARENTENA

FOTO: Tima Miroshnichenko – Pexels.com

LA NORMALIDAD

Joel Linares Moreno*


Hay tardes que te llegan como bofetada
que caen cual aguacero a los perros
donde no sabes y prefieres no saber
Contratar un par de mercenarios
para lavar los trastos sucios
que duermen en el fregadero
es
quizá
la mejor inversión de un día extraño
Llamar a la noche
lamer las esquinas de la tarde
puede llegar a ser el milagro más esperado
y como milagro al fin
fábula de sacerdotes trasnochados
Un café podría sanar algunas úlceras
pero ni eso llega a este rincón de la urbe
esperaré llegar a la cama que me espera
para no dormir otra vez

* Poeta venezolano (Caracas, 1973). Educador Popular egresado de la Misión Cultura y la Misión Ribas, del pueblo de Santa Lucía, en los Valles del Tuy, cercano a la ciudad de Caracas, promotor cultural desde hace 20 años. Sus poemas han sido traducidos al inglés y al árabe y publicados en antologías y revistas de Inglaterra, Estados Unidos, México, Argentina, Siria y Venezuela. 
IG: @joel.linares.moreno
FB: Joel Linares Moreno


FRAGMENTO DEL THANGKA DE LA RUEDA DE LAS ENCARNACIONES (SAMSARA)

MIRADA ASTRAL

Luna Nueva de octubre

En esta quincena, los astros nos confirman que a causa de la pandemia algo ha cambiado entre nosotros sobre los cánones de vida y la manera de sentirla. Así, viejas filosofías recobrarán fuerza y ciertos ambientes serán desechados. Han surgido nuevas visiones que transformarán la manera de expresarnos y habrá que reinventar los signos propios de la cultura y de las manifestaciones sociales.

Por Ayub Estephan*

—Yo apostaré —dijo Sancho— que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón o tienda de barbero donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas; pero querría yo que la pintasen manos de otro mejor pintor que el que ha pintado a estas.

—Tienes razón, Sancho —dijo don Quijote—, porque este pintor es como Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda, que cuando le preguntaban qué pintaba, respondía: «Lo que saliere»; y si por ventura pintaba un gallo, escribía debajo: «Este es gallo», porque no pensasen que era zorra. Desta manera me parece a mí, Sancho, que debe de ser el pintor o escritor, que todo es uno, que sacó a luz la historia deste nuevo don Quijote que ha salido: que pintó o escribió lo que saliere; o habrá sido como un poeta que andaba los años pasados en la corte, llamado Mauleón, el cual respondía de repente a cuanto le preguntaban, y preguntándole uno que qué quería decir «Deum de Deo», respondió: «Dé donde diere». (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha; segunda parte, cap. LXXI).

El próximo 16 de octubre a las 19:31 hrs. (UT) tendremos el novilunio de este mes, estando el Sol y la Luna a 23°53’28’’ en el signo de Libra. El Sol, en su signo de caída y la Luna estarán haciendo un aspecto de oposición a Marte en su domicilio, y por otra parte, los tres (ambas luminarias y Marte) sostienen una triple cuadratura a Júpiter, Saturno y Plutón,que ya se encuentran directos. Por su parte, Mercurio acaba de iniciar el último de sus procesos anuales de retrogradación el día 14 de octubre desde los 11°40’ de Escorpio, mientras que Marte, Urano, Neptuno y Quirón continúan sus procesos de retrogradación, respectivamente. Por otra parte, el asteroide Ceres arranca directo desde los 28°36’ de Acuario durante este novilunio; mientras que el asteroide llamado Vesta (Hestia, entre los griegos, y patrona del hogar para los romanos) ingresa en el signo de Virgo el próximo día 23.

El grado 23° de Libra representa “la voz del gallo que canta, anunciando el amanecer”, lo cual simboliza la posibilidad de “dar una respuesta creativa y positiva a los procesos vitales”. Al respecto, comenta Dane Rudhyar que “el gallo que canta en cuanto aparece el primer albor del alba por el horizonte oriental, es un bello símbolo de la capacidad, demostrada por todos los pioneros e individuos cósmicamente armonizados, de dar voz a lo que todavía permanece inmanifestado, pero que se halla en camino de ser. Al nivel del ego, el gallo quizás sienta que es él quien hace salir al sol; pero algún día aprenderá, a través de dolorosas experiencias, que crear es sólo revelar lo que esencialmente ya es. Es el reconocimiento vívido de lo que está por conocer dentro de lo conocido”. Este símbolo nos invita a meditar en temas que, muy a menudo, damos por sabidos. En cada amanecer hay unos pocos testigos aislados que anuncian la llegada de un nuevo día. Se trata aquí de la capacidad del individuo para “responder a la renovación periódica de la vida”. Renovación que es cíclica y predecible, pero siempre nueva y creativa.

En la antigüedad pagana el gallo suele asociarse con Mercurio, el dios romano (Hermes para los griegos). Mercurio, entre otras cosas, es el dios de los caminos, especialmente de los cruces, y de los caminantes; como tal conoce también el camino a los infiernos, es el mensajero de los dioses, interviene en la magia y es un dios solar que representa la llegada del amanecer. Una prueba de esta relación entre Mercurio y el gallo es una moneda del emperador Marco Aurelio (s. II d. C.) que representa un templo dedicado a Mercurio y en cuyo frontón circular están representados, entre los atributos del dios, un gallo y un zorro. El zorro era entre los romanos y los griegos un símbolo de la astucia, una de las principales características de Mercurio; otra es la de ser mensajero de los dioses, por lo tanto el gallo estaría aquí representado en virtud de su papel de presagiador, mensajero y también recordando la naturaleza luminosa de la divinidad.

Luciano de Samósata (s. II d. C.), creador del diálogo satírico, elige el gallo como personaje de uno de sus diálogos: “El Sueño o el Gallo”, del que esta ave es protagonista, y que discurre acerca de la transmigración y la reencarnación. En su descripción, el Gallo de Luciano dice haber sido Euforbo, hijo de Panto de Troya, que hirió primero a Patroclo, antes de que muriera a manos de Héctor; y después fue Pitágoras, el filósofo, hijo de Mnesarco de Samos: “Emprendí también un viaje a Egipto para estudiar la sabiduría de los profetas, penetré en lo más sagrado de los templos y me aprendí los libros de Horo e Isis; regresé por mar a Italia e influí de tal modo entre los griegos de aquellas tierras, que me tenían como un dios”. Luego dice haber encarnado como Aspasia, la cortesana de Mileto, amante de Pericles. Después pasó al cuerpo de Crates, filósofo de Tebas, apodado el cínico. “Luego fui rey, a continuación pobre, poco después sátrapa, luego caballo, chova (corneja), rana, y otras innumerables formas –largo sería enumerarlas todas–. Últimamente he sido gallo repetidas veces, pues me agrada este tipo de existencia; (…)”. El gallo de Luciano nos significa un proceso de transmutación, relacionado íntimamente con el Ave Fénix, que tiene la capacidad de resurgir de sus propias cenizas.

En las Sagradas Escrituras el “canto del gallo” anuncia la duda, la desgracia y la muerte, pero sólo como preámbulo a la certidumbre, la luz y la resurrección. La expresión “canto del gallo” en los tiempos de Jesús y sus discípulos se refería a un período de tiempo específico de la noche. Los romanos dividían la noche en cuatro vigilias: el anochecer, la medianoche, el “canto del gallo” y el amanecer. El “canto del gallo” era la tercera vigilia de la noche, entre la medianoche y el amanecer. El cambio entre una vigilia y la otra era anunciado por el toque de una trompeta al que los romanos llamaban “gallicinium” o “gallicantum”, que en latín significa “canto del gallo”. El evangelio de Marcos lo señala: “Así pues, estén atentos porque no saben cuándo va a llegar el dueño de casa, si al anochecer o a medianoche o al canto del gallo o de mañana; que, al llegar de repente, no los sorprenda dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Estén atentos!” (Marcos 13, 35-37). Y más adelante, Jesús dice a Pedro: “—Te aseguro que tú hoy mismo, esta noche, antes de que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.” (Marcos 14, 30). “Estaba Pedro abajo en el patio, cuando una sirvienta del sumo sacerdote, viendo que se calentaba, se le quedó mirando y le dijo: —También tú estabas con el Nazareno, con Jesús. Él lo negó: —Ni sé ni entiendo lo que dices. Salió al vestíbulo [y un gallo cantó]. La sirvienta lo vio y empezó a decir otra vez a los presentes: —Éste es uno de ellos. De nuevo lo negó. Al poco tiempo también los presentes decían a Pedro: —Realmente eres de ellos, porque eres galileo. Entonces empezó a echar maldiciones y a jurar que no conocía al hombre del que hablaban. Al instante cantó por segunda vez el gallo. Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: Antes de que el gallo cante dos veces me habrás negado tres. Y se puso a llorar.” (Marcos 14, 66-72; Biblia de Nuestro Pueblo).

Debido a su participación inexorable en este episodio evangélico, fue habitual colocar la imagen del gallo en las veletas ubicadas sobre los cruces en lo alto de las iglesias, rememorando las negaciones de Pedro; esto en un decreto dictado por el Papa Nicolás I, en el siglo IX. Con el gallo en lo más alto el Papa pretendía representar la supremacía de lo espiritual sobre lo material. Y aunque el valor simbólico del gallo como emisario de la luz se fue desdibujando con el tiempo, en el tejado de algunas casas es posible aún admirar las veletas con un gallo metálico encima señalando los cuatro puntos cardinales. El gallo también es un emblema representativo del pueblo galo, pues la lengua francesa antigua unió estas dos palabras, creando un símbolo nacional. El gallo significa fe y luz. Aunque no es mencionado en las Escrituras, seguramente el “canto del gallo” acompañó la última exhalación del crucificado, pues se añade que el día se oscureció: “A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde”. ¿Han escuchado cómo cantan los gallos cuando ocurre un eclipse de Sol diurno? Los gallos cantan y el resto de las aves enmudece, y la naturaleza toda se exalta y estremece. Y al expirar Jesús “el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se partieron, los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron. (Mateo 27; 45, 51 y 52)”. En su comentario a este pasaje evangélico, Luis Alonso Schökel escribe que “la ruptura del velo anuncia que el Templo ha perdido su carácter sagrado y que lo antiguo ha llegado a su fin. El lugar sagrado del judaísmo, la morada exclusiva de Dios sobre la tierra, ya no es más el lugar por excelencia del encuentro con Dios. La muerte de Jesús abrió el acceso a Dios, antes oculto detrás del velo. La muerte de Jesús no sólo destruye las antiguas estructuras, sino que introduce otras nuevas”. Por todo ello, el canto matutino del gallo representa el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad.

Debido a su participación inexorable en este episodio evangélico, fue habitual colocar la imagen del gallo en las veletas ubicadas sobre los cruces en lo alto de las iglesias, rememorando las negaciones de Pedro; esto en un decreto dictado por el Papa Nicolás I, en el siglo IX. Con el gallo en lo más alto el Papa pretendía representar la supremacía de lo espiritual sobre lo material

La Luna Nueva en Libra es una luna tan cerebral como las demás lunas emplazadas en los otros signos de aire, Acuario y Géminis, pero tiene la peculiaridad de no decir nunca lo que piensa, siendo muy cautelosa al momento de externar su opinión. No es una luna espontánea, en absoluto. “La Luna libriana busca fundirse con una forma vincular, repitiendo los movimientos e ideas que sabe son encantadores, agradables y armonizantes. La primacía de las formas bellas, que en realidad son estereotipos familiares o culturales repetidos mecánicamente, es la pauta que hace circular la totalidad de la energía de esta luna de una manera pobre y muy por debajo de su potencial”. (…) Toda la afectividad de la Luna en Libra está tejida de «mentiras piadosas» en las que la verdad suprema es la ausencia de conflicto con el otro”, comenta Eugenio Carutti. La Luna libriana no busca complementarse, sólo la mueve su profunda necesidad de sentir afecto y complacer a otros. Reconocer nuestros aspectos oscuros es algo que a todos nos resulta difícil, pero con la Luna en Libra esto provoca una sensación de vacío emocional y una inseguridad aún más marcada. Es una Luna que engaña y se engaña, en su afán de ocultar las facetas que le disgustan, tanto de sí como de otros. “Desde el punto de vista emocional la dificultad de las Lunas en signos de aire, reside en una fuerte tendencia a la disociación y la falta de contacto. La función lunar por excelencia es la capacidad de contacto, intimidad, registro de necesidades básicas y aptitud para nutrirlas. Al disociar, la Luna en aire se desdobla y la persona se separa de sí misma para sentirse segura; en Libra esto viene dado por la presencia de un otro que, con su mirada imaginaria, está siempre presente en su intimidad. Complacer a este otro es psicológicamente más seguro y cómodo que permanecer en contacto emocional con la totalidad de sí mismo.” El juego de la seducción es el otro tema central de esta Luna, pero al hacerlo no participa de su propio deseo, sino de la repetición de estereotipos que garanticen una posición vincular que le permita aumentar su seguridad emocional. Así, con la Luna en Libra reinventamos la realidad a nuestra conveniencia y la dotamos de cualidades y características tomadas del imaginario, que nos transmiten una sensación de “aquí no pasa nada” y que “todo es perfecto tal cual es”.

Dado que el Sol está también en Libra, en su lugar de caída y en conjunción a la Luna, la ensoñación nos resulta más aceptable que enfrentar lo evidente. Debido a ello, muchas personas con la luna en este emplazamiento evitan la confrontación, y no aceptan que algo anda mal, refugiándose en la reminiscencia antes que aceptar la ruptura y el dolor de la separación. Con la luna en Libra son frecuentes las infecciones, principalmente renales y en vías urinarias, e igualmente las alteraciones dermatológicas. Edward Bach, recomienda para esta luna la esencia potenciada de la Centaura que ayuda a desinflamar, y que psíquicamente nos ayuda a evitar la recurrencia de querer caerle bien a todo el mundo; así como el Cerato, planta de la que se usan tanto los tallos, como las flores y las raíces, para eludir las dudas al momento de decidir y que estimula la confianza en uno mismo y en las propias intuiciones, siendo la flor adecuada para la gente que carece de fe en su propio juicio, e igualmente posee propiedades antibacterianas. También se recomienda el uso de Walnut (Nogal), que es la flor que nos ayuda en las transiciones y en los cambios que acontecen en la vida, favoreciendo la adaptación. Sirve para las personas que se dejan influenciar por los demás. Walnut simboliza la flor de la “protección”. Walnut, comenta el doctor Bach, “es el remedio para los que decidieron dar un gran paso adelante en la vida, para romper las viejas convenciones, para apartarse de los viejos límites y las restricciones e internarse en un camino nuevo. Con frecuencia, esto sucede con sufrimiento físico debido a los tenues remordimientos y angustias por la rotura de viejos vínculos, viejas asociaciones, viejos pensamientos. Un gran destrozador (rompedor) de hechizos, tanto de las cosas del pasado que suelen llamarse herencia, como de las circunstancias del presente«”. (Chancellor, 1994).

La Luna libriana no busca complementarse, sólo la mueve su profunda necesidad de sentir afecto y complacer a otros. Reconocer nuestros aspectos oscuros es algo que a todos nos resulta difícil, pero con la Luna en Libra esto provoca una sensación de vacío emocional y una inseguridad aún más marcada. Es una Luna que engaña y se engaña, en su afán de ocultar las facetas que le disgustan, tanto de sí como de otros

Con este novilunio participamos de una figura geométrica sagrada que denominamos T-Cuadrada, misma que en esta ocasión es de cualidad cardinal por estar emplazada en signos que facilitan los cambios estacionales. Esta figura implica al Sol (la personalidad) y a la Luna (el centro de las emociones) situados en Libra, haciendo una oposición a un Marte retrógrado (que busca cortar abruptamente con todo lo que ya no funciona), emplazado en su domicilio que es Aries, mientras que ambas luminarias y dicho planeta hacen un aspecto de cuadratura a Júpiter, Saturno y Plutón (los dos primeros son exteriores y de índole social, mientras que Plutón es generacional), que están en aspecto de conjunción y directos en Capricornio, avisando que se ha llegado el momento de la transición: de soltar el pasado e ir hacia un futuro novedoso que se nos muestra lleno de incertidumbre, pero dadas las circunstancias no se nos permite dar marcha atrás. La tensión que produce esta figura es tan intensa que no nos deja un respiro para acomodar siquiera ciertos eventos en nuestro acontecer, ni de tomar nuestras pertenencias, empacarlas y trasladarlas, o seguir por la vida como si nada hubiese ocurrido. La ruptura aquí es inmediata y sorpresiva. Marca desde este instante, un antes y un después.

Por otra parte, tenemos además dos Medias Cometas en el mapa astral de este novilunio. La primera involucra a la triada planetaria Júpiter-Saturno-Plutón en aspecto de trígono a Venus, quen se encuentra recorriendo el signo de Virgo y que hace una oposición a Neptuno, planeta que a su vez está en sextil a la citada triada. Esta Media Cometa, que suele imponerse pese a la negativa insistente de los demás, tiene que ver con nuestra forma de percibir la situación. Algo ha cambiado respecto de los cánones de vida y la manera de sentirla. La presencia indiscutible de Neptuno en Piscis, su domicilio, traspasa los umbrales del inconsciente colectivo para poder efectuar una depuración globalizada de sus contenidos. Decididamente han surgido nuevas visiones desde el comienzo de la pandemia que transformarán la manera de expresarnos, debiendo reinventar los signos propios de la cultura así como los de las distintas manifestaciones sociales. Las metáforas acostumbradas han sufrido un obligado desplazamiento, lo que nos lleva a ampliar nuestros recursos para poder adaptarnos a las nuevas modalidades que nos ha dejado el Covid-19. El lingüista norteamericano George Lakoff ha explicado que “tendemos a estructurar nuestro pensamiento sobre temas públicos usando metáforas”. La característica más importante y, al mismo tiempo, minusvalorada de la metáfora es la activación emocional que produce. Esta activación depende del contexto en el que la metáfora es creada, recibida, compartida y sentida. Usamos metáforas conceptuales para referimos a enfermedades, campañas políticas, relaciones interpersonales, negocios o deportes activando el dominio “guerra” (un dominio, según la lingüística cognitiva, es una organización coherente de la experiencia humana), aunque no implica que todo lo que sabemos de este dominio se corresponda con las primeras. Hay mucho más aún qué descubrir, y ello nos llevará tiempo, hasta que nos asimilemos a un conocimiento más amplio de lo que somos y conectemos con el sentido profundo de la existencia.

Desde dicha perspectiva, el Covid-19 se ha convertido en una guerra de trincheras, cuyo cuartel es el espacio que habitamos. Tras el título (The coronavirus pandemic is truly like a war (La pandemia de coronavirus realmente es como una guerra), Susan Shannon, su autora, una enfermera norteamericana que sirvió en Kuwait, desarrolla dicha metáfora conceptual en toda su extensión: “The soldiers are health care workers. The enemy is the virus. The battlefield is the hospitals(Los soldados son los sanitarios. El enemigo es el virus. El campo de batalla son los hospitales). El cambio repentino en las circunstancias de la vida. La espera. Ese es probablemente el mayor recordatorio. Los hormigueos diarios preguntándose si este sería el día en que comenzaría la guerra. Entonces comenzó la sensación de total impotencia. Las terribles advertencias sobre el recuento de víctimas. En este caso, pacientes críticos, la mayoría adultos vulnerables. El equipo de guerra química. Llevando la máscara todo el tiempo pegada a tu piel. La tremenda responsabilidad sentida por los alistados (técnicos, asistentes de enfermería, estudiantes de medicina). Te enfrentas a tu propia mortalidad. Aceptando que esto podría ser para ti. En esta guerra, podrías atraparlo y morir. La espera entonces comienza, y te lanzan al medio. No puedes creer que se esté haciendo realidad. Sientes que no tienes lo que necesitas. Estás a cargo de hasta 60 pacientes en un avión. Hay otra enfermera y tres técnicos médicos para ayudar. Mientras hacen su trabajo, se sienten todos muy vulnerables. El avión podría ser derribado. Podrían contraer el virus. Haces tu trabajo porque tienes que hacerlo. Dijiste que lo harías. Los heridos (pacientes) cuentan contigo. Todos, especialmente los trabajadores de la salud, están pasando por esto en este momento. La mayoría está esperando, y eso es una tortura. Se están preparando. Se sienten impotentes. Es como si sus vidas ya no fueran suyas. Nadie muestra el miedo que siente. No se habla de eso. Se acercan más entre sí de lo que ya estaban. Lo superarán. Tienen que. No tienen elección. Cuando termine, porque todo finalmente termina, habrá alegría. Te sientes tan afortunado. Una vez que desaparece, regresas a la vida normal. Te sientes como un extraterrestre. Pocas personas han tenido la misma experiencia. Es confuso porque se supone que debes seguir con tu vida. Te sientes solo en la experiencia. Algunos tendrán TEPT (trastorno de estrés postraumático) por esto. Otros lidiarán con los recuerdos de formas poco saludables. La mayoría lo pondrá en una caja y cerrará la tapa herméticamente, eligiendo dejar la experiencia allí. No se hablará de ello. Incluso con él en la caja, la mayoría de las veces, los eventos desencadenarán recuerdos. La gente te preguntará cómo fue. Realmente no quieren saber, así que dices poco. Eventualmente, la experiencia se desvanecerá, pero los recuerdos nunca desaparecerán por completo. Las similitudes con la guerra son asombrosas. La guerra cambió mi vida para siempre. Esto cambiará la vida de los trabajadores de la salud para siempre. Te hace darte cuenta de lo que es importante. Descubres que la vida realmente puede girar en un centavo”. Decididamente, las experiencias traumáticas tienen que encontrar su propio lenguaje para ser liberadas. Mientras tanto el silencio, la interiorización. Vaciamos muchos de nuestros contenidos inconscientes a través de la crisis, para acumular otros; el terror al vacío para la mayoría de la gente es insoportable, y el ego se resiste a ser disminuido. De cualquier modo, cada vez que obligados hacemos dicha operación de vaciado, crecemos en profundidad. Y esto se nota en las palabras que empleamos para hablar, y lo reflejamos en nuestra apariencia y actitud.

La otra Media Cometa de nuestro mapa astral de hoy se compone de las energías del Sol y la Luna, haciendo un aspecto de sextil al Nodo Sur de la Luna en Sagitario, y un trígono al Nodo Norte, situado en Géminis, mientras estos están opuestos, formando el eje kármico en el que transcurren; recorriendo el “mandala astral” de izquierda a derecha, en el sentido de las manecillas del reloj, en movimiento contrario a los planetas, luminarias y asteroides. De esta combinación geométrica surgen varias dudas que buscan ser resueltas, entre ellas, una palabra que nos ayude a definir la frágil frontera que media entre la civilización y el caos, entre la libertad y la esclavitud. La mente se ocupa de renombrar el mundo en que se vive, justificando la propia existencia y respondiendo a la agresividad de un entorno que para muchos resulta día con día más violento; purgando las emociones exaltadas que oscilan desde la ira al dolor, atravesando el miedo a la enfermedad, y recorriendo interior y exteriormente espacios entrecortados o huecos, donde el silencio y la espera son la mejor opción. Desde esa locura silenciosa debe surgir una luz mesiánica que nos ilumine, nos transforme y nos sitúe en un camino que nos lleve a crecer individualmente y como sociedad, libres de la rueda del “samsara”, que es “sufrimiento” o separación, pero que también significa “flujo” y “devenir”. De acuerdo al budismo, el “samsara” es ese lugar al que estamos aparentemente condenados hasta llegar a la iluminación para liberarnos de la rueda y acceder así al “nirvana” (liberación), el cual es eterno y libre de sufrimiento porque ya no existe separación en él. La rueda del “samsara” siempre está en la entrada de los lugares de oración o meditación para que todos lo vean y tengan presente su significado y la importancia de su trascendencia. En ella, como en el arcano X del Tarot, La Rueda de la Fortuna, vemos tres estadios en la rueda central, representados por el gallo, la serpiente y el cerdo. En torno a ésta se ve una división entre un fondo claro en el que encuentran los espíritus evolucionados ascendiendo a través del círculo (oriente) y en su otra mitad de fondo oscuro se muestran demonios u otras entidades oscuras, encarnando el sufrimiento (a Occidente). Existe un equilibrio dual entre estos estados, el de ascensión y descensión, ya que realmente no podría existir el uno sin el otro, pues la historia humana se mantiene constantemente en pulsión entre estos dos mundos. En la esfera siguiente se muestran seis estados o reinos de existencia los cuales son: el infierno, los espíritus, el animal, los humanos, los semidioses y los dioses o “devas”, y es Yama, el dios de la justicia y la muerte quien gobierna todo el fluir de la rueda. Mientras, desde la oscuridad y el silencio, continuaremos gestando los patrones conductuales adecuados para ingresar en la siguiente etapa, donde la iluminación es posible y el “verbo” se convierte en carne. Los Nodos de la Luna en Géminis y Sagitario, activan los procesos de lenguaje y comunicación, tanto verbal como visualmente. Durante este proceso, viejas filosofías cobrarán fuerza y serán restauradas, y ciertos ambientes serán desechados, dando paso a la reestructuración de otros mejores. Aparecerá un nuevo lenguaje universal, una nueva escritura, un nuevo código visionario. Los que vivimos el Covid-19 ya no somos ni seremos los mismos de antes, hay una ruptura interior que afecta los valores más sagrados y los revuelve indiscriminadamente desde su sustancia. Por eso las dudas acerca de qué y quiénes somos en la cadena ascencional y descencional de la existencia. Sin embargo, y a pesar de las dudas y las protestas contra la ruptura y el desgarramiento de las tradiciones, el “gallo cantará” de nuevo y nos situará en la espera de un nuevo orden vital y cósmico. El mundo de las relaciones nos revelará un nuevo significado, irrumpiendo con la aurora en un amanecer pletórico de sonidos y colores en los que alienta el secreto de la vida, invitándonos a fluir, a ingresar en el misterio de una existencia nueva.

* Astrólogo y tarotista mexicano. Lectura de Tarot y Cartas españolas. http://facebook.com/ayubestephan


RELATOS VIRALES

Historias de una pandemia

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> UNA PAREJA SIN IGUAL <
FOTO: Brett Sayles- Pexels.com

Por Esther Baradón Capón*

Una pareja de amigos, él italiano, ella mexicana, llevan casados más de cuarenta años. Son una pareja muy especial y, por qué digo especial, porque se aman y se odian, como me imagino habrá muchas parejas y siempre andan juntos para todos lados.

Él es maestro de yoga y ella artista plástica, pero el que más influye sobre el otro es él en la forma de vida, en qué comer, si ser vegetarianos, comer poco y hacer mucho ejercicio, sobre todo asanas de yoga y de las más complejas.

Ustedes se preguntarán por qué les cuento todo esto si este espacio se llama Relatos virales y mi saga “Historias de una pandemia”. Pues, porque a pesar de ser un par muy saludable y responsable en sus hábitos han decidido que no usarán cubrebocas, solamente en lugares en donde sea obligatorio como el súper y las farmacias. No incluyo centros comerciales porque él los odia.

Él insiste en que los cubrebocas son terribles, porque se respira monóxido de carbono y además está convencido de que todo esto de la pandemia está sobredimensionado, que las grandes potencias lo que quieren es controlar nuestras vidas, mantenernos encerrados, imponer sus intereses económicos y yo le respondo que tal vez tenga razón, pero que pensar así no impide los contagios.

Esta convicción, sin embargo, no los ha exentado de ser víctimas de la pandemia. El el hijo menor de esta sin igual pareja vive en Barcelona. Se casó con una italiana y acaban de tener una hijita. Desde finales del año pasado, como los orgullosos abuelos ya conocían la fecha aproximada en la que nacería su primera nieta, compraron sus boletos de avión para viajar a principios de mayo.

Cuando empezaron las primeras noticias en México de que el nuevo coronavirus SARS-Cov-2 se había instalado en nuestro país, pensaron que sus planes de viajar no tendrían por qué cambiar.

A mediados de abril se enteraron que su periplo sería imposible por varias razones, entre ellas que todavía no había vuelos a España -pequeño detalle-, por lo que procedieron a cambiar los pasajes para el mes de julio. Cuando dicha fecha se acercaba se enteraron de que viajar a la península ibérica estaba de nuevo permitido pero sólo para miembros de la Unión Europea, lo que no significaba un impedimento para ellos porque si bien cuentan con la nacionalidad italiana, trasladarse a Barcelona implicaba que al llegar cualquier persona debía permanecer en cuarentena de catorce días.

Finalmente desistieron y cambiaron los boletos para el año entrante, si es que la grasa maligna lo permite y así poder conocer a la nieta. A duras penas han aceptado la realidad de esta pandemia, pero siguen sin usar cubrebocas.

* Amante de las artes, la música, la fotografía y el teatro, y aficionada a la escritura.

> EL SANTO PRESTADO <

Por: Juan Carlos Salazar del Barrio*

FOTO: Pexels.com

En Cochabamba, Bolivia, producto de la cuarentena, acaba de publicarse la primera antología de narcocuentos, Caspa de ángel, compilada por Marcia Batista-Ramos y Homero Carvalho Oliva bajo el sello Grupo Editorial Kipus. Aquí uno de los cuentos sobre la leyenda del “santo mexicano» del narco Jesús Valverde y su conexión con el negocio de la cocaína boliviana y colombiana


Nunca voy a olvidar el día que el Jacinto llegó al pueblo con la idea de hacer una vaquita para traer la imagen de Jesús Malverde. Voy a pagar una manda/ Al que me hizo un gran favor/ Al santo que a mí me ayuda/ Yo le rezo con fervor/ Y lo traigo en mi cartera/ Con aprecio y devoción, canturreó, acompañando el corrido con el rasguido de una guitarra imaginaria.

-¿Será? -preguntó el Liborio, desconfiado, mientras contemplaba la estampita que había repartido el Jacinto, recién llegadito de México.

Yo, pa’ qué les miento, nunca había escuchado mentar al tal Malverde pese a que en el pueblo se contaban muchas historias de gente que se encomendaba a tal o cual santo para obtener su protección. Yo, pa’ ser sincero, tampoco le encontraba pinta de santo. Con su pelito relamido, sus cejotas como viseras y su bigotito a lo Pedro Infante, bien trajeadito el hombre, más bien parecía cantorcito de boleros. Pa’ santo, pensé yo en ese momento, mejor el San Juditas, que sí sabe hacer favores.  

-¿Será? -insistió el Liborio, repasando con sus ojitos de palomo calmoso a los amigos reunidos en la cantina para saludar al Jacinto.

Tu imagen tiene una vela/ Siempre prendida en tu honor/ Y cargo yo tu retrato/ Por donde quiera que voy/ Especialmente en mis tratos/ Cuento con tu bendición -se lanzó de nueva cuenta el recién llegao, rematando la estrofa con un potente ¡Ajúa!, como dizque gritan los mexicanos norteños cuando cantan sus corridos.

-Pa’ qué queremos un santo prestao que ni túnica tiene -me atreví a opinar.

-Y, ¿quién crees que te va a proteger ahora que se viene la guerra? -me replicó el Jacinto, mientras se acomodaba su sombrero alón, del que decía que le costó 300 verdes en Culiacán. Sombrero que no da sombra, no es ni sombra de sombrero -agregó, lanzado una carcajada a través del mostacho que le cabalgaba sobre el labio superior. 

Yo lo conocí de jovencito, apenas llegadito al pueblo para emplearse como peón. Buena gente sabía ser, calladito, humildito. Yo lo veía rebuscándose la vida, un día como albañil, otro como carpintero; un mil oficios, pues. Apenas ganaba para su caldito de pescado del mediodía. Venía de vez en cuando a la cantina para hacerse invitar un traguito. Me dijo que tenía mujer en Potosí, que quería traerla para hacer familia, pero que necesitaba juntar algo de platita para comprar un chaco y levantar una casita.

Un día se perdió y no lo volví a ver. Tiempo después reapareció. No lo reconocí de elegante que andaba, con un Lewis importado y unos Adidas recién compraos, bien parao, como quien dice. “¡No te hagas!”, me dijo, cuando le pregunté de dónde había sacado la plata, si se había juntado con alguna chola rica de la ciudad. “De dónde va a ser, pues, del único lugar del mundo donde llegas trasquilao y sales con lana…”, agregó con su carcajada habitual.

Nada le gustaba más que reunir a sus amigos cada vez que retornaba de México para alardear de  sus conquistas amorosas, exhibir sus camisas floreadas y presumir de sus cadenas doradas y sus seis anillos de oro macizo, tres por cada mano, como manoplas. “Ya estamos todos, ¡cierra el boliche!”, me ordenaba

-¡Mesero! Te has olvidado de nosotros. Tráete una cajita de chelas bien frías para mis cuates. ¡Ándale! -le ordenó al Pedrito con su aire de ranchero entrón. Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores, otra vez a brindar con extraños, y a llorar por los mismos dolores -cantó, imitando al José Alfredo Jiménez.

Nada le gustaba más que reunir a sus amigos cada vez que retornaba de México para alardear de  sus conquistas amorosas, exhibir sus camisas floreadas y presumir de sus cadenas doradas y sus seis anillos de oro macizo, tres por cada mano, como manoplas. “Ya estamos todos, ¡cierra el boliche!”, me ordenaba. A mí no me importaba botar al resto de clientes porque sabía que cobraría por los presentes y los ausentes. Eso sí, ni qué decir, nadie le ganaba en generoso. Pedía cerveza para todos y pisco de la casa para él. “Ya sabes, Pedrito, ¡pisco de 40 grados para arriba!”. Se recostaba en la silla, plantaba sus botas de piel de lagarto sobre la mesa y empezaba con la historia de siempre: “¡Pinches viejas mexicanas, cada día están más buenonas…”. Para entonces ya era conocido en el pueblo. “¡Ha llegado El Mexicano!”, se pasaban la voz las mozas en el mercado. “¡Dicen que me parezco al Chente Fernández!”, presumía, alisándose el mostacho y jalándose las gruesas patillas, con las carcajadas de costumbre.

-Ton’s qué, ¿traemos al santito?-insistió.

-¿Y si se ofende el San Judas? -preguntó el Liborio, auscultando a sus compañeros con sus ojitos de palomo asustado.

-¡Qué va! Si son recuates…    

Ahí me enteré de la santidad del mentado. Dizque era un salteador de caminos de Sinaloa, que robaba a los hacendados y repartía la plata entre los pobres en nombre de Dios, que le llamaban El Generoso, que fue ejecutado por los Federales y que la Santa Madre nunca quiso subirlo a los altares porque no quería que le hiciera la competencia al San Judas Tadeo. “Yo cada vez que voy a Culiacán visito su capilla para pedirle su bendición y su protección”, contó el Jacinto, dándole un beso a la estampita que llevaba en el bolsillo de su camisa. “Es bien chingón. Ha hecho muchos milagros. Basta ver las placas que le deja la gente en agradecimiento, de puritito oro”, agregó.

Lo que pasa es que el Chapo traicionó al santito. Cuando se escapó por un túnel,  le encontraron en su celda una estampita con la figura del tal Nazario, el jefe de los Caballeros Templarios, los cuates que manejaban  el negocio en Michoacán. Dizque lo creían santo porque después de muerto empezó a hacer por ahí unos milagritos. ¡Cómo no se iba a enojar el Jesusito Malverde si hasta San Nazario le decían!  Sacrilegio era, pues

Yo nunca le quise preguntar cómo llegó a las alturas que llegó. Él era de los que manejan “la cosa”, como dicen en el pueblo, o “el mero mero”, como presumía el propio Jacinto después de media botella de pisco. “Empezó bien de abajo, siempre”, me dijo la pobre Rosalía, quien hizo cama con él en los primeros años. Le cocinaba y le lavaba la ropa, hasta que un día, al regreso de uno de sus viajes, la puso de patitas en la calle porque se había traído una güera tetona de México. Por la Rosalía me enteré que fue pata verde y que poco a poco fue entrando en la trinidad, como le llaman aquí al negocio de los verdes, los fierros y la Blanca Nieves.

-Yo le tengo mucha fe al santito. Mis amigos mexicanos me han contado que ha hecho muchos favores a tipos picudos como el Caro, El Señor de los Cielos y el Chapo. Dizque confiaban más en él que en sus propios guardaespaldas y que invocaban su ayuda antes de cerrar cualquier trato. Me fue muy bien todo el año/ Por eso ahora vengo a verte/ De Culiacán a Colombia/ Que viva Jesús Malverde/ Este santo del colgado/ Que ha traído buena suerte -insistió con el tarareo en su afán de convencernos.

-Muy milagroso no hay de ser, porque El Señor de los Cielos murió en plena operación de cirugía estética y el Chapo cayó en manos de la DEA -replicó el Liborio con sus ojitos de palomo avispado, no sin antes dejar claramente establecido que no era su propósito faltarle al respeto a ningún santo ni ir en contra de las creencias religiosas de nadie.

La Rosalía me contó que el Jacinto le fue perdiendo el cariño desde que comenzó a viajar a la ciudad, primero como trajinador de querosene y después como llevadero de blanquita. “Al principio, en sus primeros viajes, bien cariñoso sabía regresar, me traía regalitos y me sacaba a comer a la fondita de Doña Fabia, pero después como que se fue distanciando”, me confió. Un día se enteró de pura casualidad que ya no estaba yendo a la ciudad, sino al extranjero, dizque a México y quién sabe a dónde más. “¿A qué nomás, pues, vas? ¿Nunca me has de llevar?”, le había preguntado, pero nunca le quiso decir nada, hasta el día ese que se presentó con la güera tetona y le dijo de buenas a primeras que tenía que irse por donde había venido.

-Lo que pasa es que el Chapo traicionó al santito. Cuando se escapó por un túnel,  le encontraron en su celda una estampita con la figura del tal Nazario, el jefe de los Caballeros Templarios, los cuates que manejaban  el negocio en Michoacán. Dizque lo creían santo porque después de muerto empezó a hacer por ahí unos milagritos. ¡Cómo no se iba a enojar el Jesusito Malverde si hasta San Nazario le decían!  Sacrilegio era, pues.   

Yo supuse que el Jacinto andaba por esos rumbos del norte cuando le hice un encargo y me respondió que no podía ayudarme porque él ya no pasaba por la ciudad. “Directito a México me voy, sin parar en otro lado”, me dijo. ¿Cómo le hacía? No sé. Tampoco quise averiguar, porque no es bueno meterse en cosas que a uno no le importan. Pero, eso sí, yo lo veía cada vez más gastador y más presumido, como dándose importancia, con ínfulas de ricachón. Como siempre, reunía a sus amigos en la cantina y mandaba a cerrar el boliche para dar rienda suelta a sus historias. Que si asistió a tal o cual fiesta, que si conoció a la fulana y a la mengana, que si escuchó cantar a la sutana, en fin, no paraba. “¡Pinches mexicanas, cada día están más buenonas…” , repetía. 

-En qué andarás, ¿no? -le pregunté un día sin ánimo de molestarle ni de meterme en sus cosas.

No vale nada la vida/ La vida no vale nada/ Comienza siempre llorando/ Y así llorando se acaba -cantó a manera de respuesta, recordando al José Alfredo, como era su costumbre.

Una noche llegó a la cantina con dos tipos raros. Extranjeros eran, clarito. Me mandó a cerrar el local y pidió las cervezas y el pisco de costumbre, pero no me invitó a la mesa como en otras ocasiones. Estuvieron largo rato cuchicheando, carcajeándose de vez en cuando. Pedrito, que agarraba puchos de la conversa cada vez que pasaba por la mesa para llevarles chicharrones y alitas de pollo o para cambiar las botellas de trago vacías, me dijo que uno era mexicano y otro colombiano, pero yo no sé, porque no les escuché hablar. “Creo que han venido a entrenar a la policía sindical”, me dijo, bajando la voz, casi al oído.

Fue la Rosalía la que me chismeó que fue el Jacinto el que se cargó a Don Cipriano, uno de los maestros de la escuela, porque andaba metiéndoles ideas raras a sus alumnos. Al principio pensé que era pura venganza, despecho de hembra engañada y malcogida, pero el tema salió también en una mesa de borrachos de la cantina. Un tipo mal encarado que presumía de estar en el ajo dijo que Don Cipriano había dicho en una clase de historia que nuestro pueblo era una republiqueta de mierda, una tierra sin Dios ni ley, porque los vecinos estaban siendo obligados a pagar impuestos a la policía sindical y porque no podían entrar ni salir de la comunidad sin su autorización y hasta tenían que informarle de dónde provenía el dinero que depositaban o sacaban del banco. “Esta es una tierra de nadie, prohibida para policías, militares, políticos y periodistas; ni siquiera hemos podido votar en las elecciones; estamos presos en nuestros propios hogares”, dizque les dijo a sus alumnos. Al principio le amenazaron con quemar la escuela, pero al final, como no se callaba y seguía rezongando, le dieron nomás el pasaporte.

Por ese entonces la gente murmuraba que tenía un palacio monte adentro, con pista propia, muebles de lujo y hasta parabólica, que organizaba grandes fiestas con extranjeros que llegaban en avionetas y que la güera tetona preparaba banquetes con cochinita pibil, locotos en nogada, pichoncitos en mole, aguachile y chicharrones en salsa verde.  Decían que hasta traía grupos musicales mexicanos para que cantaran corridos norteños, que venían, cantaban y se iban con los bolsillos llenos de verdes. La Rosalía me dijo que incluso pagó a uno de esos conjuntos una ponchada de plata para que le compusiera su propio corrido, como el de la “Muerte anunciada”, que era el que más le gustaba.  

Después se perdió. A mí, pa’ ser sincero, no me llamó la atención, porque aparecía y desaparecía por temporadas, iba y venía, metido en sus cosas. Me acordé de él cuando las radios de la capital anunciaron que el Ejército se preparaba pa’ erradicar los cocales excedentarios. ¿Estará llegando la guerra como dijo el Jacinto?, me preguntaba. Mis clientes hablaban de la presencia de gente rara en el pueblo, de jovencitos con el corte de pelo al ras y hasta de gringos con pinta de quién sabe qué. “Son agentes de la DEA”, dijo uno de los borrachitos, pero yo creía que eran mochileros en busca de la blanquita que por entonces se vendía en cualquier puestito del pueblo.

Los dirigentes del sindicato estaban asustados por las noticias. Que si no iban a permitir la erradicación de una sola hectárea de coca, que si iban a defender los cocales con sus  vidas, en fin, andaban pregonando.  En el pueblo se decía que la policía sindical había organizado grupos armados, a los que llamaba “Autodefensas Campesinas”, y que los tenían bien entrenados para hacer frente a los militares que se atrevieran a entrar a la región.

El Liborio y sus amigos venían todos los días al boliche para comentar las novedades. La radio hablaba de fábricas destruidas y droga decomisada en varios puntos de la región, como nunca antes, y de balaceras, muertos, heridos y retenes policiales incendiados.  El comandante de los militares destinados a la zona declaró a una radio que había grupos que estaban operando como guerrilleros, con ataques sorpresivos a los uniformados.

Un día de esos llegó el Pedrito, atufado, con la nueva de un enfrentamiento en el puente de la carretera vieja. Yo estaba con el Liborio y sus amigos comentando las noticias sobre los preparativos de la selección nacional para la Copa América; que si son unos pataduras, que para qué van a ir, en fin, que somos poquita cosa incluso al lado de los venezolanos, que ya es mucho decir.

-Parece que fue en la madrugada, durante un operativo de control. Hay tres muertos. Han traído los cuerpos al sindicato para el velatorio -contó, excitado, mientras depositaba los chicharrones que había ido a recoger al mercado para servir a los clientes de la cantina.

Nosotros, nos miramos, nomás, como si hubiésemos estado esperando esa noticia desde hace tiempo.

-Dizque uno de los muertos es El Mexicano. Tenía la cara destrozada por un balazo. No traía documentos, pero lo reconocieron por su camisa floreada y por la estampita del Jesús Malverde que guardaba en uno de sus bolsillos -agregó.

Entonces, sí, nos quedamos tiesos, como de palo, aunque a mí no me extrañó el dramático final del pata verde, como le decía la Rosalía en sus momentos de bronca, cuando el Jacinto le atizaba de puritito celoso que era.

El Filiberto, que lo tenía por buen amigo y que nunca le aceptó ningún favor ni sacó provecho de su billetera, movió la cabeza, como lamentándose, con sus ojitos de palomo resignado, bailoteando de un lado a otro.

-Dónde se había visto un santo con bigote… -comentó tras apurar su chuflay de un trago seco y directo.

* Periodista, escritor y docente universitario boliviano (1945), ex director del servicio en español de la agencia alemana de prensa DPA. Cubrió la guerrilla del Che Guevara en Bolivia (1967) entre otros sucesos históricos en América Latina. Ex director del diario Página Siete, Premio Nacional de Periodismo 2016 y coautor, entre otros libros, de La guerrilla que contamos, historia íntima de la cobertura periodística de la guerrilla boliviana del mítico guerrillero argentino-cubano.

FB y Linkelin: Juan Carlos Salazar


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