La neurosis del domingo o «vacío del domingo» tiende a manifestarse también después de atravesar una pérdida. Algunas personas manifiestan que el día que más sienten dolor emocional tras la muerte, separación o cualquier pérdida significativa en su vida, es el domingo.
Por Blanca Fernández*
Foto: «Gallos» de Cheo García Araujo – Venezuela
Cuando piensas en el domingo, ¿qué es lo primero que se te viene a la mente? La rutina de la semana está llena de estrés y actividades que nos mantienen ocupados, por lo que esperamos con ansias desde el lunes la llegada del fin de semana, para no hacer eso que tanto nos estresa (trabajo).
Viernes y sábado son consideramos más sociales e incluso algunos continúan laborando, por lo que el domingo es un día de descanso: lo esperas y planeas como ese premio merecido después de haber cumplido con tus responsabilidades e incluso haces planes para disfrutarlo aún más.
Por la mañana, un desayuno rico o tu almuerzo preferido, pijamas, películas, sin dieta ni ejercicio, nada de quehaceres domésticos, ninguna actividad, solo quedarte en casa a descansar.
El día transcurre con tranquilidad. Pero conforme avanzan las horas te das cuenta de que esa paz y quietud que tanto buscabas se convierte en una especie de vacío, apatía, aburrimiento, tristeza, angustia, ansiedad, síntomas que se incrementan durante la tarde.
De pronto, descubres que no tienes nada que hacer más que estar contigo mismo y en ese silencio es cuando suenan más fuerte tus pensamientos; esa calma y paz que tanto ansiabas te confronta con tus fantasmas internos, con tus miedos, tus carencias, tus insatisfacciones, surgen preguntas para las que todavía no tienes respuesta.
Comienzas entonces a cuestionar el sentido de todo, no encuentras una razón de ser, te centras en los aspectos negativos de tu vida, del mundo, de la existencia.
Si lo has sentido, déjame decirte que eso tiene un nombre y se le llama neurosis del domingo o «vacío del domingo» y es común que se manifieste e incremente en horas de la tarde.
Viktor E. Frankl, creador de la logoterapia, atribuye la «neurosis del domingo» a la experimentación de un vacío existencial.
A su vez, el psicoanalista Sandor Ferenczi, en uno de sus escritos, menciona que la sintomatología de este malestar permanece parcialmente reprimida durante la semana, debido a las tareas y ocupaciones, pero al llegar la temida libertad del descanso, estos síntomas tienen vía libre para manifestarse.
La neurosis del domingo o «vacío del domingo» tiende a manifestarse también después de atravesar una pérdida. De hecho, algunas personas manifiestan que el día que más sienten dolor emocional tras la muerte, separación o cualquier pérdida significativa en su vida es el domingo.
No duden en buscar ayuda profesional si sienten que solos no pueden manejar este malestar emocional.
Dice también Viktor Frankl que «no hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas, como la consciencia de tener una tarea en la vida».
*Tanatóloga con enfoque logoterapéutico. FB: Blanca Fernández Tanatóloga
Envejecer tiene una magia especial. Esos ojos que comienzan a perder su brillo tienen tras de sí un complejo aparato cerebral que percibe estímulos y reacciona diferente a como lo hacía años atrás, despertando emociones capaces de afectar seriamente el también desgastado aparato corporal. Es por esa razón que debemos «aprovechar» las ventajas de la experiencia acumulada durante la juventud prolongada, para estimular ese cerebro poderoso que tiene la capacidad de disminuir las dolencias propias de la edad.
El miedo a envejecer es tan libre como cualquier otro, y hablar sobre el tema siempre se hace necesario. Disertar sobre el envejecimiento nos lleva a muchos terrenos que van desde las clásicas teorías gerontológicas hasta la psicobiología y la neurociencia.
Para ahondar sobre los matices del valioso regalo de un envejecimiento saludable con Pensamiento Propositivo nos apoyamos en la psicogerontóloga venezolana Victoria Tirro, quien entendió hace años que para abordar esta etapa tan llena de sabiduría, pero también de vulnerabilidad, es importante aplicar la psicología positiva y conocer herramientas que hagan de este momento una combinación de experiencia, disminución de factores desgastantes y armonía entre la persona de edad avanzada y su entorno.
Sea su cuidador o simplemente su acompañante, debemos ante todo ser sumamente comprensivos. A ellos va especialmente dirigido este artículo, al acompañante o cuidador, para hacer este momento de la vida más llevadero para todos los involucrados.
Envejecer tiene una magia especial. Esos ojos que comienzan a perder su brillo tienen tras de sí un complejo aparato cerebral que percibe estímulos y reacciona diferente a como lo hacía años atrás, despertando emociones capaces de afectar seriamente el también desgastado aparato corporal. Es por esa razón que debemos «aprovechar» las ventajas de la experiencia acumulada durante la juventud prolongada, para estimular ese cerebro poderoso que tiene la capacidad de disminuir las dolencias propias de la edad.
Desde el Pensamiento Propositivo logramos articular algunas fórmulas sobre la base experimental y siempre documentada y certificada de la doctora Tirro, quien asegura que «el paso de los años lleva consigo una variedad de cambios que generan ganancias y pérdidas de diversa índole; por lo que el envejecer no puede ser visto solo como una etapa de decadencia».
La primera fórmula es priorizar las emociones, la vulnerabilidad aumenta en esta etapa y en muchas oportunidades debemos actuar de tal forma que los hagamos sentir útiles y fuertes de temperamento, generar en ellos esa confianza a ratos perdida, aplicar la misma psicología que a los niños, solo que a ellos no los estamos formando para la vida, sino, aunque suene duro, estamos preparándolos para una eventual partida. Demostrar lo importantes que son para la familia sirve de estímulo clave para darles la fuerza que necesitan a fin de enfrentar algunas dolencias físicas y frenar la aparición de otras venideras.
Otra herramienta a considerar por el entorno del adulto mayor es exaltar la figura del anciano, como ocurre en la mayoría de los países del continente asiático. El anciano en casa debe ser el maestro, el sabio, el consejero, a quien debemos consultar todo, cuidar, respetar y honrar (o por lo menos hacerlo sentir así); nunca ha de ser visto como una carga. Envejecer es un premio, no un castigo, y como tal debemos asumirlo, además de que, en el mejor de los casos, tendremos la fortuna de transitar ese camino del envejecimiento, por eso debemos hacerlo saludable mental y físicamente. «Desarrollemos la empatía, hagamos el ejercicio mental de cómo nos gustaría sentirnos cuando nos llegue ese momento, y cómo quisiéramos ser tratados» sugiere Tirro.
Existen numerosas variables de tipo cultural, social, económica, política, biológica, psicológica e institucional que influyen en el concepto del envejecimiento y en la consideración de lo que supone ser anciano. No menos importante también son las particularidades de cada país. En Venezuela, por ejemplo, donde la población ha envejecido por la altísima migración de los jóvenes, debemos hacer una valoración diferente que parta de políticas públicas que protejan a nuestros ancianos. Una aspiración bastante utópica conociendo nuestra realidad nacional, pero el llamado queda y, mientras, quienes tengamos la posibilidad de ayudar a incrementar el envejecimiento saludable, no lo dejemos para después.
*Politóloga y locutora venezolana, madre de Abraham, Sara y Samuel. **Diarios de Covid-19 agradece al periódico venezolano El Universal por la publicación de este artículo, difundido originalmente el 15 de mayo de 2022.
Según la revista científica Nature, cada vez hay más pruebas de que algunas personas contagiadas pueden seguir transmitiendo el virus durante más tiempo que los cinco días de «guardarse» que recomiendan los médicos. Al menos habría que esperar diez días.
Artista plástico David Silva – «Monolitos flotando» (México)
Por la Redacción
Cuando en diciembre pasado los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos redujeron a cinco días el tiempo de aislamiento recomendado para las personas con Covid-19, argumentaron que el cambio se basa en la ciencia. En concreto, los CDC aseguraron que la mayor parte de la transmisión del SARS-CoV-2 se registraba en las primeras fases de la enfermedad, entre uno y dos días antes de la aparición de los síntomas y durante dos o tres días después.
No obstante, muchos científicos cuestionaron en ese momento la decisión, poniendo en duda el diagnóstico. Esta discrepancia se ha visto ahora reforzada por una serie de estudios que confirman que muchas personas con covid siguen siendo infecciosas hasta bien entrada la segunda semana luego de haber experimentado los primeros síntomas. Las reducciones en la duración del lapso de aislamiento recomendado -ahora común en todo el mundo- están impulsadas por la política, dicen, más que por nuevos datos tranquilizadores.
En entrevista con Adam, la especialista en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts, en Boston, Amy Barczak afirma que «los datos sobre la duración de la infección no han cambiado realmente». «No hay datos que respalden cinco días o algo menos de diez días [de aislamiento]», agrega. La propia investigación de Barczak, publicada en el servidor de preimpresión medRxiv, sugiere que una cuarta parte de las personas que han contraído la variante Ómicron del SARS-CoV-2 podrían seguir siendo infecciosas después de ocho días.
Aunque la pregunta es simple, afirma David Adam -¿durante cuánto tiempo es contagiosa una persona con covid?-, los expertos advierten que la respuesta es complicada. «Siempre pensamos que es algo blanco o negro… si alguien es infeccioso o no, pero en realidad es un juego de números y de probabilidades», señala Benjamin Meyer, virólogo de la Universidad de Ginebra (Suiza).
Para Meyer, ese juego de números tiene reglas y líneas de base cambiantes. Las variantes emergentes, la vacunación y los distintos niveles de inmunidad natural provocados por una infección previa pueden influir en la rapidez con la que una persona puede eliminar el virus de su sistema. A su vez, esto dicta en última instancia cuándo deja de ser infecciosa. Los factores de comportamiento también son importantes. Las personas que se sienten mal tienden a relacionarse menos con los demás, por lo que la gravedad de los síntomas de alguien puede influir en la probabilidad de que infecte a otros.
Al respecto, David Adam destaca que algo en lo que la mayoría de los científicos están seguros es que las pruebas de PCR pueden dar un resultado positivo incluso cuando alguien ya no es infeccioso. Y esto probablemente ocurre cuando las pruebas, que detectan el ARN viral, recogen los restos no infecciosos que quedan luego de que se haya eliminado la mayor parte del virus vivo.
Por el contrario, las pruebas de flujo lateral (o «antígeno rápido») ofrecen una mejor orientación sobre la infecciosidad, ya que detectan las proteínas producidas por el virus en replicación activa.
En opinión de Emily Bruce, microbióloga y genetista molecular de la Universidad de Vermont, en Burlington, «todavía hay todas estas cosas de las que no estamos exactamente seguros, pero si tuviera que resumirlo en un mensaje muy conciso, sería que, si eres antígeno positivo, no deberías salir e interactuar estrechamente con personas que no quieres que se infecten».
Pero ¿qué sucede con alguien que ha dado negativo en una prueba de flujo lateral durante unos días, pero que sigue teniendo fiebre y tos seca? Según Bruce, es importante recordar que, aunque los síntomas persistentes pueden parecer y sonar graves, no indican que la infección continúe.
«Definitivamente, puedes tener síntomas durante más tiempo del que das positivo en el flujo lateral. Creo que eso se debe a que muchos de los síntomas son causados por el sistema inmunológico y no directamente por el virus en sí».
El reportaje pone de ejemplo el Reino Unido, donde la relajación de las medidas de aislamiento coincidió con la retirada de las pruebas de flujo lateral libre. Por lo mismo, afirma Adam, asumiendo que muchas de las personas que siguen las nuevas recomendaciones van a dejar de aislarse después de cinco días sin pruebas, los científicos han estado investigando en particular cuántas personas con covid es probable que sigan siendo infecciosas después de este punto.
Añade que no es práctico hacer un seguimiento de la transmisión directa del virus a partir de un gran número de personas y medir cómo se reduce con el tiempo, por lo que los investigadores se basan en mediciones indirectas para determinar el punto en el que se espera que las personas dejen de ser contagiosas.
Los investigadores con acceso a un laboratorio de alta seguridad de nivel 3 -como el que tiene Barczak- pueden hacerlo realizando experimentos para comprobar si el SARS-CoV-2 vivo puede cultivarse a partir de muestras tomadas de pacientes durante varios días consecutivos.
«Si el paciente sigue excretando un virus que podemos cultivar de su nariz hay al menos una buena posibilidad de que siga siendo infeccioso para otras personas», afirma Barczak. Agrega que a medida que han surgido diferentes variantes del Covid-19 y que varios grupos de investigación han realizado estos experimentos, ha surgido un consenso de que es muy inusual que las personas eliminen el virus cultivable después de diez días. «Por lo tanto –destaca- es muy inusual que las personas sigan siendo infecciosas después de ese lapso».
Otros estudios utilizan ya los niveles de ARN viral medidos mediante pruebas de PCR para inferir si alguien es infeccioso. «Esto facilita el trabajo con muestras de gran tamaño», dice Adam y pone de ejemplo un proyecto dirigido por el Instituto Crick y el University College Hospital, ambos en Londres, que se han basado en las pruebas de PCR realizadas a más de 700 participantes, obtenidas a partir del momento en que se desarrollaron los síntomas.
El estudio, publicado el pasado 10 de julio en servidor de preimpresión medRxiv, sugiere que un número significativo de personas conservan cargas virales lo suficientemente altas como para desencadenar una infección posterior entre los días siete y diez, independientemente del tipo de variante o de cuántas dosis de vacuna hayan recibido.
«No estamos midiendo el virus vivo, pero ahora hay una gran cantidad de trabajo en la literatura que proporciona un mapa bastante bueno de lo que constituye una carga viral que probablemente produzca virus infecciosos», dice David LV Bauer, virólogo del Instituto Crick que es co-investigador en ese estudio.
Sobre el fenómeno del «rebote», Yonatan Grad, especialista en enfermedades infecciosas de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, en Boston (Massachusetts), que ha trabajado en estudios similares de infecciosidad basados en la PCR, dijo a Nature que está de acuerdo en que diez días es una regla general útil para saber cuándo las personas deberían dejar de ser contagiosas. Pero advierte que un pequeño número de personas podría seguir siendo infeccioso más allá de ese punto.
Afirma Grad que algunos de estos casos en Estados Unidos se han relacionado con el medicamento antiviral común Paxlovid (nirmatrelvir-ritonavir). «Hay un fenómeno de rebote en el que las personas verán que sus síntomas parecen resolverse e incluso pueden dar negativo en una prueba rápida, pero luego, unos días después, los síntomas y el virus vuelven a aparecer».
Sobre esto, Barczak afirma que esta es una de las cuestiones clave que los investigadores están estudiando ahora. «Los antivirales cambian la dinámica de los síntomas, cambian la dinámica de la respuesta inmunitaria y cambian la dinámica de cómo se desprende», dice. «Creo que esto es realmente importante, porque la gente sale al mundo pensando que no es infecciosa después de diez días. Pero si tienen el rebote de Paxlovid podrían serlo».
Cientos de danzantes se congregaron en el Zócalo de la Ciudad de México para celebrar los casi siete siglos de la fundación de México-Tenochtitlán, después de dos años en que los festejos se vieron afectados por el impacto de la pandemia.
Por Luis Barrón*
Cientos de danzantes entre humo de copal, guerreras, guerreros y jugadores de pelota toman la Explanada de la Plaza de la Constitución o Zócalo de la Ciudad de México para, en medio de la nueva normalidad, conmemorar el 697 aniversario de la Fundación de México-Tenochtitlán, el 26 de julio con condiciones preventivas a causa de la pandemia.
De esta forma, los participantes defienden las raíces, cultura y tradiciones de los pueblos originarios y reafirman su compromiso con la historia de México.
*Luis Barrón / Reportero Gráfico / Ciudad de México Facebook: Luis Barrón Instagram: @photonomada Twitter: @photonomadamex
«La traducción también es escritura y con este libro traduje arte«
El 28 de julio se presentó en la Casa de Francia, en la Ciudad de México, la novela juvenil Tengo 14 años y no es una buena noticia, de la reconocida escritora francesa Jo Witek, Premio Babelio 2021, ante un público expectante que llenó el auditorio por la calidad del libro y la trascendencia del tema: los matrimonios infantiles forzados que siguen afectando a millones de niñas en el mundo.
PorIrene Selser*
Xitlalitl Rodríguez Mendoza: «Sin traducción no hay literatura». Foto: Cortesía
Por varios motivos, la novela Tengo 14 años y no es una buena noticia está destinada a trascender en México, en primer lugar, por el tema que aborda: los matrimonios forzados de niñas y adolescentes que aún no han alcanzado la mayoría de edad y que son vendidas por sus padres y madres a hombres que muchas veces les triplican la edad, como parte de un comercio filial ancestral, que responde a razones económicas y culturales. El libro es otro acierto del sello infantil y juvenil El Naranjo, a cargo de la editora Ana Laura Delgado, que por primera vez incluye en su catálogo una obra traducida, en este caso del francés.
En la presentación del libro acompañaron a Delgado la senadora Patricia Mercado, dedicada desde hace décadas al tema de los derechos de la mujer; Ivonne Piedras, directora de Comunicación y Campañas de la organización Save the Children en México; la ilustradora, Jimena Estíbaliz, que aporta imágenes francamente originales y poderosas que elevan el impacto de la obra, y la traductora y poeta Xitlalitl Rodríguez Mendoza, que hizo posible la existencia en español de este valioso libro.
Por motivos de fuerza mayor, la autora Jo Witek (París, 1968), también periodista, actriz y cuentacuentos no pudo estar presente, como era la intención a través de un videomensaje .
Las participantes enfatizaron en la importancia de esta novela, escrita en un lenguaje sencillo y directo, no solo por su calidad literaria sino como herramienta de denuncia en contra de una práctica que, en los hechos, supone otra forma de abuso y violencia sexual.
La historia cuenta de vida de Efi, una joven estudiante de secundaria cuyos padres, que viven en el pueblo y enfrentan demasiadas penurias, deciden casarla apenas cumplidos sus 14 años. Excelente alumna y amante de la poesía, la joven núbil terminará desafiando su destino «manifiesto» gracias a su espíritu autónomo y libre, a cambio del rechazo de su comunidad y su familia, cuyo único vínculo será su hermano Âta, solidario y cómplice; «un hombre diferente», dirá Efi, que se despide de sus lectores con esta reflexión:
«‘¿Y mañana? ¿Cómo será el mañana?’, me preguntan con frecuencia las personas a quienes les cuento mi historia. Les respondo que lo ignoro. Les respondo que depende… de ellos, de ti, de mí. De cada quien. Les digo que la vida depende solo de eso: de unos cerillos, de una pluma de gallina, de un hermano valiente. ¿Mañana? Seré libre para ver el sol levantarse como en cada amanecer. Después, andaré por los caminos, porque mientras haya chicas amenazadas por un matrimonio forzado, no habré terminado de contar mi historia.»
A propósito del libro y de los retos que supuso esta, su primea traducción para la editorial El Naranjo, conversamos con Xitlalitl Rodríguez Mendoza, la voz en español de la adolescente Efi.
¿Qué significó para ti la traducción de este libro y su contenido?
Ha sido muy importante, porque es la primera novela juvenil que traduzco. Además, me siento muy afortunada de traducir un libro de una autora tan reconocida como lo es Jo Witek. La novela es muy compleja para traducir, más allá del tema que aborda, que es el problema del matrimonio infantil; pero, literariamente, los personajes tienen muchísimos matices y, sobre todo, quería lograr que Efi tuviera, en su traducción al español, la misma construcción y los mismos efectos en los lectores que en la versión original en francés.
¿Cuáles son los retos que enfrentaste como traductora?
El principal, me parece, fue el hecho de que no haber tenido la oportunidad de trabajar directamente con la autora, de consultar con ella algunas dudas. Esto se complicó, en particular, en la traducción de frases y expresiones idiomáticas. Hubo también temas más puntuales como el tratamiento de los nombres al momento de la traducción: hay algunos apodos y también está el caso de los pequeños Solo y Rana, los hermanitos de Efi, pero dado que en español tenemos las palabras «solo» y «rana», se me ocurrió que con un acento circunflejo tendrían un elemento gráfico que los alejara de su significado en nuestra lengua, por lo que quedaron como Sôlo y Râna, aunque ahora que lo pienso, esta es una salida que podría ser capacitista, dado que solamente sirve si se está leyendo el texto, mas no si se está escuchando.
También hubo largos intercambios con el generoso equipo editorial sobre algunos criterios editoriales y de otro tipo. Por ejemplo: la historia de Efi transcurre en tres espacios sin nombre propio, pero que son la ciudad (ville), un pueblo (bourg) y una aldea (village). Sabemos que, en general, village se traduce como pueblo, pero dadas las dimensiones y el tipo de actividades que describe la protagonista del libro que se realizan en uno y otro espacio, es importante diferenciarlos. Pero nos tardamos un buen rato en llegar a un acuerdo, que es, al final, como quedó: ciudad, pueblo grande y pueblo.
Eso sucedió con varias decisiones sobre mi traducción, cuyo primer borrador revisó minuciosamente mi colega traductor Alejandro Maciel.
Junto a tus más de ocho libros de poesía publicados, que incluyen también el género de ensayo, ¿qué supone como poeta la labor de traducción?
Con la traducción de Tengo14 años y no es una buena noticia me pasó algo que jamás me había pasado: una aprehensión terrorífica sobre mi escritura y sentí que realmente estaba haciendo algo artístico. No sé, como que en mis poemas siempre he sido más receptiva —o al menos, eso espero— con los comentarios de mis editores, en especial o en el caso particular de Datsun y Catnip, donde directamente trabajé los libros con mis queridas editoras Carmina Estrada y Mónica Nepote, respectivamente. Aunque sé que, para fines prácticos soy artista (actualmente tengo la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte), no pienso en mi escritura como arte. Yo veo a la poesía como algo que siempre ha estado en mi vida incluso antes de empezar a escribir; es algo que simplemente no puedo dejar de hacer porque es mi forma de entender el mundo. Y quizá también se deba a que —aunque actualmente tengo la enorme fortuna de vivir de la poesía— sé que tal vez no siempre voy a trabajar en cosas que tengan que ver con poesía, pero estoy segura de que nunca podré dejar de leer, recordar ni escribir poemas.
Con esta traducción sí sentí que estaba haciendo arte. Sentía que tenía la gran responsabilidad de trasladar una obra de arte de una cultura a otra. Me imagino que es lo que pueden sentir quienes tuvieron que trasladar una cabeza olmeca hasta Alemania. Entonces yo quería hacer lo mejor posible pensando en la autora, desde luego, pero también en los lectores. Y es muy difícil darte cuenta de que muchas veces la traducción no se toma como lo que es: literatura. Pareciera como que el texto traducido no fuera un original, y claro que lo es. La traducción es escritura. Y los traductores somos autores al cuadrado: porque llevamos la obra de un autor en una lengua y otra cultura, y hacemos que eso exista en otro lado. Me gusta pensar en la traducción como una rosa de Jericó a la que le echas agua y se expande y vive, luego se vuelve a secar y se hace bolita, y te la puedes llevar a otra parte; es cuestión de que la vuelvas a poner en agua, para que vuelva a expandirse. Claro que, entre una y otra vida, tiene quiebres y algunas de sus ramitas se irán transformado, pero la rosa es la misma y está viva. El traductor es quien vierte el agua y quien busca el recipiente y la luz adecuados para que cada texto crezca y respire en otro lugar. Ya eché mucho rollo para decir simplemente que, sin la traducción, no existiría la literatura.
Otra gran diferencia entre mi trabajo como autora y como traductora es que llevo más de veinte años escribiendo y publicando poesía. He sido muy afortunada en cuanto a que mis libros se han publicado y han circulado bien. Sin embargo, estamos hablando de un género que, si bien tiene su prestigio dentro del campo literario, es el más menospreciado en el mercado editorial, porque es el que menos se vende. Una vez entrevisté a un agente literario extranjero que lleva nombres chonchos en cierta editorial trasnacional, sobre la compra de derechos para la traducción de poesía: soltó una carcajada. Eso no existe debido a que, según me explicó, los derechos de traducción aumentan los costos de publicación, por lo que las editoriales prefieren apostar a géneros que saben que serán redituables, tal es el caso de la novela.
Sin duda, hay semejanzas entre la poesía y la traducción como procesos de creación. Pero evidentemente cada uno tiene sus reglas. ¿Cuál disfrutas más? O, dicho de otro modo, ¿hay momentos diferentes para escribir y para traducir?
Creo que algo que disfruto muchísimo de ambas cosas es el sentido de libertad que me dan. Siempre quise ser narradora, pero no soy buena. Pero traducir narrativa me ha dado la ilusión, por un momento, de estar escribiendo una novela. ¡Y me encanta! Traducir ha sido como estar leyendo una partitura y estar, al mismo tiempo, ejecutando la pieza en un instrumento que me es propio, que es la lengua. Obviamente cada una tiene sus complicaciones: en la poesía a veces me gana la risa o me preocupa escribir sobre ciertas cosas; en la traducción, por el contrario, quiero quedar contenta yo, los lectores y lo que me imagino que podría gustarle al autor. Y, también, al editor. Aunque cuando ya es un trabajo remunerado, que así debería de ser siempre, sí se agrega una capa de tensión, pero supongo que es normal.
A tu juicio, ¿cuál es la importancia de este libro en la realidad mexicana y qué puede aportar al debate jurídico sobre los derechos de la infancia y la juventud?
Nunca había estado en una presentación así. Me sorprendió porque jamás se habló de literatura. Se politizó la conversación, lo cual está bien hasta cierto punto, pero hasta yo me dejé llevar por el tema del matrimonio infantil en México y el mundo. Un tema del que no sabía casi hasta antes de iniciar con la traducción del libro, ahora no sé mucho más que algunas cifras.
Quisiera mencionar que la novela se compone de veinte capítulos al largo de los cuales se narra la historia de Efi, una adolescente de 14 años que regresa en el verano de la escuela a la casa con su familia y, debido a la precariedad y la pobreza en la que esta se encuentra, aunado al séptimo y abrumador embarazo de su madre, Efi tendrá que abandonar la escuela para casare con Soan, un hombre de 30 años que fue a la facultad y cuya familia, adinerada, vive en la ciudad y a quien la joven nunca ha visto en su vida. Efi está aterrada al igual que su amiga Alvina, quien también deberá casarse con un hombre mucho mayor que ella. No hay nada que ninguna de ellas pueda hacer, ya que a las mujeres que se niegan a responder a esto son golpeadas o incluso asesinadas, por propios y extraños, mientras que sus familias son aisladas y repudiadas. Narrada en primera persona, la historia de Efi se nutre de lecturas de aventuras, pero también de cuentos de tradición oral como Caperucita —en la lectura de Robert Darnton—, donde la joven núbil debe cuidarse del lobo. Estas intermitencias intertextuales, también son alimentadas por Emily Dickinson, una poeta que, desde su encierro, acompaña a Efi en el suyo.
La complejidad de los personajes y el cuidado que la autora dedica la relación de Efi con cada miembro de su familia e, incluso, con otros personajes entrañables, aunque silentes como la maestra Gaztea, le da un gran relieve narrativo al libro. No se trata de una historia donde claramente la familia que entrega a Efi a un perfecto desconocido es mala. Como la novela épica que es, la protagonista se desploma ante su terrible realidad para reconstruirse. Se reconstruye frente a su padre destrozado al no tener otra opción para sobrevivir que casar a su hija; frente a su madre exhausta y vacía; frente a sus amigas dadas por vencidas; frente a su hermano Âta quien, después de Efi, es el personaje más querible de la novela.
Aunque la historia transcurre en la actualidad, donde para 2023, según cifras de la UNICEF, 120 millones de niñas serán sometidas al matrimonio forzado, el país que sirve de contexto es deliberadamente ambiguo. Se menciona algo del paisaje como: «Me instalo debajo de un árbol enorme. Podría ser un tamarindo, un karité, una casuarina, un roble, un baobab o una secuoya. Siempre hay árboles enormes en la vida de las chicas». Esta lista de árboles deja claro que la historia puede transcurrir en México, Botsuana, India o Estados Unidos. Pero hay rasgos culturales que dibujan el origen de la familia, como pueden ser el hecho de que coman sobre una estera o tapete y no se sientan a la mesa. O el hecho de que recen varias veces al día. En fin, sin dar más detalles, esta novela es una pieza literaria que, sin bien cuenta una historia terrible, también trae esperanza e incluso ciertos momentos de humor.
En una entrevista, la autora menciona que no especifica el país en el que se sucede la historia porque no quería estigmatizar a una cultura, un pueblo, una religión, etcétera. Creo recordar que en la presentación del libro se mencionó que el matrimonio infantil en México se da, sobre todo, bajo la figura de «usos y costumbres», pero me parece que eso es racista porque la gran mayoría de las veces, esa figura se utiliza para hablar de los pueblos originarios. En la presentación se comentó que el matrimonio infantil se da, sobre todo en ciertos estados que resultan ser los más empobrecidos del país. Decir eso es no aceptar que la violencia del matrimonio infantil responde a también a la violencia económica a la que han sido sometidos estos estados desde los centros financieros, centros alrededor de los cuales hay redes de trata de personas y feminicidios.
Creo que libros como Tengo 14 años y no es una buena noticia son importantes, pero —más que para concientizar a los políticos a fin de que hagan su trabajo y protejan los derechos de grupos vulnerables; por lo general, la clase política no tiene remedio—, son necesarios sobre todo para acompañar a las víctimas de este tipo de abusos. Porque esto es lo que hace la literatura: encontrar a las Efis del mundo y acompañarlas, reflejarlas y nombrarlas en los momentos de mayor soledad, dolor e incertidumbre. Así como Efi toma de escudo contra el horror un poema de Emily Dickinson (traducción que muy amablemente nos cedió Juan Carlos Calvillo), espero que mi traducción tenga un lugar en la vida de sus lectores.
*Xitlalitl Rodríguez Mendoza (Guadalajara, Jalisco, 1982) es poeta, traductora y editora. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Es maestra en Traducción por El Colegio de México y por la Universidad Sorbonne Nouvelle – Paris 3. Ha publicado varios libros de poesía, entre los que se encuentran Datsun, Catnip, Hotel Universo y Jaws [Tiburón], libro que le valió el X Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano. También es autora, junto con Atahualpa Espinosa Magaña, del libro de ensayos Poesía y desempleo. Ha traducido varios libros de literatura infantil. Tengo 14 años y no es una buena noticia de Jo Witek es la primera novela juvenil que traduce. Actualmente es jefa de redacción de Periódico de Poesía de la UNAM y forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Desde principios de julio, la periodista y pintora Viétnika Batres compartió en su cuenta de Twitter, el paso de la enfermedad sobre su salud y las afectaciones que iba dejando en su vida cotidiana. Su diario es un recuento de sabores, olores y estados de ánimo, en los que la autora atraviesa desde preocupación y desánimo hasta risas.
Por la Redacción
«Al rato fui a la cocina y PUM: el pollo chamuscado». Foto: Cortesía
A lo largo de la pandemia, miles de personas han volcado sus experiencias a través de diarios personales que, en muchos casos, también son compartidos en redes sociodigitales. En la quinta ola de covid en México -que alcanzó entre 25 y 29 casos diarios entre junio y julio de este año-, la periodista y pintora, Viétnika Batres, se incorporó a los informes de la Secretaría de Salud, que reportó un descenso en el número de contagios de la pandemia.
Desde principios de julio, Viétnika compartió en su cuenta de Twitter, el paso de la enfermedad sobre su salud y las afectaciones que iba dejando en su vida cotidiana. Su diario es un recuento de sabores, olores y estados de ánimo, en los que la autora atraviesa desde preocupación y desánimo hasta risas.
Con su autorización, difundimos las publicaciones que realizó con la etiqueta #DiarioDeCovid.
5 de julio
-¿Cómo amaneciste? –Pues… amanecí.
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¿Te gustó el caldito que te preparé? –Mil gracias, lo devoré. -¿Pero te gustó? –Me hizo el paro. –Ay, no te gustó. –No es tu caldo, soy yo. –Ajá. –Es real: no distingo sabores, y aunque como con hambre nada me sabe…
*** 6 de julio
Tienes hambre. Arrastras tu esquilmada humanidad a la cocina. Calientas un pancito, lo abres, untas mantequilla y miel, rellenas con moras. Lo comes con ganas. Mmmh… Nada 😐 Nada como un delicioso desayuno que sabe a nada. Te olvidas del café. Vuelves a la cama.
*** Hola. ¿Por qué tienes la misma ropa que ayer? –Porque estoy enferma, como ayer. ****
–Me la pasaba revisando las llaves del gas, no hubiera fugas y yo sin poder detectar. –¿Verdá? O la angustia de comer algo podrido😬 Dejé dorando pollo,pa matarle toda toxina. Al rato fui a la cocina por un té y PUM: el pollo,chamuscado; yo,sin oler nada de na😵💫
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7 de julio
Despiertas. No has podido dormir muy bien. Te levantas. Caminas y pisas uno de los pañuelos desechables que has dejado por toda la casa. Maldiciendo entras al baño y recuerdas que no eres Rubén Blades ni te vas a bañar pronto, sino hasta que lo permita tu doc…
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8 de julio
Ensalada para recuperar el sentido del gusto: mezclar pepino sin semillas, jitomate, aceitunas negras sin hueso y harta cebolla morada. Picas todo, añades jugo de un limón, queso feta y aceite de oliva. –¿Y? ¿Cumplió? –Estoy segura de que sabía bien rico.
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10 de julio
Apenas un resabio de cebolla morada cruda. De chocolate amargo. De té de canela, laurel y pimienta. Sabores fuertes para provocar al sentido del gusto menos que débil. Perdido. Más como extraviado. Pero que ya quiere regresar😊 El olfato sí que me lo secuestraron.
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11 de julio
Tener #COVID19 no es tener gripa. No mientan por convivir.
*** 15 de julio
Casi dos semanas después, ya percibo olores: el cloro no, la fruta sí; el insecticida no, un chocolate caliente, sí. Pasa esto: como piña, me llega su rico olor, pero no sabe a nada 🫤 Me conformo con la textura. Lenta, mejoro. El enemigo ahora es esta terca tos 😷
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28 de julio
Llama. Contesto mientras toso. Dice que se siente mal por mi tos. Me disculpo mientras toso. Si no podemos hablar, digo, recítame algo. “Me gustas cuando toses / porque estás como ausente / distante y dolorosa / casi como si hubieras muerto”. Reímos. Yo, mientras toso 😂😭
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29 de julio
Hago mermelada de higos, moras, piloncillo y canela. Al menos ya puedo percibirlo: toda la casa huele como a ponche🤤 Y ya casi siento todos los sabores (+salados -dulces). El lunes empieza agosto y luego ¡Navidad!🎄¿Seguiré con tos para entonces?😐
Este amor Este duende supo abrir, mi corazón en flor, no sabía era tan mío, hasta que su aroma me dio, me sobrecojo en mí misma, frente a tanto colorido y lo puro de su amor, sólo sé que se hizo dueño, convirtiéndome en su flor. Fue bordando mi vida, llenándola de alegría, buenos cuidos, muchos mimos, que me hacen parecer… que soy princesa, luego reina y de todo a la vez.
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Mi musa
Mi musa un amor perdido, que hondo logré guardar mi corazón bien rebelde, se abrió de par en par. Es así que lo recuerdo, es así que ya se expresa, abraza mi corazón, me devuelve la esperanza, hace más corta la espera, minimiza la añoranza. Helo aquí bien decidido, con firmeza afianzado, ¡vuela!, ¡vuela!, ¡ama!, ¡ama!, inspirando cada verso, que se riman sin enfado sólo saben que hay amor solo saben de quietud de entregar el corazón en cada beso robado.
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Sin fin
Eres mi mundo sin fin me involucro en tu soñar, que tan bien enamorada, sin alas puedo volar
Extraño todo lo tuyo en cada momento ansío que me abriguen tus brazos, en apretado abrazo que me besen tus labios, con beso enamorado de caricias me llenes, suave a través de tus dedos y ese contacto sea cual rosa de terciopelo admito que eres mi todo, casi casi mi cielo
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Difícil
Cuán difícil se hace el vivir sin un amor llevadero creo que es muy saludable para nuestro corazón el poder latir de prisa cuando siente la pasión.
Tiene sabor la vida si se vive con amor ese que todo lo puede salta obstáculos enormes hace que sea posible aquello que crees que no es sal de tu salero para aumentar el sabor
Es que entregarte en vida a un querer no es pasajero, es unirte al universo es subir con las estrellas confluir en el espacio es deber y regocijo tener para mí esos lazos sintiendo ese calor cuando estoy entre tus brazos.
El multipremiado poeta nacido en Ciudad del Maíz, San Luis Potosí -y adoptado también, varios años, por la Ciudad de México y de manera más prolongada, por Monterrey- trata en su nuevo libro no solo de dar respuesta a las preguntas sobre esas travesías que lo colocan a veces como originario y otras -muchas- como extranjero, sino también de ir hilando, como tejedor, los retazos de memoria que toda travesía deja en la piel y el corazón del viajero, como un tatuaje.
Adriana Esthela Flores*
El autor durante la presentación de su nuevo poemario. Foto: FB – Laberinto Ediciones
«Sigo creyendo que el poema es para buscar respuestas. En el momento en que encontramos esas respuestas, tal vez, el poema acaba y creo que no son respuestas definitivas, sino temporales». La descripción de Margarito Cuéllar sobre la materia objeto de su quehacer literario es la pregunta que guía el recorrido por su poemario En el hotel de la vida todos somos extranjeros, una especie de viaje por tres ciudades, a través de imágenes, sensaciones y olores.
El reconocido poeta nacido en Ciudad del Maíz, San Luis Potosí -y adoptado también, varios años, por la Ciudad de México y de manera más prolongada, por Monterrey- trata no solo de dar respuesta a las preguntas sobre esas travesías que lo colocan a veces como originario y otras -muchas- como extranjero, sino también de ir hilando, como tejedor, los retazos de memoria que toda travesía deja en la piel y el corazón del viajero, como un tatuaje.
Margarito Cuéllar presentó su poemario recientemente en la Ciudad de México y también el pasado 28 de marzo, a través de un evento virtual organizado pro Librerías Gandhi y en el que participó el escritor y periodista Marcos Daniel Aguilar.
En aquella charla cibernética, el poeta-amigo hizo varias reflexiones sobre la obra publicada por Laberinto Ediciones y el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, que aborda sus migraciones por las tres ciudades en una suerte de conversación permanente consigo mismo, con quienes le acompañan, con lo que rodea sus trayectos y con las urbes mismas, a las que también personifica.
Desde los Diarios de Covid-19 compartimos algunas de las expresiones de Margarito en aquella charla, así como algunos de los poemas de esta obra que se suma a los 19 libros que ha publicado en su intensa y fructífera carrera.
«El título es un aforismo, al margen de que la escritura lleva algunos versos, poemas y títulos que se encaminan hacia allá, el aforismo es parte fundamental en la formación de un escritor en distintos momentos de su trabajo y ha sido mi caso.»
«Yo me hacía esas preguntas, a veces sintiéndome forastero, a veces sintiéndome en casa, pero luego es un diálogo más atrás, con los muertos, luego emprender, hacer la mochila otra vez porque hay que seguir el viaje.»
«Es ofrecer un tributo a tierras adoptivas.»
«Trato de emprender viajes como aprendiz de peatón.»
«Son poemas no escritos en el presente, sino escritos en otro momento donde ese pasado ya está como asimilado y la poesía te permite volver en el pasado, no como cuestión de nostalgia, sino ahondar en la memoria y encontrar hilos que en el momento en que lo estabas viviendo, no los tenías.»
***POEMAS***
La herida
Si se infecta, florece y nuevas partituras inauguran la luz la herida atrae música de ayer y sangra notas de hoy
Ya te vi, basurita, suelo mío disparar a todo blanco móvil desde el hotel de paso llamado emblema o patria
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Google Maps
Para querer a una ciudad faltan zapatos derrochar pasos lentos zancadas saltos, si es preciso
Lo que hace falta es aire no dinero ni cuartos habitados por gemidos horas para gastar el día hangares granizadas los oídos de la ciudad no tienen ojos para verte
pruebes leche caliente o chocolate frío a sorbos te devora
Ah, la ciudad mientras más la destrozas más te quiere
Acábala, muchacho dije el día en que erré en sus fauces y me extravié en un plano de bolsillo
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Tierra natal I
El cajero automático sonríe mientras arroja billetes de baja denominación y el menú de este restaurante de paso, como nosotros Los pasajeros alimentan la gula o la pereza o bajan a estirar las piernas
Una mujer se transparenta a bocanadas de humo y envejece al instante toda la vida ha estado ahí
El horizonte engulle al autobús
un aluvión borra casas sombras jardines de las grietas
Los parques olvidan al héroe que los deja
Nací acá donde los lobos aúllan como si nunca no hubiéramos visto
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Cuervos
Vuelan en círculos y con graznidos sellan su acto con la noche
Al descender comprueban que la carroña sigue en el baldío de la existencia
Sus largas patas descienden y libres ya de toda cautela hacen de los despojos su pira funeraria
El cuervo sanea el aire y pasa de la escala más baja a la cumbre de la belleza
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Poemas en la gota de miel
Así florezcan ruinas de antiguas civilizaciones se bañen los mendigos en lascas de oro así tomen los bárbaros sus principales plazas la borre un sismo o la arrase un cometa mi ciudad no se vende
hormigas en la gota de miel
el saqueador habita las tinieblas de lo que fue su reino se alquila plancha de concreto
todavía luce algunas flores en sus grietas
fuego fatuo maqueta portal de forastero chicle masticado vidrio molido chatarra de mi amor
Algún hilo nos une y nos separa para que ni uno de los dos se marche
Arrojas de tu aldea al forastero y ya ni el aire que juraste mío me pertenece
Otras formas de amar procura el alba
Ai’ te ves princesa de bolsillo no sea que me deje el avión
*Periodista y poeta, directora de Diarios de Covid-19.
En esta primera entrega, la autora experta en Liderazgo Estratégico de Recursos Humanos y quien reside en Nicaragua, narra cómo fue que su madre, Albertina Díaz Zambrano, quien dedicó los últimos 30 años de su vida a la Gerencia Hospitalaria, se contagió de covid y debió ser hospitalizada en el Instituto Hondureño de Seguridad Social, en Tegucigalpa.
La autora con su mamá, Albertina Díaz Zambrano. Foto: Cortesía
Por Miroslava Romero*
Los sábados tienen para mí una calidez especial, la luz del sol reflejada en el marco de la ventana, la alegría de mis hijos jugando y aprendiendo como el resto del planeta a vivir sin salir de la casa.
Fue por esa razón, aprovechando la coyuntura mundial del encierro, el trabajo virtual y los estudios en línea, que decidí cursar un doctorado desde la pantalla. Desde comienzos de 2021 he recibido clases en línea desde muy temprano por la mañana, y dedico las tardes a terminar de estudiar y a planificar actividades con mi esposo y mis dos hijos. En ese año por temas de trabajo dejamos Honduras, nuestra patria y nos mudamos a la vecina Nicaragua. En este país de lagos y volcanes, nuestras actividades favoritas son los paseos en bicicleta y las visitas al mar. Por mi trabajo en una isla tenemos la fortuna de vivir en medio de la vegetación a unos minutos de la playa.
Un sábado, mientras asistía a mis clases en línea, mi hijo menor, Marco, que en ese momento tenía dos años, me preguntó insistentemente por su Mama Alberth, su abuela, mi madre. A consecuencia de la pandemia teníamos un año de no verla, ya que cuando los gobiernos de Centroamérica decidieron cerrar las fronteras para evitar la extensión del virus, ella estaba en Honduras. El cierre duró aproximadamente un año y la extrañamos mucho.
Cuando finalmente se dio la noticia de que los pasos fronterizos se abrían, mi madre fue una de las primeras personas que se animó a viajar. Con 69 años llegó a Managua el 23 de diciembre de 2020, cuando aún no se habían reanudado los vuelos internacionales ni existían las vacunas. Armada de valor y de amor, hizo el recorrido en un autobús a pesar del alto riesgo de contagio.
Fue un encuentro lleno de alegría, muy emotivo. Pudimos disfrutar su visita durante un mes y medio. Todos los días íbamos a la playa a observar la puesta del sol y el 7 de enero de 2021 celebramos juntas mi cumpleaños número 37. Como lo hacía desde que yo era una niña, me despertó cantando, con una tarjeta escrita a mano y un regalo muy lindo.
En esos días, mi esposo y ella pudieron reír a carcajadas porque siempre tuvieron una complicidad muy especial, sobre todo para las bromas. Mi madre no era una mujer de hacer chistes, pero con su yerno eso cambiaba.
Recuerdo la anécdota de cuando ella se asustó al ver que nuestra hija mayor, Emilia, entonces de 18 años, manejaba y amenazó con no subirse al carro si ella iba al volante. Pero por amor a la nieta hizo a un lado el miedo y nos acompañó. Mi hija maneja muy bien y el paseo fue muy agradable. Mi mamá estaba asombrada al ver cómo su nieta mayor se estaba convirtiendo en una hermosa joven.
Mi hijo y mi madre tuvieron una conexión especial y ella le hacía comidas muy ricas que a él le encantaban. Su apetito nunca fue mucho, pero siempre recibía con entusiasmo lo que su Mama Alberth le preparaba. Jugaban a diario en la playa con la pelota, corrían y hacían castillos de arena y cuando la noche caía y yo regresaba de trabajar, me daba gusto encontrarlos sentados en el sofá comiendo mandarinas y viendo muñequitos en la televisión.
Mi madre planeaba quedarse varios meses en Nicaragua. Sin embargo, mi abuela, que tenía 90 años, estaba ya muy débil. Familiares en Honduras le avisaron de su deterioro y un miércoles de enero ella me explicó que no quería dejarnos, pero que tenía que ir a darle el último adiós a su madre. Me aseguró que pronto regresaría.
Ya habían pasado nueve días desde que ella se había ido. Era sábado por la mañana y le envié un mensaje para comentarle que Marquito preguntaba mucho por ella. Me respondió que pronto nos volveríamos a ver y que nos extrañaba.
Se hizo de noche. Eran las 11:30 pm cuando mi hijo, que debía estar dormido, seguía despierto preguntando por su Mama Alberth. Decidí hacer una videollamada para que él pudiera verla. Cuando mi madre contestó me sorprendió verla toser rodeada de una luz muy blanca y brillante. No entendí lo que ocurría, pero me aterroricé. Pensé que ella, por su profesión en el área de la salud, estaba atendiendo casos de covid en el hospital donde había trabajado por más de 30 años, aunque ya estaba jubilada. Me imaginé que se había presentado como voluntaria, porque su corazón siempre fue entregado, desmedido, sin ningún tipo de reservas para amar y servir.
Le pregunté sin ocultar mi angustia:
—Mami, ¿dónde estás?
Ella me contestó con la intención de protegerme:
—En la casa.
Le dije con firmeza:
—Mami, esa no es tu casa, parece un hospital. Dime la verdad, ¿qué está sucediendo?
Entonces me respondió:
—Tienes razón, hija. Estoy en un triaje. Tengo covid. Llevo ocho días enferma. Estaba en casa, pero decidí venir a hacerme la prueba hoy y debido a que tengo 85 de saturación, los médicos prefirieron internarme para ponerme oxígeno.
Justo en ese instante, mi madre invitó a un colega y amigo suyo que estaba en el área atendiendo a otros pacientes a que se sumara a videollamada. Le pidió:
—Dígale a mi hija que pronto estaré bien.
—Todo estará bien —dijo él con la cabeza baja y sin mirar a la cámara.
Me puse a llorar, las lágrimas corrían sin cesar por mi rostro. No sabía qué decirle ni qué preguntar. Estaba en shock. El mismo doctor orientó que mi madre debía descansar, pero que le hablara a primera hora de la mañana.
Al colgar sentí un dolor profundo como jamás había experimentado. No tenía esperanza, solamente miedo. Supe que no quería perderla. Me refugié en un rincón de la casa a oscuras, me arrodillé, sollocé e imploré.
Mi madre me había dicho durante la videollamada que se había contagiado de covid de regreso a Honduras. Repasé una y otra vez en la madrugada las circunstancias de cómo podría haber sido y lo desmejorada que la vi esa noche. Me preguntaba: «¿Qué hago?».
Exhausta, alcé mi voz al cielo para pedir al ser supremo que no dejara sola a mi madre en ese difícil e incierto camino.
*Estudiante de Doctorado en Educación (Universidad Americana de Nicaragua, UAM MBA- Tecnológico de Monterrey). Certificada por Cornell University en Liderazgo estratégico de Recursos Humanos. Licenciada en Administración de empresas con posgrado en Pedagogía con enfoque andragógico y Coach certificada con 20 años de experiencia laboral, de los cuales 15 años han sido en la gestión de talento humano en la región centroamericana.
La especialista mexicana Liliana Aguilera, fundadora y presidenta de Ella Transforma, A.C., organización civil que promueve el empoderamiento de niñas y adolescentes para la prevención de la violencia de las mujeres por razón de género, presenta su obra, publicada por Cangrejo Editores; una herramienta didáctica y fundamental para ayudar a las mujeres que se encuentran en una situación de dependencia, a encontrar el camino a fin de lograr una nueva forma de vida, sin maltrato y con salud emocional.
Por Irene Selser*
Conocimos a Liliana Aguilera (Ciudad de México, 1984) unos meses atrás, cuando me invitó a editar su flamante texto, El Libro Púrpura de las Mujeres Extraordinarias, que incluye los 14 pasos que la autora propone, de manera sencilla y clara, para lograr el bienestar femenino desde la niñez y la adolescencia, libres las mujeres de cualquier forma de maltrato familiar, en la pareja, en las relaciones de amistad y también del trabajo.
Doctora en Imagen Pública con especialidad en Imagen Política, dirige 3800AS, una consultoría en Igualdad de Género e Inteligencia Emocional en las Organizaciones. Certificada a nivel nacional en la competencia de primer contacto para la atención a mujeres víctimas de violencia, integra el comité Mujeres Líderes de América (OEA) y de la Fundación CD; siendo además consultora y conferencista en temas de igualdad entre mujeres y hombres, derechos humanos de las mujeres, empoderamiento de las mujeres y el Nuevo Autoconcepto Femenino y Los 14 pasos de las Mujeres Púrpura.
En el ámbito gubernamental es Directora General de Atención a las Mujeres en el gobierno de Guanajuato.
En la Introducción de su libro, y de acuerdo con la ONU, la autora destacada que «una de cada tres mujeres en el mundo ha padecido violencia de diferente tipo: psicológica, física, económica, patrimonial, sexual o mixta, principalmente en el ámbito familiar, siendo en ese entorno en el que se corre más peligro, por lo que pareciera ser aún más difícil salir de este. No obstante, debes saber que se trata de un espejismo. No te preocupes, te convencerás pronto de ello. Nosotras te ayudaremos».
Agrega que, si bien hay grupos de ayuda para alcohólicos y sus familiares, para drogadictos, neuróticos, comedores o jugadores compulsivos, hoy en día, al menos en México, «no existe un grupo al cual las mujeres que la estén pasando mal en sus relaciones o en su entorno, puedan acudir si necesitan ayuda de forma permanente, ya sea que presenten cuadros de depresión, ansiedad, insomnio, lesiones físicas o mentales, el olvido de sí mismas… Un callejón aparentemente ‘sin salida’ que resulta cada vez más complejo, atrapadas en una situación extrema, sin ser capaces de imaginar una vida diferente».
Los 14 pasos que propone la autora nacen después de haber trabajado de cerca con un refugio para mujeres víctimas de violencia, experiencia que la motivó a crear la organización Ella Transforma, A.C., para prevenir precisamente la violencia desde la niñez y la adolescencia, además de la atención a las mujeres a través de los grupos de transformación.
Consciente de que «no hay una fórmula mágica» para cambiar la realidad, Aguilera afirma, en cambio, que «sí existen una serie de acciones que permiten a la mayoría de las mujeres transformarse desde el dolor y resurgir con una gran fuerza interior, como mujeres dispuestas a ser dueñas de su vida y su destino en armonía, paz, tranquilidad y felicidad. En este libro plasmo esas acciones en determinados pasos que, a través de la experiencia y con el apoyo de profesionales, han permitido generar cambios verdaderos en las mujeres, ya que están diseñados según un orden para ir avanzando de una decisión a otra».
A la vez, estos 14 pasos son una invitación para educar a Mujeres Púrpura, que se reconozcan como seres humanos independientes y libres, «capaces de abrazar su paz interior, con un alto amor propio y sabedoras de su valía; capaces, además, de educar a nuestras niñas, niños y adolescentes en una nueva cultura de respeto pleno y con igualdad de derechos, oportunidades y obligaciones».
Sobre el porqué del color púrpura, Aguilera explica que este representa la reivindicación de los derechos de las mujeres, «en primer lugar, el derecho a una vida plena; simboliza nuestra libertad. Pintar nuestro mundo de color púrpura significa tomar las riendas de nuestra vida, vivir conscientes de cada una de nuestras decisiones, las que tomamos o dejamos de tomar».
El libro lleva el Prólogo de la psicoterapeuta Eli Martínez, Especialista en Empoderamiento Personal, para quien «ser mujer representa un camino de mucho sufrimiento por el alto índice de abuso económico, sexual, físico y psicológico en el que hemos vivido a lo largo de generaciones. Las creencias que hemos venido acarreando desde hace 8 000 años antes de la era cristiana, cuando comienza el sedentarismo y con ello la propiedad privada, llevan a convertir a la mujer en una ‘propiedad’ del esposo, donde el hombre pareciera que puede hacer cualquier cosa con ella. Si bien cada día hay más información con relación al abuso, así como apoyos para su prevención y atención, este va en aumento tanto en cantidad como en tipologías. ¿Qué ocurre? En la mayoría de los casos son patrones heredados y no cuestionados. Las mamás muchas veces entrenan a las hijas para seguir los mismos pasos de servilismo, incondicionalidad y sumisión. Un árbol de peras, ¿qué da? Pues, peras…».
Agrega que «en mi experiencia como psicoterapeuta he tenido la oportunidad de atender muchos casos de mujeres abusadas, yo misma lo fui… y créanme, me habría encantado que en su momento yo hubiera recibido este manual y ser parte de un grupo de Mujeres Púrpura. Solamente quien lo vive, lo entiende… El miedo, la culpa, el enojo, la vergüenza, la impotencia y la frustración que se experimentan muchas veces impide tomar decisiones que incluso nos pudieran salvar la vida. Necesitamos regalar, compartir, promover y difundir este libro a cuantas mujeres conozcamos hasta que logremos terminar con los atropellos en nuestro país y en el mundo».
* Periodista, escritora y traductora, editora de Diarios de Covid-19 y de Edita-Express (edita.express@yahoo.com).