Huesero resiste al virus para curar a sus pacientes

Aracely Martínez / Reportera gráfica / CDMX
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A pesar de la crisis sanitaria generada por la pandemia a nivel mundial que ha afectado a millones de personas, especialistas que son parte de la vida cotidiana de la población no han dejado de prestar sus servicios, como es el caso de los “hueseros”, personas que tienen el don de curar el dolor de los huesos originados por una torcedura, golpes o para liberarse del estrés del día a día.

Don Arturo Becerril es uno de los herederos del oficio desde hace 23 años en la alcaldía Iztapalapa, quien lo aprendió de su padre Octavio Becerril, masajista deportivo del club de fútbol profesional del equipo Nexaca, mientras su hermano Octavio Becerril era defensa central de los “Rayos”.

En un pequeño espacio acondicionado para atender a sus pacientes, con una cama y una cortina que separa la zona de atención de la sala de espera, don Arturo brinda sus servicios todos los días de 10:00 a 18:00 horas. Lamentablemente, afirma, la pandemia ha afectado la afluencia de pacientes hasta en un 50 por ciento, muchos de los cuales provenían de otros estados del país y debido al riesgo de los contagios han dejado de acudir a sus citas.

Don Arturo se mantiene optimista ante esta situación y comenta que seguirá usando su conocimiento y sus manos para sanar a las personas que acudan a él para recibire atención a sus molestias o dolor de huesos.  

Exhorta a todas y todos a seguir cuidándose para evitar contraer el virus y poder así regresar pronto a las actividades cotidianas que conocíamos antes de la «nueva normalidad», la cual tiene muchas limitantes, medidas sanitarias que cumplir y riesgos altos para la salud.

Historias de una pandemia

No todo lo que sucede es covid

Devi Limay Tinoco Parrales – Acrílico / Nicaragua

Por Esther Baradón Capón*

Eran las seis de la mañana cuando nos despertaron los gritos desesperados de una jovencita pidiendo que llamáramos a la patrulla.

Ray y yo nos levantamos como tapón de sidra, sin entender de qué departamento provenían los gritos. De pronto empezamos a escuchar lo que parecían patadas sobre una puerta, cristales que se rompían, ruidos estruendosos como golpes sobre láminas.

Nos vestimos a la carrera, nos pusimos los cubrebocas, la careta, por supuesto los zapatos, y digo por supuesto porque en esta pandemia casi no los uso.

Salimos a toda prisa y en ese preciso momento bajaban como tromba por las escaleras cuatro jóvenes, entre ellos una jovencita. Corrían en dirección a la salida del edificio y detrás de ellos un joven gordito que se siguió hasta el descanso frente a la puerta de mi departamento. No reconocí a nadie

Ray siguió a los jóvenes que en ese omento ya se encontraban junto a la puerta del edificio. Se alegraron de verlo y le suplicaron que les permitiera salir.

Ray quería entender qué era lo que estaba pasando y antes de abrirles trató de indagar en qué departamento se encontraban antes de salir corriendo. Como respuesta unos decían un número, otros uno diferente.

Mientras tanto yo me encontraba afuera de mi puerta, escuchando al otro joven que se veía muy nervioso y asustado. Me relató, sin decir el porqué, que lo habían encerrado en el baño y que alguien le sacó un cuchillo, que por favor no me moviera de su lado, que se iría en cuanto los otros muchachos se hubieran alejado. Me contó que venía de provincia y que se encontraba en la ciudad por lo de una convención, pero no me dijo de qué y yo, por estar en un estado de shock, no se me ocurrió preguntar.

Ray estaba en las mismas. Los jovencitos no le explicaban nada, solo le rogaban que los dejara salir. Finalmente les abrió. La chica se subió a una moto que ella misma manejó, los chicos se subieron a sus respectivos autos.

Cuando ya no quedaba rastro de ellos, le abrimos al otro joven y se alejó caminando.

Había amanecido. Regresé a la cama, pero por la excitación de lo vivido me fue imposible conciliar el sueño y decidí salir a lavar el auto. Estando en eso salió Carlos mi vecino y me preguntó si me había dado cuenta de todo lo que había ocurrido durante la noche. Le respondí que solo lo sucedido en la madrugada y le hice un breve resumen.

Resultó que él tenía más información que yo, ya que todo sucedió en el departamento que estaba junto al suyo.

Me relató que desde la medianoche empezó a escuchar las voces de varios jóvenes. Muy al principio parecían divertidos por las risotadas, las voces alegres. Todo apuntaba a ser una reunión muy tranquila, por lo que se retiró a dormir logrando conciliar fácilmente el sueño.

A las seis de la mañana se despertó sobresaltado y escuchó que coreaban “beso, beso…”, y la voz de alarma de una jovencita repitiendo “no, no por favor llamen a la patrulla”.

También escuchó que encerraban a alguien que pateaba una puerta gritando “¡ábranme la puerta, por favor!” y objetos de cristal cayendo. Finalmente liberan a la persona y todos salen corriendo por las escaleras. Es ahí donde nuestros relatos se engarzan.

Durante un rato especulamos si se habían cruzado con alguna droga, si solo habían tomado o si habían querido violar a la chica. Llegamos a la conclusión que nunca nos enteraríamos.

Al terminar de lavar el coche fui a visitar a mi hija. De regreso en casa, Ray me contó que Carlos el vecino lo invitó a tomar un café para conversar sobre lo sucedido y que al llegar al descanso frente al departamento del vecino se impresionó de ver el departamento contiguo con la puerta abierta sin nadie adentro y el suelo lleno de cristales rotos.

Ray tocó a la puerta de Carlos para avisarle y en ese momento escucharon que alguien subía las escaleras y apareció la dueña del departamento ultrajado. El rostro de ella adquirió una expresión entre asombro, dolor e incredulidad al darse cuenta de que la puerta estaba abierta y que no había nadie adentro.

Los tres se quedaron callados por unos instantes. Ray no hallaba qué decir y fue ella la que rompió el silencio preguntando qué había ocurrido.

Después de escucharlos, ella les explicó que estaba ahí porque venía a buscar la llave que le iba a devolver el joven al que le rentó en Airbnb. Les agradeció su amabilidad y sin decir más entró a su departamento cerrando la puerta tras de sí.

Todo esto sucedió estando la Ciudad de México en semáforo rojo. Es claro que no todo lo que sucede en pandemia es covid.

*Aficionada a la escritura, amante de las artes, la música, la fotografía y el teatro.

TW: @BaradonEsther  / FB: Esther Baradon

Homenaje a don Pepe Vargas, poeta peruano y promotor cultural

Foto Facebook: José Guillermo Vargas Rodríguez

Por Irene Selser

En estos días falleció a los 83 años el poeta, editor, promotor cultural, académico y periodista José Guillermo Vargas Rodríguez, más conocido como Pepe Vargas (Chiclayo, Lambayeque, Perú, 1938-2021). Doctor en Letras y comentarista de literatura en periódicos y revistas, fue fundador de la Casa del Poeta Peruano, una entidad de apoyo y difusión a la creación literaria con decenas de filiales dentro y fuera de Perú. La Casa del Poeta Peruano tiene su propio sello editorial, Maribelina, con más de cien títulos publicados y su vocera es la revista tamaño tabloide Olandina, con más de dos décadas de vida. También creó la señal digital Olandina TV, un espacio para compartir el arte, la cultura, la literatura y, en especial, la poesía.

Con decenas de galardones locales e internacionales y traducido a varios idiomas, entre sus poemarios figuran Hoyuelos (Lima, 1976), Mañana es Setiembre (1983), Como años esculpidos (Antología personal, 1995), Canto Lascivo (Poesía erótica, 1998), Squerzos y cantábiles (2009) y La seducción de los geranios (2012), entre muchos otros. 

Desde la ciudad israelí de Iriam Natanya la poeta colombiana Bella Clara Ventura, amiga y discípula del maestro y quien acaba de publicar su novela El amor en los tiempos del coronavirus, escribió el 24 de febrero estas líneas a modo de homenaje en su página de Facebook, mismas que ahora comparte con Diarios de Covid-19, que incluye dos poemas del autor:

“Se me han muerto dos amigos entrañables que quise y admiré mucho. Son ellos Héctor Corredor de Colombia a quien le hice un poema resaltando sus méritos. Hace un mes más o menos tomó el rumbo de la eternidad y ayer Pepe Vargas del Perú, un gestor cultural de altísimo vuelo. Con él y sus gestiones culturales pude conocer bien el Perú, país que llevo en el alma. Sus ciudadanos son mis hermanos y siempre me sentí muy bien recibida y aplaudida por su gente, inclusive por los niños en los escenarios escolares donde me llevó tantas veces mi hermano Santiago Risso para hacer presentaciones. El Perú me vio crecer y también crecer mi poesía. Era un estímulo enorme para mí cada vez que me invitaban a diversas zonas. Inclusive me nombraron madrina de la biblioteca de Huari. También muchas y muchos de mis grandes amigas y amigos estuvieron presentes en tan bellos eventos. Son sitios maravillosos para crear afectos y poder entregar la palabra. Debo reconocer que en Perú siempre fui muy feliz. Y tantas veces me hospedé en casa de Pepe Vargas. Me sentía parte de su familia en todo momento. Pierdo ahora un miembro de mi familia y deseo que en paz descanse y que sus parientes y cercanos podamos superar esta dura prueba, al recordar la valiosa obra que deja. Se le conmemorará con amor infinito y con las palmas que su vida mereció. Mi sentido pésame a la colectividad cultural del Perú y a sus allegados, que fuimos muchos y muy internacionales. Este covid ya debe desaparecer del planeta. La mejor manera de erradicarlo es de vacunarnos todos. Y vacunar también contra el odio que se tienen algunas personas y algunos pueblos. Que entendamos que la vida es para amar.

Es la séptima novela de la autora Bella Clara Ventura y fue publicada en 2020 por la editorial española Sial Pigmalión. Foto: Ángeles Castillo

“¡Viva la obra de Pepe! Y si ayer lloramos su silencio definitivo, sabremos romperlo con los buenos recuerdos que acuden a nuestra mente. Buen viaje, amigo querido. Y como me escribió tu amado hijo Rino, no estás sólo de viaje, pronto regresarás a nosotros con tu sonora carcajada y tus faros puestos sobre nuestra obra. Atentos estamos todos a seguir tu aliento, que jamás desfalleció para fomentar la cultura y a sus poetas.

“Gracias, Pepe, Pepillo nuestro. Las remembranzas harán revivir tus hazañas. ¡Tantas y tantas! Hasta luego, amigazo…. Desde las nubes te veremos sonreír y hacernos guiños de bondad, como los que siempre nos entregaste.”

El lar envejecido

Mi casa se envejece por las tardes:
Gente extraña escala las paredes
y extermina el último árbol que me queda.
Los pájaros ignoran el motivo de la tala
y me cierran el pico y sus gorjeos.

Mi casa se entristece y llora.
Las paredes en ángulos obtusos
se resisten a mojarse
con el zumo de mis versos;
cálidas espinas viajan por mis libros
y asesino en los rincones
las camadas de serpientes.

Yo que canto siempre al Sur de mis designios,
siento miedo tomar mis pasos hacia el norte:
Todo ahí es irrescatable y la soledad arrecia
en las magnolias secas del jardín.
Los ojos tristes que ayer rezaron aleluyas,
me miran con desdén y bonhomía…

Tal vez por eso mis manos se resistan
A grabar la cartilla de mis hijos.
Pues queda la salmodia en mis oídos
y sus tiernos deletreos del primer abecedario.

Abro mis ventanas en busca
de rostros que adornen los retratos,
y se burlan por ser un soñador
mendigo lujurioso de ilusiones.

Apago el pebetero por si errante mariposa
se introduzca a la jaula de mi pecho.
Las manijas del reloj avanzan timoratas.
Ellas saben:
Nadie viene a una casa que envejece.
Mi casa se deforma por las tardes.
Tuerto, avieso, ahíto cual ladrón,
escondo palos, piedras y huaracas:
mis lunas y espejos los pongo a buen recaudo,
sólo así me invade extraña sensación
de inventar un cuento nuevo y narrarles a mis hijos
el porqué los lamparines se apagan en otoño
y por qué el folio inicial de la bitácora
espera a una estrella titilante en su confín.
Mi casa se encanece por las tardes;
me deprimo en este juego de caínes y abeles
y es inútil pintar de verde mis paredes.
Mi mujer ajena a todo el descalabro,
relee piadosa la primera carta de amor
que le expidieran…
Me exaspero, lloro y me rasguño.
Soy una serpiente que mordiéndose la cola,
Se huye y se persigue en los tumultos.

Mi casa:
¡Cuánta pena tengo en esta casa!

La carta escrita sobre el viento

Redactar la carta sin ruta concebida
y esperar sonar el pétalo al fondo de la poza;
transitar por calles empedradas
y oír el restañar de voces entrañables.
O mejor: cerrar detrás de mí
la puerta de octubres desgarrantes.
Ver el río turbio azás de cieno y heces
o engañar a mis magnolias
que todo ello fue azar del tiempo
y la venganza.
El Cronos generoso
enfermó de olvidos / o retardos
y aún me arrulla entre sus brazos
el reloj y sus manijas.
El olor de las cloacas
es persistente y me envenena.
El corazón terco entre las brumas,
escribe cartas sobre el viento.
Esperar algún gorrión sin ruta concebida
y llorar de esperanza
a la entrega de esta carta.

MIRADA ASTRAL

Luna llena de febrero

Por Ayub Estephan*

Imagen: Mevlana & Whirling. Cortesía de Flickr

He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio. Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí. Mi virtud es la virtud de un bailarín, y a menudo he saltado con ambos pies hacia un éxtasis de oro y esmeralda. Mi maldad es una maldad riente, que habita entre colinas de rosas y setos de lirios: dentro de la risa, en efecto, se congrega todo lo malvado, pero santificado y absuelto por su propia bienaventuranza. Mi alfa y mi omega es que todo lo pesado se vuelva ligero, todo cuerpo, bailarín, todo espíritu, pájaro. ¡En verdad esto es mi alfa y mi omega! Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.” (Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra)

El 27 de febrero tenemos el plenilunio de este mes a las 08:17 (UT) tiempo universal o 02:17 (HL) hora local de la Ciudad de México, estando el Sol en Piscis y la Luna en Virgo a 08°57’ grados. El octavo grado de Virgo representa a “un niño de cinco años que toma por vez primera una lección de baile”, simbolizando “el perfeccionamiento propio requerido para las diferentes formas de participación del hombre en la experiencia de sus semejantes, ilustrado en la excelencia del potencial para desarrollar una destreza especial”. La clave apropiada a este contexto sería el aprender a utilizar la propia capacidad de autoexpresión emocional de acuerdo con cánones culturales específicos. Dane Rudhyar comenta que “la danza de la vida incluye infinitas versiones de su ritmo y brinda variaciones ilimitadas del tema de su melodía, pero debe existir algún fomento específico de la capacidad individual como estímulo para lograr una empresa efectiva. Es siempre necesario ese ensayo inicial del ser que llevará a su tiempo a una continuidad de esfuerzos”. En esta etapa, la conciencia infantil está todavía dominada por alguna forma de autoridad, pero si el niño tiene “cinco años” lo que hay implícito es que está entrando en el nivel de una conciencia de adulto, representada por el número cinco, la estrella de cinco puntas que prefigura la POTENCIALIDAD DE LA INICIACIÓN.

Cornelio Agrippa nos dice que “el número cinco no es un poder pequeño pues está compuesto por el primer par (el número dos) y el primer impar (el número tres), como por el varón y la hembra; pues el número impar es el macho, y el par la hembra. Los aritméticos le llaman padre al primero y madre a la segunda. El número quinario no tiene, pues, pequeña perfección o virtud al formarse de la mezcla de aquellos, ya que además es la más justa mitad de la mitad del número universal, es decir, del diez”. Y Eliphas Levi comenta al respecto que “el pentagrama expresa la dominación del espíritu sobre los elementos y es por medio de este signo como se encadena a los demonios del aire, a los espíritus del fuego, a los espectros del agua y a los fantasmas de la tierra”.

En este plenilunio vemos cómo se va desvaneciendo lentamente la concentración planetaria que tuvo efecto el novilunio pasado, en la que aún aparecen conjugados Saturno, Júpiter y Mercurio, que ya se encuentra en su fase directa desde el 20 de febrero. Los tres planetas siguen gravitando en el signo de Acuario, pero Júpiter y Mercurio, más veloces, se van desprendiendo de la conexión con Saturno, que se queda rezagado a 08°15’, mientras que los otros dos ya transitan el segundo decanato de este signo fijo de aire. Por su parte, Venus salió de Acuario hace dos días para ingresar en Piscis, su signo de exaltación. El planeta Venus simboliza nuestra capacidad de dar forma e identidad a lo que valoramos, y es la base de la autenticidad de nuestras elecciones personales. Con Venus en Piscis brotan por doquier dotes curativas para sanar holísticamente, y se promueve la capacidad para consolar al que sufre. Aquí Venus, inmerso en la profundidad de la psique, se fusiona con la totalidad. Cuando Venus está en Piscis es probable que se revele lo divino por mediación del amor, restituyendo nuestro Paraíso perdido, y el sentimiento de universalidad y de unidad con la totalidad de la vida. Este emplazamiento nos lleva del sentimiento de No Ser, a Ser algo más grande que nosotros mismos y nos conduce a la búsqueda de lo indefinido, de una sustancia intangible pero intuida, que nos permitirá trascender las fronteras y limitaciones de una existencia mundana, cotidiana y centrada en el yo; es decir, nos motiva a ir al encuentro de algo superior. Bajo el influjo de Venus en Piscis solemos relacionarnos con personas que activan los aspectos más difíciles de nuestro mapa astral, lo que nos lleva a reelaborar nuestro karma y nuestros complejos a través de nuestras relaciones íntimas. Venus nos otorga el impulso y entonces el contacto surge en donde menos se espera, siendo un tema que implica cualquier tipo de sacrificios, además de la inversión de un tiempo en el tiempo y fuera de él, por lo que en este proceso no existen garantías de lograr una elaboración adecuada, ni de llegar a superar nuestro sentimiento de nostalgia, y mucho menos nos promete resolver el asunto kármico que nos ocupa. Y esto porque Venus en Piscis se mueve en una atmósfera inestable, donde no existen límites ni fronteras.

El planeta Venus simboliza nuestra capacidad de dar forma e identidad a lo que valoramos, y es la base de la autenticidad de nuestras elecciones personales. Con Venus en Piscis brotan por doquier dotes curativas para sanar holísticamente, y se promueve la capacidad para consolar al que sufre

El pasado 18 de febrero el Sol ingresó en el signo de Piscis, el último signo del zodíaco. El Sol transcurriendo aquí durante este plenilunio nos proyecta una gran variedad de impresiones sensitivas que aparecen junto con crisis emocionales que nos desconciertan, pudiendo perjudicarse nuestra facultad discriminatoria, dificultar la selección de prioridades, así como la toma de decisiones que pudieran surgir en este momento. Por su parte, la Luna en Virgo es una Luna con tendencia a racionalizar y analizar cualquier situación emocional que se le presenta. La energía de Virgo expresa la presencia de un orden funcional en el cual cada aspecto o elemento de la realidad se encuentra sistémicamente integrado a los otros; de ahí que el desarrollo y bienestar de cada parte se alcanza a partir del servicio que damos a los demás.

Oíd, oíd mortales, que sé de la salud de vuestros males: estas hojas que el viento mueve sutil, y desvanece atento, misterios comprenden que se dejan mirar y no se entienden; estudiad, pues, en ellas, que letras son del Cielo las Estrellas, y del viento las hojas. Aliviadas veréis vuestras congojas, borrados hallaréis vuestros delitos, si entendéis sus caracteres escritos, en aquel cuaderno, crónica inmortal de un Dios eterno.” (Pedro Calderón de la Barca, La sibila de Oriente).

Esta vez, la Luna forma una figura geométrica de la que en raras ocasiones es protagonista. Se trata del Yod, también llamado Dedo de Dios o del Destino, formado en esta ocasión por la Luna haciendo un quincucio a Saturno, por un lado y otro a Quirón, mientras que estos dos últimos hacen un sextil entre sí. El Yod es la décima letra de los alfabetos fenicio y hebreo siendo la más pequeña de las 22 letras del alfabeto hebreo (apenas un apóstrofe). Sin embargo, es la primera letra con la que comienzan nombres como Jerusalén, Judá, Israel y Jesús, entre otros, y la primera letra del nombre del Señor Yhwh. Yod representa la chispa divina que alienta en nosotros. Y también significa la palabra “mano”, pues vemos la “mano de Dios” actuando a través del número diez: diez plagas en Egipto, el Decálogo con las leyes escritas, etcétera. También tenemos “el árbol de la vida” (Etz Chaim, en hebreo), expresión que se menciona en el Libro de los Proverbios. El misticismo judío representa el “árbol de la vida” en forma de diez nodos interconectados, siendo el símbolo central de la Cábala, conformado por los diez poderes Sephirot (emanaciones) en el reino divino, a través de las cuales el Ein Sof (el Infinito) se revela a sí mismo y crea continuamente tanto el reino físico como la cadena de los reinos metafísicos superiores.

Escribe Cornelio Agrippa que “al denario se lo denomina número total y universal, y número completo, señalando el curso integral de la vida; pues a partir de este número no se cuenta sino por réplica, y en sí implica a todos los números, o los explica por los suyos, multiplicándolos. Este número es circular igual que la unidad, porque al hallarse acumulado se convierte en la unidad de donde deriva; y es el fin y el complemento de todos los números. Dios mismo, que es la primera Mónada, antes de comunicarse con las cosas inferiores, se esparce en el primero de estos números que es el ternario; luego en el denario como en diez ideas y medidas de todos los números y todas las cosas a realizar, que los hebreos llaman los diez atributos, y los diez nombres divinos; por ello más allá no hay número. Así pues todo esto que es denario tiene una cosa divina, y Dios la exige en la ley como propia; de esa manera, las primicias, las primeras cosas, como principio de los números, y todo décimo (diezmo), como término, debe ser entregado a Él que es el principio y el fin de todas las cosas”. Así, en el Denario la iniciación, representada por el número cinco se ha verificado y ya no hay necesidad del templo, porque la luz de la verdad se ha esparcido por todas partes y el mundo se ha transformado en templo de la justicia.

Al ser la Luna el punto focal de nuestro Yod nos remite a cierta forma de proteccionismo, aunque también provee de una preclara sensibilidad ante cualquier amenaza exterior que atente contra nuestra integridad

El planeta que forma los quincucios es el punto focal o ápex de la figura. El quincucio corresponde al aspecto de un ángulo de 150° entre planetas, mientras que el sextil se forma de un ángulo de 60° entre los dos planetas sujetos al quincucio. El aspecto de quincuncio como tal se vive como una desarmonía que genera una incomodidad leve pero constante e irritante, como un problema con el cual se tiene que luchar pero cuya solución escapa continuamente, se diferencia de la cuadratura y de la oposición por no haber un enfrentamiento más objetivo y consciente del problema. Los quincucios indican vínculos, conexiones y relaciones, y el sextil los transforma en comunicación y efecto mental. Se ha dicho que el quincucio es un aspecto neurótico, porque muchas veces los principios implicados trabajan y colaboran felizmente juntos, pero también suelen devorarse el uno al otro. Por ello, y como resultado de la acumulación de la tensión implicada, el Yod es frecuentemente asociado a problemas de salud, enfermedades crónicas, muerte, separaciones y situaciones sobre las que no se tiene control.

Este sería el esquema propio del Yod. No obstante, el punto opuesto al punto focal o ápex marca una apertura hacia los demás que reflejaría un proceso de salir de uno mismo mediante la transformación. Al ser la Luna el punto focal de nuestro Yod nos remite a cierta forma de proteccionismo, aunque también provee de una preclara sensibilidad ante cualquier amenaza exterior que atente contra nuestra integridad. Siendo una luminaria, la Luna es un planeta que se mueve rápidamente, mientras que Saturno es un planeta lento y Quirón tiene una órbita excéntrica que lo vuelve lento en su paso por determinados segmentos del zodíaco, y esto hace que los procesos esperados sufran retrasos para su consecución. Esta extraña figura sincroniza con una intensa movilidad apoyada por fuertes vínculos personales o sociales, e implica relaciones con los demás sin ataduras ni compromisos. A nivel personal señala un alto potencial mental y una gran capacidad de movimiento. En el plano social facilita la adquisición de vínculos y permite un encadenamiento ordenado y provechoso de las relaciones con los demás.

Muchas veces, experimentado como fatalidad, el Yod es llamado Dedo de Dios o Dedo del Destino. Este Yod tiene una reminiscencia kármica pues implica a Saturno, el Señor del Karma, y a Quirón, su vástago, que representa la herida psíquica que hay que sufrir para dar comienzo al proceso de curación, y será la Luna llena, relacionada con nuestros procesos psíquicos y emocionales, el punto focal de nuestro Yod. Las personas que nacen con esta configuración suelen sentir que son unas marionetas del destino, pues sus energías se estrellan contra muros infranqueables, y ello por el empecinamiento propio de la ignorancia y la inmadurez, mientras no se percaten de la necesidad de hacer una labor consciente a favor del colectivo que los redima, ya que suelen traen una deuda que han de saldar a partir de darle servicio a los demás. Igualmente, las personas que mueren durante esta configuración suelen ser almas que elevaron su vibración psíquica a tal nivel que ya se han liberado de sus ataduras pasadas. Para los hebreos la palabra Yod significa también la llama diminuta que representa un triángulo equilátero y que por sí solo simboliza el Uno Eterno. La experiencia transformadora del Yod revela un paso hacia adelante en las personas, pero el trabajo para su consecución es todo un desafío. Siempre que se nos confiere algo ha de ser retribuido, y en el caso del Yod esto es ineludible y es en proporción directa al beneficio obtenido. El Yod apela a un reajuste emocional o mental, y finalmente a una regeneración. El planeta focal indica las energías a ser restauradas; el signo en que está emplazado, la forma en cómo necesitan ser corregidas o experimentadas; y la casa astral en que se sitúa nos habla del área de la vida a través de la cual esa transformación tendrá lugar.

El Yod requiere que renunciemos al pasado para ingresar en una nueva faceta de la vida. El momento de la crisis suele ocurrir cuando se llega a una bifurcación en el camino de la existencia, siendo necesario elegir una dirección sin la noción previa de hacia dónde nos lleva

El planeta focal opera casi siempre como un planeta sensitivo pues los quincucios provocan una tensión subliminal que puede resultar en problemas diversos, tanto físicos como psicológicos. Las personas que tienen un Yod en su carta astral generalmente experimentan crisis en sus vidas, que deben afrontar y resolver a través de un cambio de conciencia. Por ello, el Yod requiere que renunciemos al pasado para ingresar en una nueva faceta de la vida. El momento de la crisis suele ocurrir cuando se llega a una bifurcación en el camino de la existencia, siendo necesario elegir una dirección sin la noción previa de hacia dónde nos lleva. Así, el cambio de rumbo no consiste en una elección fácil, sino que representa un salto a lo desconocido, como si se lanzase una moneda en el aire y se confiara en el azar para que este nos facilite un dictamen. De hecho, lo que se ve en la práctica es que el individuo suelta o prescinde de antiguos hábitos e intereses mediante un cambio de actitud que lo llevará a participar en acciones emprendedoras que surgen en el horizonte. Aunque no se sienta totalmente seguro ni convencido de este cambio, es frecuente que el individuo se sorprenda al descubrir lo que es capaz de hacer en dicho territorio.

El Yod Luna-Saturno-Quirón nos habla igualmente del destino personal y colectivo, herencia de nuestras propias acciones, positivas y negativas. Pero también nos señala la existencia de un poder superior en nuestras vidas, que nos coloca en situaciones que nos impulsan a crecer y madurar, incluso desafiando monstruos que sentimos nos acechan constantemente. María Jesús Martínez, de la Escuela de Estudios Astrológicos, nos explica que “desarrollar una configuración de Yod requiere un gran esfuerzo por parte del individuo para llevar a cabo este proceso, pues podrían acaecerle situaciones descompensatorias de la estructura psíquica, que se vería sometida a procesos ‘inflamatorios’ sin que llegaran a abrirse, lo cual siempre daría lugar a una falta de equilibrio en el conjunto. Cuando la persona siente desencadenar su Yod, el sentimiento de seguridad unido a la energía así generada le hace adoptar un equilibrio existencial que se expresa en muchos campos de su vida. El individuo madura a unos niveles superiores y su capacidad resolutiva parece revestirle de cierto poder de adaptación a situaciones extremas. La sensación de un objetivo que se ha cumplido, parece situar a esta persona por encima de ciertos temores propios de individuos que les queda algo por completar de su vida. La configuración Yod determina una situación nueva distinta a todo lo que la persona ha podido intuir, por lo que es muy difícil predecir el destino que le puede marcar un Yod a cualquiera”.

Po otra parte, la Luna aparece también creando una “hebra celeste”. Esta figura está formada por un quincucio entre la Luna y Quirón, unido a un trígono compuesto por la Luna y Urano, y es cerrada por un semisextil entre Quirón y Urano. Es, pues, una figura de contenido ambivalente. Por un lado indica inconvenientes y hostilidades, y por el otro privilegios, realizaciones, comunicación y ventajas personales. Esta figura también nos indica la sanación de heridas emocionales que hemos cargado por mucho tiempo, pero a la vez nos advierte de la aparición de nuevos factores que, combinados, nos pueden acarrear malestar y dolor. Así, puede mejorar el nivel de nutrición cambiando la dieta acostumbrada, pero también puede sobrevenir alguna dolencia que no solíamos tener antes. Bajo esta configuración, también suelen presentarse alergias debidas a la ingesta de alimentos en alguna fase de descomposición.

En este período, Urano con su dignidad en caída desempeña un papel fundamental al recibir las emanaciones positivas producto de su sextil con el Sol y su trígono con la Luna formando una Media Cometa o Escuadra Cósmica entre los tres y buscando contrarrestar el potente influjo que exhiben Saturno y Mercurio en Acuario. La actividad de Urano suele coincidir con la aparición de una sensación de descontento con las pautas establecidas. La naturaleza repetitiva de una existencia convencional puede empezar a vivirse como incómodamente restrictiva, y la necesidad de liberarse de las ataduras inmovilizantes puede convertirse en algo extremadamente poderoso. El impulso uraniano es un impulso de rebelión que surge de una necesidad personal de ser independiente y de romper con las convenciones, despojándose de los impedimentos personales para renacer como una persona nueva, liberada de sus viejos patrones. Esto crea la oportunidad de que surja una persona previamente desconocida, que siempre ha estado escondida dentro del individuo. Urano nos obliga a dar un salto a la libertad, siendo el movimiento esencial que nos conduce hacia la integración mediante la búsqueda de una luz interior que nos guíe y que apunte hacia el destino que nos aguarda haciendo posible que el cambio suceda. Al respecto, Paul Haydn comenta que “este cambio puede ser predestinado e inconsciente, sin una aparente volición, impuesto por un mundo impersonal, o puede tratarse de una elección consciente aceptada de buen grado y con la que una persona que reconoce la necesidad de una transformación interna está dispuesta a colaborar. Las formas en las que puede manifestarse esta fuerza son muchas y abarcan desde la toma de conciencia repentina de que uno está por encima de su estilo de vida habitual, hasta la necesidad de cambiar de empleo o trabajo, o de abandonar una relación insatisfactoria. Pueden darse repentinos destellos de discernimiento, como si un relámpago iluminase la mente y la naturaleza interna del individuo y le permitiera un mayor grado de autopercepción y comprensión. Pueden suscitarse nuevas ideas, conceptos religiosos o filosóficos que ofrezcan una nueva dirección en la vida. El resultado es el desmantelamiento de los modelos de vida existentes, al que seguirá una reestructuración más adecuada. Si se produce resistencia, entonces el sufrimiento y la inestabilidad serán mayores hasta que la persona se vea obligada a aceptar el cambio: probablemente las decisiones de los demás no le dejarán otra opción que acatar lo inevitable.

Igualmente, al mismo tiempo, Urano está en aspecto de cuadratura a Saturno y a Mercurio. La polaridad Urano-Saturno resulta fundamental para comprender el efecto de la energía de Urano en la humanidad y en cada individuo. En un sentido simplista es el conflicto entre las fuerzas del orden (Saturno) y las fuerzas del caos (Urano), entre lo conocido y lo desconocido. Mediante el factor condicionante del tiempo en la vida humana, Saturno restringe el acceso de esas energías transpersonales que destruyen las limitaciones de la mente y del cuerpo, lo que obliga a que se produzcan el crecimiento y la maduración impidiendo un peligroso avance hacia lo nuevo, sin comprender o comprendiendo muy poco las fuerzas que pueden inconscientemente liberarse. El peligro que nos surge de la cuadratura entre Urano y Saturno es el de que la influencia saturnina predomine por encima del estímulo uraniano y bloquee las posibilidades de liberación latentes. Sin embargo, cuando las ideas uranianas surgen, la contención que impone Saturno solo difiere su realización práctica, pues el germen de la liberación no dejará de abrirse paso en medio de las represiones hasta que se produzca el cambio. El tema de la cuadratura Urano-Mercurio es que reprime las ideas y suprime el diálogo. Las personas se aferran a sus viejos criterios, creen saberlo todo y no están abiertas a intercambiar puntos de vista. Solo se acepta lo que ha funcionado en el pasado y cualquier intento de rebelión del pensamiento es aplastado de forma radical.

Pero como no podemos vivir solo de los recuerdos llega el momento en que surgen nuevas visiones, aunque son impugnadas en primera instancia y relegadas de vuelta a la psique, debido a la amenaza que representa el tener ideas novedosas en un mundo acostumbrado a lo convencional y aferrado a sus atavismos. Acertadamente escribe George Steiner en su texto canónico Presencias reales, que “desprovistos de sensibilidad y práctica sintácticas, apenas registramos las tensiones dinámicas entre lo que es conservador en el lenguaje, lo que busca legitimarse en la ficción útil y precedente de ‘lo correcto’, y lo que es innovador y creativamente ilícito. Una auténtica gramaticalidad de la comprensión se halla en los antípodas de cualquier adhesión insensible e ingenua a reglas duraderas (no hay una sola que soporte el paso del tiempo)”. Imaginar un mundo nuevo es una osadía para la cuadratura Mercurio-Urano, pero cuando irrumpen palabras nuevas en el vocabulario cotidiano como Covid-19 o “sanitizar” (que no existe en el Diccionario de la Lengua Española), nos vemos obligados a crear una metafísica de las palabras y comenzamos a trascender las formas más tradicionales al incluir dichas expresiones en la jerga diaria, ensanchando nuestra percepción de la realidad. Y así, en algún momento, no podemos evitar que a partir de la asociación se traduzcan dichos elementos en acciones concretas.

Por su parte, Júpiter forma también una Media Cometa o Escuadra con los Nodos de la Luna estando el Nodo Norte emplazado en Géminis y el Nodo Sur en Sagitario, signo regido por Júpiter. Esto hace que los procesos de comunicación se amplifiquen de tal manera que los mensajes que se reciben a través de los medios de comunicación sean redundantes y su contenido ideológico dudoso. Quizás el equívoco principal que surge de esta configuración astrológica resulte de promover un futuro que se percibe cercano pero inaccesible en primera instancia, pues la atención del espectador, que es la sociedad misma, está fijada en un pasado cargado de cadenas e imposiciones, resultado de situaciones azarosas inconvenientes o de la manipulación consciente por parte de las élites y de sus ambiciones particulares. Tal parece que los principios jupiterianos no logran convencer, y por lo mismo sus discursos son cuestionados o simplemente ignorados, viendo en ellos el producto de un falso mesianismo histórico o el delirio de una personalidad que vive inmersa en la utopía que pretende realizar, sin darse cuenta de que el universo propio de la utopía solo es factible fuera de la realidad, en el mundo de la ensoñación. En torno de esta figura astral conviene citar a Walter Benjamin: “Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.” (Tesis IX, Sobre el concepto de historia y otros textos).

La cantidad de conexiones planetarias y las figuras geométricas que están implicadas en este plenilunio, hace que este sea un momento energéticamente poderoso y oportuno para revisar el contenido de nuestros sueños, despedir a los demonios y a los viejos fantasmas que habitan nuestra psique, incensar a nuestros muertos, restablecer los lazos afectivos y familiares que se han desanudado de nosotros, aceptar la vacunación como una realidad compartida por todos, revisar nuestras fallas humanas, promover un rumbo que nos devuelva la dignidad caída, y restituir nuestra confianza en un mundo mejor. Es un momento estelar en que podemos conectar con el dios interior, ese dios que nos empuja a danzar para celebrar el reencuentro con los ancestros, como ocurre en la danza de los chinelos, del Estado de Morelos, México, cuando “los ancianos resolvieron dejar salir algún destello de la sabiduría antigua y probar si los dioses viejos habían vuelto a nuestra tierra. Luego de deliberar mucho, acordaron celebrar una vez más a nuestra Madre, la Tierra, y a nuestro Padre, el Sol, según se había hecho en el principio. Los encargados de propiciar esta unión serían los guerreros según sus estirpes. La celebración debería prepararse con cautela pues aún no éramos libres. Se resolvió así que los guerreros portaran una máscara y trajes disimulados, pero con nuestros símbolos sagrados. El ritual invocaría a las fuerzas supremas y eternas del Universo, a las que están sometidas todas las cosas y cuyo destino comparten. Este ritual se celebraría año con año, hasta que aparecieran señales del principio de una era de armonía total en nuestro Universo. Entonces, los hombres por medio de sus danzas decidieron salvar al mundo. La danza representa la fusión del tiempo y, a la vez, su marcha inexorable. En ella participan cuatro comparsas, una por cada uno de los rumbos del pueblo. Hacia las tres de la tarde, cuando comienza el descenso del viejo Sol, se escucha la gran explosión con la que dan la señal que marca el nacimiento del nuevo Sol. El sonido de una caracola llama a las fuerzas elementales, al Padre; otro sonido, llama a la vida: la Madre. Comienza la música de los sones y los chinelos van entrando por los distintos rumbos acompañados por las mujeres que son la representación de la Madre, la Tonantzin. La danza gana en intensidad hasta que en el centro de la plaza se juntan y se mezclan todos girando como una nebulosa. Entonces, aparecen grupos danzando agitadamente en filas pequeñas para representar el movimiento de los cometas en el cielo, danzan también estrellas y astros solitarios, pares de estrellas y todas las combinaciones posibles, a las que por último se une toda la población para simbolizar que la vida ha surgido en nosotros.” (Leyendas y relatos a media voz. Antología, SEP-INEA, 2005).

*Astrólogo y tarotista mexicano. Astrología, lectura de Tarot y Cartas españolas.

http://facebook.com/ayubestephan y/o ayube59@hotmail.com

Los trinos al amanecer

Foto: Gabriela Arellano @gabixuela

Por José Luis Enciso*

Esa mañana Ágata no vino a despertarme como lo hacía a diario a las 5:00 am. Siempre trepaba a mi pecho, aún yo dormido y maullaba en mi cara mientras con sus garritas intentaba descobijarme. Su ritual inexorable me arrancaba del sueño para que la acompañara al baño y le abriera la llave del lavabo, que lengüeteaba hasta saciarse. Yo me envolvía de nuevo entre las sábanas y ella me dejaba en paz, pero a esa hora comenzaba el escándalo de los pájaros: sus chirridos se escurrían hasta mi recámara y yo los imaginaba brincoteando con un aire de falsa inocencia en las ramas de los árboles callejeros. Era imposible dormir nuevamente al oír su desquiciante coro de trinos, por lo que esperaba con la almohada sobre la cabeza a que sonara mi despertador, a las 6:30 y me levantaba de la cama, casi siempre de mal humor. Aquel amanecer no fue así. 

Dormí de un tirón hasta que el despertador sonó. Mi gata no estaba ni encima de mí ni cerca siquiera. Estaría en la zotehuela, pensé en ese momento, ocupada en cubrir con arena sus apuros mañaneros. Me desperecé entonces con la calma y con la soberbia del insomne que entiende su despertar como una victoria. Antes de prepararme el desayuno llamé a mi gata. Con el plato de croquetas en la mano la busqué y no pude hallarla. Mi apartamento es cerrado y muy pequeño, con un patio interno no mayor a diez metros cuadrados, techado con acrílico traslúcido y una ventila que funciona mejor de adorno. Apenas una rendija de pocos centímetros deja pasar agua cuando llueve y es insuficiente ante la gordura de mi pequeña Ágata.

Aun así, salí a buscarla al patio compartido de la vecindad. Nada. Luego subí a la azotea y ahí encontré a una de mis vecinas, la guapa. En vez de saludarme preguntó si no había visto a su gato (yo no sabía que tuviera uno). Le respondí con una negación sin voz y me pareció que la oportunidad que tanto había aguardado para hablarle llegaba en mal momento, porque el encuentro fue chocante: ambos estábamos ansiosos por dar con nuestra respectiva mascota. Ya habrá ocasión, pensé.

Pregunté a más vecinos, salí a la calle. De nuevo nada. Me largué después a la oficina sin bañarme sospechando de forma estúpida que alguien había entrado a casa durante la noche y se había llevado a mi gatita, pues todos tenemos enemigos aun sin saberlo. 

No di pie con bola a ninguna hora de aquel día, estuve ido en todo momento. Así me sorprendió Laura, una becaria estrambótica de pelo amarillo haciendo un cartelito con la foto de mi Ágata y un ofrecimiento de recompensa. Llorosa me dijo que también sus tres gatos se habían esfumado. 

El hecho no sonaba a una casualidad. Y no lo hacía porque todos los dueños de gatos tendemos a desarrollar un sentido que nos une, y ese sentido nos hacía sospechar algo en verdad terrible. 

Laura y yo preguntamos a otros acerca de sus michis y la historia se repitió: nadie los había vuelto a ver. Figuramos, entre todos, algunas hipótesis que nos ocuparon más que nuestros pendientes y urgencias laborales. La mía fue refutada porque nadie se creía que un escuadrón de la muerte, integrado por malparidos, hubiera podido limpiar la urbe de los felinos actuando inadvertidamente. Imposible, dijeron los demás.

 Y viendo la relevancia universal del hecho que nadie se hubiera imaginado antes, comprendimos que ya nada sería igual a partir de entonces. En televisión, en radio, en internet no se hablaba más que de la desaparición de los gatos. Decenas de personas daban testimonios inverosímiles: que habían sido platillos voladores los que se los habían llevado; que alguien había visto cómo esos bichos se convertían en pájaros y huían de la Tierra; hasta hubo uno que juraba haber presenciado, a cierta hora del amanecer, una larga fila de gatos con rumbo al norte, hipnotizados por algo o alguien, acaso un flautista inspirado en el de Hamelín. Y tuve que hacerme a la idea de que nunca volvería a ver los ojitos siderales de mi Ágata hermosa, a sentir su pelito blanco, negro y aleonado ni sus garritas sobre mi pecho despertándome a las cinco de la mañana. Desde ese momento, el mundo me gustó menos y entendí: lo que de él quedaba ya no duraría mucho. 

Al día siguiente, mi despertador sonó como siempre a las 6:30 am. Todo parecía inalterado con la luz y los ruidos habituales de cada mañana, salvo porque no escuché un solo trino, ni siquiera un chirrido o algo que sonara igual a un aleteo. Me asomé a la ventana: los árboles de la calle, más solos que nunca, parecían mecerse, molestos por su abandono, de un modo idiota y siniestro.

*José Luis Enciso es escritor y asesor en temas editoriales. Una versión previa de este cuento apareció en el libro El amor antes y después del final del mundo (2015). Esta es la versión definitiva. Blog del autor: https://bitacoradenaufragios.wordpress.com/

Presencia

Adriana Bancalari – Acuarela «El puente» / Argentina

Por Irene Selser*

a Xitlalitl Rodríguez Mendoza

No se van.
Te sorprenderás si al sacudir el polvo del álbum familiar
su rostro se desliza como hoja de otoño,
te sonríe en el aire blancuzco de la siesta.

Otras veces sentirás su mano en tu hombro izquierdo,
como la vez que mi padre me salvó a punto de estrellar mi bicicleta
contra el farol de la plaza Barrientos, aprendiz de equilibrista.

Si observas bien, si no parpadeas lo hallarás a la vuelta del camino
–cualquiera de ellos, al fin somos sendero–
procurándote un abrigo si las lluvias de julio, lodo y piedras
anegan tu cintura y el corazón naufraga.
¡Ah! qué rápido vendrá a secarte con su pañuelo
las lágrimas del desamor,
Todo estará bien, hija, ya no llores
y tú, chiquita en el arrullo.

Huérfanos como estamos en estos días huérfanos,
no pretendo de ninguna manera causarte una zozobra,
tampoco deseo apresurar duelos –hay más duelos que vida.
Aunque quiero decirte: no importa si regalas sus cosas,
las vendes o les prendes fuego, ellas no se irán.
Ocurre simplemente que también las cosas perduran a su antojo
como el reloj pulsera con la cuerda inservible
y las agujas rotas, tiempo puro,
la mecedora que aún se balancea
sin que pase el camión que cimbra el edificio.

Puede suceder que notes su presencia en el espejo,
en el tintineo de las llaves en la puerta,
brumosa claridad su nueva y delicada manera de existir
invictos en su limbo indeleble, los recuerdos
(de ti depende, claro, que no olvides).
Y la pregunta , ¿cuánto dura la falta?

Entonces, por favor, no limpies las persianas ni borres las paredes,
todas las artimañas resultarán inútiles
ya que de ningún modo, no, jamás, en lo absoluto
estarás sola.

Y no te extrañes si acaso te reprende por algo que hayas hecho mal,
tranquila… Yo sé lo que te digo,
los padres no se van.

*Periodista y poeta, Miembro de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios (Ametli), editora de Edita Express (edita.express@yahoo.com) y coordinadora editorial de Diarios de Covid-19

FB: Irene Selser / FB: Diarios de Covid-19 /diariosdecovid@gmail.com /

¿A dónde se ha ido tanto llanto?

Por Adriana Esthela Flores*

Panteón Municipal Xico, Valle de Chalco, Estado de México. Foto: Luis Barrón

Para ti lo infinito 
o nada; lo inmortal 
o esta muda tristeza 
que no comprenderás… 
La tristeza sin nombre
de no tener que dar 
o quien lleva en la frente 
algo de eternidad…
Deja, deja el jardín…
no toques el rosal:
las cosas que se mueren
no se deben tocar.

(Dulce María Loynaz, “Eternidad”)

Qué diablos decir cuando no se tiene más que decir, qué palabras pueden reemplazar todo el consuelo que cabe en un abrazo, a quién reclamar mientras la tierra y flores blancas van cayendo sobre el féretro, con quién llorar a grito abierto, sin freno ni contemplaciones?

Pienso eso cada vez que me entero de las vidas que se ha ido llevando la pandemia desde el año pasado y que han convertido a este mundo en una enorme colectividad de dolientes, en un funeral que parece interminable.

Cuando escribo esto a sugerencia de la extraordinaria, paciente y  rigurosa Irene Selser, el mundo ha registrado 2 millones 384 mil 922 muertes por covid, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins.

Cada unidad de esa cifra, pronunciada en menos de diez segundos, ha significado una llamada, un mensaje en watsapp, un moño negro en feisbuc, un recuadro negro, como gritando contra la muerte, en tuiter, un llanto vía telefónica porque estamos en confinamiento, porque estamos lejos, no podemos viajar, que hay semáforo rojo, que no podemos ir a misa porque las restricciones, que no habrá velorio porque está prohibido, que no podemos ir a ningún lado porque así lo pidió la familia, que son cenizas, será breve.

Y es entonces que el dolor llega como un golpe que te aturde, te deja ahí nadamás, de pie en medio del cuarto sin saber qué hacer, qué sigue, qué se dice, adónde se corre, te deja pasmado frente a la computadora con las narraciones de las que no quisieras enterarte o los perfiles que sabes en qué terminarán, “fuiste un gran padre, una gran hermana, una abuela extraordinaria”, o los de “a nombre de la familia tal les extendemos nuestro agradecimiento por sus oraciones para….”.

¿Qué se dice, qué diablos se dice?

En tiempos de pandemia, las redes sociales funcionan como obituarios electrónicos y la gente participa en velorios digitales enviando abrazos con palabras o imágenes, con la sana distancia que en esos momentos se vuelve tan odiosa.  

No hay gritos compartidos ni el llanto que haga retumbar una fosa. No hay ese dolor sordo que sale del estómago, como el que le escuché alguna vez a un campesino michoacano que gemía al lado de la tumba de sus familiares asesinados. Se siente feo aquí dentro, me dijo después, mientras yo intentaba garabatear alguna línea en mi libreta de reportería.

¿Dónde queda la herida colectiva, a dónde se van tantas lágrimas juntas? Hablaba sobre eso con un destacado compañero camarógrafo, con quien cubrí numerosos hechos de violencia  durante los años de la fallida guerra contra el narco y quien me afirmó que, en esta pandemia, veía el duelo más duro que aquellos episodios de asesinatos y masacres. Su conclusión era sencilla: “Allá, al menos, podían ir a llorarles”.

“La pandemia está provocando un incremento de la demanda de servicios de salud mental. El duelo, el ‎aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo están generando o agravando trastornos de salud mental. ‎Muchas personas han aumentado su consumo de alcohol o drogas y sufren crecientes problemas de insomnio ‎y ansiedad”, describió la OMS en un informe publicado en octubre de 2020 acerca de las perturbaciones en los sistemas de salud que ha provocado la emergencia sanitaria en la mayoría de los países del mundo. “Efectos devastadores”, indica el pronunciamiento de la organización internacional.

Llegaré el momento en que inicie el período de la recuperación, que en este contexto se sentirá como un episodio de posguerra. Entre las señales de optimismo resaltan las vacunas, la reducción en ingresos a hospitales, el relanzamiento económico y esa terminología y hechos que sonarán venturosos y seguramente lo serán, aunque las ausencias se queden tatuadas, testimonio de nuestra permanente fragilidad.

*Reportera, cronista y poeta originaria de Monterrey, Nuevo León. Directora de Diarios de Covid-19.

E-mail: adriana.esthela@gmail.com, diariosdecovid@gmail.com

Facebook: Diariosdecovid19 / Twitter: @adrianaesthela

Sobrevivir a colores: las carcasas de Anayín

Por La Redacción

A la joven Anayin Páez la pandemia de Covid-19 le arrebató no solo a su padre, quien falleció a causa del coronavirus, sino también a su empleo en una tienda de abarrotes en la zona donde vive, San Gregorio Atapulco, alcaldía de Xochimilco, en el sur de la Ciudad de México.

No hubo tiempo para llorar. Por ello, la estudiante de séptimo semestre de Ingeniería comenzó a vender por Internet las carcasas para teléfonos celulares que ella misma decoraba con pintura vinílica, diamantinas, piedras sintéticas, pinceles y su imaginación.

Su talento, conocido entre familiares, amigos y compañeros hizo que las carcasas se convirtieran en fuente de ingresos tanto para ella como para el resto de su familia, al comercializar ahora su trabajo y perfeccionar un arte que comenzó como un pasatiempo.

Facebook: https://www.facebook.com/search/top?q=mundo%20xochimilco

Ayudar a contracorriente

El coraje de las mujeres indígenas de Tlaola

La llamada «pandemia en la sombra» no tuvo ningún freno; más bien, se incrementó con la alerta sanitaria del Covid-19. Los casos de violencia aumentaron para todas las mujeres en el mundo y en México, donde las indígenas, además de enfrentarse a este problema dentro de sus hogares, también se vieron afectadas por el recorte presupuestal que aplicó el gobierno a los llamados «refugios violeta», como la Casa de la Mujer Indígena en Puebla.
(Artículo publicado en SemMéxico, 29 de enero de 2021)

Por Lizbeth Álvarez Martínez*

Mujeres que atienden la Casa de la Mujer Indígena en Tlaola. Foto: Lizbeth Martínez

Margarita y Lucía, son parte del grupo de mujeres que atienden la Casa de la Mujer Indígena en Tlaola, Puebla. Ya tenían el caldo de pollo en la estufa y el café caliente para platicar sobre los casos de violencia que viven las mujeres en esa comunidad. 

Margarita es la que acompaña a las mujeres que han sido violentadas al Ministerio Público: “Me levanto muy temprano para dar acompañamiento a esas mujeres que necesitan ayuda, pero a veces me da coraje, pasa el tiempo y regresan con su agresor. Sé que no es fácil salir de ese círculo de violencia en el que viven, pero poco a poco van conociendo sus derechos humanos y dejando atrás la violencia en la que viven.”

Por su parte, María Lucía de la Cruz, es la que realiza las traducciones del español al náhuatl: “Doy las capacitaciones tanto en náhuatl como en español para que todas las mujeres conozcan de sus derechos. Me gusta el trabajo que realizo. Cuando se necesita voy al Ministerio Público a realizar alguna traducción para que se eviten injusticias en las declaraciones de las denunciantes. Cuando viene a la CAMIS les preparo un café aquellas mujeres, un agua caliente para que ellas se sientan seguras y tranquilas”. 

La pandemia por covid-19 provocó un aumento de los casos de violencia contra las indígenas en sus comunidades, constata Rubí Nolasco Cruz, representante legal de la Casa de la Mujer Indígena (CAMI) “Yoltica”, en Tlaola, Puebla, por lo que han tratado de mantener sus servicios, pese a los riesgos que corren y al recorte de 350 mil pesos que el gobierno federal les aplicó el año pasado.

Iniciando el año 2021, las responsables de la Casa Yoltica habían decidido cerrar por unos días. Sin embargo, en menos de ocho días tuvieron que abrir: “Las mujeres fueron a tocarnos las puertas de nuestras casas. Es una grosería dejarlas afuera. Saben que damos acompañamientos, que trabajamos los temas de violencia”, señaló la abogada, entrevistada para SEMMEXICO en la sede de la CAMI. 

“Varios hombres que trabajaban fuera de la comunidad regresaron por la falta de empleo. Entonces, la falta de trabajo y la incertidumbre son detonantes de la violencia”

“Varios hombres que trabajaban fuera de la comunidad regresaron por la falta de empleo. Entonces, la falta de trabajo y la incertidumbre son detonantes de la violencia” y llegan a agredir a sus esposas y demás integrantes de la familia, reconoció la especialista.

Aunado a lo anterior, “las cargas de trabajo aumentan para las mujeres. Le sumas también que ellas son las que se encargan de la educación de sus hijos y, luego, sin acceso a internet”, relata.

“Decidimos regresarnos a la casa haciendo guardias”, explica, por lo que la casa fue acondicionada con las medidas necesarias, entre otras: tapete y gel desinfectantes y las indicaciones para el uso correcto del cubrebocas.

Casa de la Mujer Indígena en Tlaoli. Aunque fue cerrada, las mujeres tuvieron que reabrir ante las constantes denuncias de violencia. Foto: Lizbeth Martínez

Quienes atienden los CAMI no solo enfrentan el tema de la pandemia por covid-19. Nolasco Cruz refiere que, debido a la política de austeridad del gobierno federal, hubo un recorte entre el 25 y 30 por ciento a instancias que atienden la violencia contra las mujeres.

“Nosotras, cada año metemos un proyecto, pero nos avisaron que probablemente no iba a ver recursos para las CAMI”. Debido a ello, dijo, “Iniciamos un cabildeo con autoridades a nivel federal, con el apoyo de mujeres representantes que están como diputadas, que legislan. Armamos esta red de apoyo”. No obstante, el año pasado les quitaron 350 mil pesos para operar la CAMI. 

La Secretaria de Hacienda y Crédito Público había hecho este recorte, pero “en esta pelea de presupuesto nos autorizan un recurso emergente. Se recuperaron las becas que les dan a las integrantes de la casa de la mujer. Abonamos así al tema de la prevención de la violencia contra la mujer”, recalcó.

A pesar de la pandemia y el recorte presupuestal, la CAMI ha mantenido el 80 por ciento del ritmo de trabajo. El año pasado recibieron entre 45 y 60 mujeres a quienes les dieron apoyo jurídico y psicológico, además de los acompañamientos al Ministerio Público o a hospitales, señala Nolasco Cruz.

Añade que en los talleres de capacitación que dan en las comunidades atienden de 200 a 300 mujeres por año. Los temas que abordan son, entre otros, derechos humanos, salud sexual reproductiva, prevención de abuso sexual en escuelas, empoderamiento de niña.

Las acciones de las CAMI constituyen una herramienta para el acceso a los derechos de las indígenas. Son un espacio donde se brinda atención con pertinencia cultural, perspectiva de género y de derechos humanos para prevenir la violencia contra las mujeres y garantizar el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos. 

*Periodista especializada en temas de género y salud. En sus redes se define como «preguntona, libre pensadora, revolucionaria, ave nocturna». Twitter: @lunazipolite


Vivir el cáncer con Pensamiento Propositivo

«Cuando el cáncer toca las puertas de nuestro hogar nos cambia la vida para siempre, pero desde desde el testimonio personal digo con certeza que sus efectos se pueden vencer con Pensamiento Propositivo.» Testimonio de la conductora y locutora venezolana Marayira Chirinos a propósito del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer, que se conmemoró el 4 de febrero.

Por Marayira Chirinos*

“El Pensamiento Propositivo supone como primera tarea no asociar cáncer con muerte, sino como una oportunidad de descubrir el propósito del paciente y de los cuidadores.”
Foto: IG @marayirachirinos

Cuando el cáncer toca a las puertas de nuestro hogar nos cambia la vida para siempre. Cada 4 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer, y quienes hemos transitado este camino como pacientes o como cuidadores sabemos que el miedo es al primero al que debemos enfrentar porque ese se contagia rápido, el cáncer no, pero sucumbe frente a él si no lo controlamos desde el primer momento.

Escribo el artículo desde la experiencia personal, la misma que hace más de diez años encendió mis alarmas para alertarme sobre los cambios que se avecinaban. Un cáncer de páncreas consumía a mi esposo y, para sorpresa de todos, el primero en darnos una lección de cómo enfrentar el miedo fue él. Yo estaba aterrada, tan aterrada como embarazadísima de tres meses de mi tercer hijo, sentí mi mundo venirse encima. El testimonio es muy largo y no quiero detenerme en él, porque sé además que el suyo, amigo o amiga lector(a) o el de su amigo, vecino o familiar es el que pasa ahora por su mente, pero hay un punto en el que todos nuestros casos coinciden: el miedo.

Enfrentar el cáncer con Pensamiento Propositivo pasa por concentrarnos en el abanico de soluciones para transitar el difícil camino, y no enfocarnos en el problema. Supone además como primera tarea no asociar cáncer con muerte, sino como una oportunidad de descubrir el propósito del paciente y de los cuidadores, independientemente del desenlace.

Se dice fácil, hay que estar en esa situación, pero yo lo estuve y por eso me siento con la autoridad suficiente para dar fe de lo clave que es el componente emocional en la efectividad de cualquier tratamiento que se haga, bien sea alopático u homeopático. Debemos, ante todo, mantener la calma para poder pensar y organizarnos como familia cuidadora y hacer al paciente partícipe del proceso, siempre y cuando esté al tanto de la situación.

Si bien es cierto que cuando el paciente siente miedo sus defensas bajan, también es cierto que el miedo también puede paralizar a los cuidadores que deben velar por el bienestar físico y emocional del paciente. Por esa razón resulta tan necesario manejar esos factores emocionales y diseñar entre todos la “estrategia de afrontamiento de la situación”, que puede ir en varias direcciones en dependencia de las particularidades del paciente y su familia.

Por ejemplo, una de las más usadas, aunque resulte a ratos controvertida, es el humor, en el caso del venezolano es una de las fortalezas de nuestra idiosincrasia. Su uso puede ayudar a una persona y a su entorno a rebajar la tensión que provoca la situación, pero hay que hacerlo con sumo tacto para no resultar ofensivo si no es aceptado por el paciente o si toca ciertos aspectos de su vida o de su enfermedad. Pero en general puede ser una buena herramienta si se utiliza de manera adecuada y aceptada.

Menciono el humor como una de las herramientas que en nuestro caso funcionó, además de otras terapias tradicionales -y otras no tanto- que en su momento se intentaron por la carga de ansiedad de la familia. Mi esposo (primero que todos nosotros) nos dio la fórmula para mitigar esa ansiedad y además descubrió su propósito, que fue enseñarnos, entre otras cosas, a aterrizar en los diferentes escenarios probables y “sin miedo” diseñar soluciones a cada uno de esos escenarios. Para eso no se necesita dinero ni medicamentos, solo determinación y, en su caso particular, un humor (negro) que de alguna manera aliviaba los momentos de tensión.

Mi testimonio no termina con un esperado final feliz, pero sí con una suma de experiencias tan enriquecedoras, aleccionadoras y valorativas de cada minuto de nuestras vidas, que digo con certeza absoluta que ese Pensamiento Propositivo, que nació hace 10 años como filosofía familiar y que hoy hemos llevado a la multiplataforma comunicacional, hizo que lo que médicamente se suponía ocurriría en tres meses por lo extremadamente avanzado del cáncer, ocurriera en 15 meses con calidad de vida emocional, y que además toda situación difícil en la vida de los para entones cuidadores, se maneje en lo sucesivo bajo el criterio de la calma y la resiliencia que requiere nuestro convulso mundo. De cada uno de nosotros depende y nada cuesta intentarlo.

*Politóloga, locutora, conductora de televisión y columnista venezolana y madre de Abraham, Samuel y Sarah Victoria. Twitter: @marayirachirino