El milagro de estar viva

A través de este texto, la periodista Norma Ponce de Ciudad Juárez, Chihuahua, comparte su experiencia con el Covid-19, un padecimiento que más allá de las cicatrices en el cuerpo, también le dejó algunas en el corazón, como la muerte de su abuela.

Por: Norma Ponce*

Estuve a punto de morir. Sufrí lo que nunca en mi vida, no podía valerme por mi misma, hacer un mínimo movimiento, saturaba en 46, requerí oxígeno, concentrador, enfermeros, medicamentos carísimos pero estoy viva. Con muchas secuelas y dolores pero viva, gracias a Dios.

Tengo una segunda oportunidad de vida y la agradezco. Estoy trabajando en mi recuperación porque tuve más del 50 por ciento de daño pulmonar. Ahora veo la vida diferente y busco la manera de vacunarme porque un segundo contagio no lo resistirá mi cuerpo.

Foto: FB Norma Ponce

Tengo sueños, anhelos, metas por cumplir y debo seguir escribiendo mi historia. ¡Soy agradecida por tanto amor que he recibido! Apenas me está cayendo el veinte de que casi pierdo la vida! De la tragedia familiar que tuvimos, mis papás graves y mi abuela trascendió pero aquí sigo dando batalla. Estoy recuperándome y trabajando desde casa.

Gracias a quienes me apoyaron, con esta vulnerabilidad me di cuenta con quiénes realmente cuento. Gracias desde lo más profundo de mi corazón a quienes me aportaron emocionalmente y monetariamente para librar esta batalla. Mi familia está mejorando. ¡Gracias, Dios por todo!!

Gracias, gracias, gracias.

*Corresponsal del periódico Milenio y Univisión en Ciudad Juárez.

Chile, construir un nuevo país no es solo ganar una elección

La pandemia ha agudizado los efectos de la exclusión social en el país, pero se equivocan quienes piensan que lo decisivo ahora es ganar de cualquier forma la próxima elección, poniendo atajo a otro gobierno de derecha que ya no puede gobernar sino acudiendo cada día más a la violencia, la fuerza y la represión.

Por José Miguel Arteaga*

Abriendo un campo apropiado para pensar nuestro país, podríamos comenzar citando a Víctor Hugo cuando dice que el viento de las revoluciones no es manejable.

No es que ya hayamos decidido como calificamos lo que ocurre desde el estallido de octubre de 2019. ¿Motín, rebelión, insurrección, revolución? ¿O simplemente estallido social al interior de una democracia erosionada e interrumpida en algunos puntos de su tejido urbano e institucional por actos aislados de sabotaje, violencia y vandalismo?

Hasta hoy todo transcurre por cauces institucionales reactivados por la presión popular y las contingencias de la pandemia, buscando ajustarse a la emergencia y recuperar alguna legitimidad. Podrían considerarse provisionales y fluidos dado que la nueva Constitución y un nuevo paradigma económico podrían transformarlos en profundidad.

Virtud popular haberlos impactado poderosamente para desentumecerlos, quitándoles el carácter férreo y monolítico con que fueron diseñados y forjados en dictadura.

Están en juego la naturaleza del Estado y las estructuras de dominación. Es una lucha de poder

La apertura de cauces institucionales para cambios profundos es una virtud política nacional reconocida; sin embargo, los nuevos sucesos abren una incógnita nueva y principal. ¿Hasta qué punto esta virtud permitirá una apertura suficiente para dar satisfacción a las aspiraciones populares? ¿La derecha aceptará sus costos políticos y económicos?

Esas aspiraciones están claras, pero son sustancia compleja y divisible; van del todo al poco y nada. El cerrojo de 2/3 para aprobar cambios mayores es una traba difícil de remontar. ¿Qué harán las fuerzas populares si esta traba les impide avanzar? ¿Saltará roto de alguna manera? ¿Dando paso a qué?

Están en juego la naturaleza del Estado y las estructuras de dominación. Es una lucha de poder. Los profundos anclajes del poder conservador pretenden mantenerlas petrificadas, mientras el poder popular lucha por su radical transformación.

Abundantes coberturas mediáticas encubren los propósitos reales de los protagonistas, pero la arremetida popular ha pulverizado gran parte del camuflaje de los poderes en que se sostiene todo. El desnudo abre el espacio de creación más esencial de nuestra historia en muchas décadas, marcando un antes y un después de alta significación.

Se equivocan quienes piensan que lo decisivo ahora es ganar de cualquier forma la próxima elección, en noviembre, poniendo atajo a otro gobierno de derecha.

Si fuera sólo eso, sin un programa para un nuevo país, sólido, bien fundado y mirando con ambición al futuro, sería una óptica miope que no ve la trascendencia del momento y las reales posibilidades de construir un país mejor con gente mejor.

Una óptica que no calibra la hondura de la crisis; no ve el fracaso total de las viejas clases gobernantes; no calibra el agotamiento y el quiebre de la sociedad desigual a que conduce; no ve lo incompatible del actual modelo con las mayorías nacionales que despertaron, luchan por lo suyo y cuentan con los medios para imponer su voluntad. No ve que la derecha ya no puede gobernar sino acudiendo cada día más a la violencia, la fuerza y la represión.

Si se quiere ganar la próxima elección sin haber pensado a fondo el nuevo país que hay que construir, se abren solo dos caminos: o las elecciones se perderán porque la oferta será de nuevo algo más de lo mismo ya ampliamente repudiado, o si se ganan por alguna carambola probabilística será un gobierno débil, dividido y tensionado, con nada fuerte, claro y seguro que ofrecer. La frustración será grande y pronto el descontento popular se volcará contra el gobierno.

Se habrá desaprovechado una oportunidad histórica y será una decepción enorme para millones de chilenos.

Las nuevas herramientas tecnológicas de uso masivo y popular obligan a cambiar la óptica tradicional. Su nuevo poderío las identifica y cohesiona, otorgándoles mayor movilidad y creatividad, reduciendo viejos anclajes y estereotipos ideológicos esclerosados que ya no prestan ninguna utilidad sino más bien apatía, desaliento y confusión.

Las clases dominantes están obligadas a tomar nota y entender esta nueva situación a riesgo de sucumbir sin pena ni gloria. Se corrompe y disgrega su pegamento, se erosiona su tranquilidad y su fe en un supuesto liderazgo partidario y nacional. Se fragiliza su pretensión de mantener un rol hegemónico que mantenga unido y en paz a todo Chile. Los sellos que unen los eslabones de su poder pierden firmeza y el sistema vacila sin dirección.

Nos fuimos quedando atrás como país y estamos despertando. Las grandes mayorías están asumiendo tareas que le son esenciales

La sociedad entra en efervescencia y recrea con mayor facilidad y velocidad sus nuevas formas, transformación social más rápida y potente, basada en revoluciones científicas y tecnológicas, más exigida y expuesta a mayores desafíos. Puesta al día de esenciales tareas postergadas con los mil artilugios de la dominación.

El río que caracteriza en la profundo a toda sociedad fluye con mayor plasticidad y rapidez, disueltos sus componentes rígidos, su arrastre de sólidos, materiales petrificados, anquilosados, escleróticos, de un pasado envejecido, huérfano de soportes, inservible para un presente desafiante, exigente, apremiante. De crisis y dolor.

El mobiliario social se desvanece cuando ya nadie cree en lo establecido con la fe anterior.

Se siente por doquier un viento revolucionario no manejable que Chile pone en evidencia. La revolución tecnológica global hincha las velas de nuestro país poniendo las bases para superar el atraso de una sociedad fracturada, elitista y desigual, que niega el progreso a las grandes mayorías, perpetuando viejas estructuras incapaces de abrir paso y canalizar el progreso con una democracia menos mentirosa.

Nos fuimos quedando atrás como país y estamos despertando. Las grandes mayorías están asumiendo tareas que le son esenciales. Para ellas son irremplazables porque el nuevo mundo es abierto e inclusivo, participativo y sustentable, variado y respetuoso de las diferencias, generoso y solidario, trabajador y asociativo.

Cualidades imposibles para elites egoístas y tramposas, empecinadas, tercas, depredadoras, antipatriotas, violentas, que van donde manda su dinero, moviéndose en los flujos financieros donde el capital es el único soberano.

El camino al futuro lo traza la necesidad histórica del país. Las grandes mayorías movilizadas consiguen romper el cerco en sus pilares más emblemáticos –la Constitución y el modelo Chicago– en un momento de extrema tensión y reagrupación de fuerzas, abriendo paso a cambios mayores.

La pandemia agudiza los efectos de la exclusión de los desfavorecidos potenciando la rebelión, postergando sus expresiones masivas, bajándolas a latencia poderosa.

Las transformaciones históricas han golpeado la puerta sonando las alarmas. El despertar popular que desató el estallido va objetivamente en la dirección a que apunta el desarrollo país, inaugurando un cambio de dirección estratégico en nuestra historia.

La derecha busca impedir al cambio necesario, pero la descomposición de su modelo ya no resiste más. Ya Chile está en marcha, abocado a tareas urgentes y de largo alcance, empezando a poner las primeras piedras de su edificio mayor.

Una sociedad civil rica en intermediaciones y denso tejido social facilita abrir cauces al cambio necesario, pero da pie también a la amortiguación del impacto y la continuación del engaño, a la insidiosa estrategia gatoparda: cambiar todo para que todo siga igual. 

Es la dialéctica de avance del proceso chileno; choque de ideas y fuerzas, metodologías y paradigmas de futuro. Tareas no faltan, pero requieren empuje fuerte y sostenido con claridad de propósitos.

Construir un nuevo país es mucho más que ganar una elección.

Imprescindible fundar en sólido. Hay mucho de qué echar mano mirando lejos. El mundo cambia con rapidez y hay por todos lados mucha información. Hay que dar con lo preciso y necesario. El valor agregado de hoy y de mañana es el factor humano, economías que avanzan incorporando y densificando tecnología, inteligencia y conocimiento. Aquí está el mayor valor, lo que apela a nuestra gente, nuestro pueblo, su bienestar, su seguridad, su salud y educación. Sigamos pues en esta dirección.

*Filósofo y economista chileno, @josemiguelart17

Respirar para soltar

«El tercer ojo» – María Xavier Gutiérrez

Por María Xavier Gutiérrez*

Cuando entro a mi mente, es decir, cuando medito a veces me sucede que me da comezón en  un cachete,  se me sube una hormiga al brazo, un pelo roza la ceja o se me entume un pie. Me entran unas ganas terribles de rascarme y acabar con la comezón.

Sentada en un cojín en el suelo con la espalda recta y los ojos cerrados por 20 minutos, respirando conscientemente ya es un gran esfuerzo. Entonces tengo dos opciones: me rasco o resisto.Como dice una vieja canción I´m only human[1] y a veces me rasco o sacudo a la hormiga para que caiga patas arriba lejos de mí, pero otras veces opto por resistir.

Cuando resisto a algo tan simple como una comezón estoy entrenando mi tolerancia y mi fortaleza interior. Cuando algo nos pica, nos estorba o nos corrompe la vida, tendemos a dedicarle toda nuestra atención y, lo que es peor, toda nuestra energía hasta que nos desgasta. Pero si yo decido conscientemente colocar mi atención en otro sitio, esa picazón se va desvaneciendo hasta desaparecer. Así sucede con todo.

Este ejercicio me ha demostrado que yo decido dónde quiero colocar mi mente y que no soy un globo al viento. Pero ok, ¿es fácil? NO. Resistir a algo que estorba es difícil. Entonces, ¿por qué debo resistir? Simplemente porque muchas veces no podemos cambiar el mundo exterior, pero sí podemos cambiar el mundo interior.

Entonces me pregunto si resistir es la mejor palabra o si hay otra para describir eso que hago con la comezón. Si resistir me lleva a sentir tensión pero yo más bien quiero desvanecer la comezón, quizá la palabra correcta sea SOLTAR.

Soltar es como decir: estás ahí pero ya te podés ir, te libero; ya no te necesito. Gracias por tu enseñanza, vete y transfórmate en otra cosa.

Aunque el Covid-19 asfixia, estamos a tiempo de aprender a respirar

El coronavirus es una comezón bien incómoda, nos ha generado encierro, muerte, duelos, distancia, miedo, incertidumbre, ansiedad y cuanta emoción se nombre. Pero si logramos poner nuestra atención en otras actividades, podemos reducir esas emociones pesadas.

Esto no significa que seremos apáticos al entorno, no significa que voy a bailar y hacer pasteles todo el día, sin que me importen las fatalidades que ocurren. Significa que podré sobrellevar la realidad, pero sufriendo lo menos posible.

En meditación, la técnica que yo empleo para “soltar la comezón” es inhalar y exhalar. Cuando inhalo atiendo el recorrido del aire que pasa por mi nariz, baja por mi tráquea, infla mi panza, luego los pulmones y el pecho. Al exhalar desinflo primero la panza, luego los pulmones y siento la salida del dióxido de carbono. Al inhalar me nutro, al exhalar me limpio.

Tú eres el cielo, todo lo demás es solo el clima. You are the sky, everything else is just the weather (Pema Chödrön, monje budista)

Pasa el tiempo, un minuto, dos o no sé cuántos. Me sorprendo cuando la comezón se reduce hasta ser imperceptible y entonces me vuelvo a sentir a gusto conmigo misma, aunque sé que otra comezón puede saltar y deberé repetir el ejercicio.

En meditación practicamos el soltar. Soltamos el miedo y la felicidad, todo. No nos quedamos con nada. Porque todo es temporal: lo bueno, lo malo, la salud y el covid son temporales. Lo único constante en este plano de vida es el cambio, por ello vale la pena estar fuertes por dentro. 

Si necesitas técnicas de relajamiento, respiración o meditación me podés escribir a mi email: nicaurbana@gmail.com o te suscribes a mi página de Instagram https://www.instagram.com/makarayoganic/

*Comunicadora social nicaragüense, escritora del blog Mujer Urbana https://mujerurbana.blog/, artista en exploración y maestra de yoga. 


[1] Solo eres un humano, canción de Billy Joel, 1985:  YOU´RE ONLY HUMAN DE Billy Joel     https://www.instagram.com/tv/B-X6yqBJc0E/?igshid=vnbmc7zv1tw7

 

Hasta siempre, poetas

Con apenas unos días de diferencia, cuatro grandes poetas -Enrique González Rojo Arthur, Javier Molina, Luis Borja y Adam Zagajewski- dejaron este mundo por diversas causas, pero todas finalmente envueltas en la ola de dolor y de alerta causada por la pandemia.

Vitales como eran, en Diarios de Covid-19 queremos rendirles homenaje y recordarlos a través de sus poemas, sus cantos hecho palabra, sus coros desde el corazón.

Compartimos, entonces, algunos de sus textos a modo de una despedida temporal, pues como bien decía el poeta salvadoreño Roque Dalton, «los poetas no se mueren nunca».

Javier Molina (1942-2021)
Periodista y poeta chiapaneco, considerado una de las plumas más lúcidas de San Cristóbal de las Casas.

Llegaré al fondo más oscuro del bosque

donde los niños juegan

ocultos de todo.

Llegaré

a un lugar donde el sueño es difícil

y las casas se han incendiado. Preguntaré

por la luz de una gota

de lluvia en la hierba. Escucharé

lo que dices

para regresar a mi casa.
 
Enciende la fogata de uvas

en la aurora

rescata la mirada de las cosas

del agua, del camino.

Olvida la tormenta, los desvelos

y el olvido. El cazador descansa

encuentra en el sueño su destino.
 
Están las antiguas palabras:

No habrá gloria ni grandeza

en nuestra creación y formación hasta que exista

la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.

En un cuarto oscuro

se revela la luz del amanecer.

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Adam Zagajewski (1945-2021)
Poeta polaco conocido como "el hijo de la guerra". Premio Princesa de Asturias de las Letras 2017.

La poesía es búsqueda del resplandor

La poesía es búsqueda de resplandor.
La poesía es un camino real
que nos lleva hasta lo más lejos.
Buscamos resplandor en la hora gris,
al mediodía o en las chimeneas del alba,
incluso en el autobús, en noviembre,
cuando al lado dormita un viejo cura.
El camarero en el restaurante chino
estalla en llanto y nadie imagina por qué.
Quién sabe, quizás esto también es una búsqueda
que se parece a un instante a la orilla del mar,
cuando en el horizonte aparece un barco rapaz
y se detiene, paralizado largo tiempo.
Pero también, momentos de profunda alegría
e incontables momentos de angustia.
Déjame ver, por favor.
Déjame persistir, por favor.
Al atardecer cae una fría lluvia.
En las calles y avenidas de mi ciudad
en silencio y con fervor trabaja la oscuridad.
La poesía es búsqueda de resplandor.

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Luis Borja (1986-2021)
Poeta y académico salvadoreño, Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador 2020.
 
Epitafio


La tierra acostumbrada al sabor de tu sangre pare versos florecidos de hastío

Debo decirte que el grito de los sapos ha demacrado los días

y aquí yace la agonía húmeda que te cantaban los pájaros

yace el extraviado laberinto de tu nombre

la sílaba enferma de un poema

el pánico escrito en la punta de tus dedos

los endurecidos besos de la ceniza

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Enrique González Rojo Arthur
Poeta, ensayista y filósofo mexicano, además de maestro, militante y guía. Premio Xavier Villaurrutia.

Programa de vida

Nacer profundamente irritado.
Gritar de tal manera
que todos se vuelvan hacia el grito
buscándole su pedestal
de lobo.
Hacer que por los labios entreabiertos
se fugue del pulmón en llamas
la vocal militante.
Ensayar muy pronto los primeros pasos
para aprender a pisotear los insectos
que lanzan pequeñas tarascadas a los talones.
Concebir en la cuna nuestro primer proyecto
subversivo.
No dormir en la almohada (donde anidan los más tibios
ademanes maternos)
sino acurrucamos en nuestro propio puño.
Apachurrar las lágrimas
entre el dedo pulgar y el índice.
Hallarse preparada en todo momento
para desenfundar nuestra mejor injuria,
cortar cartucho y pasear los ojos
por un jardín de pulsos extraviados.
Buscarle la espinilla a los dioses.
Poner,
desde pequeños,
a nuestro oído en guardia
contra todo
canto de sirena y variaciones.
Desoír la varita de virtud,
sus tristes erecciones.
Rechazar el noviazgo que nos pone
las primeras esposas en las manos.
Luchar a sangre y sexo.
Escribir un epigrama que genere
cuarteaduras en los muros
del partido gobernante.
Pero no confiar demasiado
en las virtudes catastróficas de la lira,
en la toma del poder por los endecasílabos.
Buscar pacientemente en cada cuerpo
el punto en que se esconde la ternura.
Darle piel abierta a la caricia.
Organizar una manifestación
que corra, tumultuosa,
a escuchar en el zócalo un recital
de poesía.
Contemplarse las manos,
a la hora de morir,
y pensar en las obras
firmadas por sus huellas digitales.
No tener temor a la muerte.
Enseñar a los cojones a deletrear el infinito.
Morir tranquilo, en fin, tranquilo.
En paz, serenamente,
si se está convencido
de haber colaborado
con un grano de pólvora
al bendito desorden que se acerca.

Cremaciones, la ruptura del ritual

Entrevista con Juan Salazar, especialista funerario

Foto: Facebook Diarios de Covid-19

Por Adriana Esthela Flores*

En los últimos días, México fue sorprendido con un dato que, si bien ya se esperaba, de todos modos significó un cubetazo de agua helada: el número de muertes por Covid-19 no era de 200 mil sino de más de 322 mil personas, 60% más alta que las cifras reportadas a diario por el gobierno federal y que significaron, a golpe de cifras, que el país es el segundo en el mundo con mayor mortalidad, solo después de Estados Unidos y superando a Brasil.

Este proceso causó un aumento considerable en la demanda de servicios funerarios, especialmente en el área de cremaciones, un sector en el que se ha especializado el asesor Juan Salazar.

Él también sobrevivió al virus, por lo que estuvo aislado cuarenta días. En entrevista con el programa sabatino “Las Sesiones» de Diarios de Covid-19 en Facebook Live, Salazar habló de la manera en que la pandemia impactó en su jornada laboral en Monterrey, Nuevo León, su lugar de residencia.

“Todo el año pasado fue cremación. Tuvimos que traer trajes con caretas, lentes, cubrebocas especiales para poder atenderlos y retirar (los cuerpos) de las clínicas…Y fue mucha alarma, mucha impotencia con los familiares porque querían inhumación o embalsarmarlo y no era posible”, explica.

Siendo el entierro uno de los rituales más importantes en México, las y los deudos de las personas fallecidas querían honrar a sus familiares con el velorio tradicional en la capilla o incluso embalsamarlo, lo cual estaba prohibido por las autoridades sanitarias.

“No era posible por los riesgos de querer tenerlo en la capilla un par de horas, cuatro horas y esa impotencia de parte de ellos golpeaba en nosotros, en nuestra mente y nuestro trabajo y nos lastimaba emocionalmente no poder otorgarles esa ayuda”, relata.

¿Cómo cambió la pandemia su jornada?

Fue un cambio radical, enorme… Antes, la velación se instalaba a las diez de la mañana y la gente estaba hasta las diez de la mañana del otro día; ahora, se retira a las ocho de la noche y se cierra la capilla hasta el siguiente día para evitar contagios. Se priva del ingreso a los niños y las personas de la tercera y se reduce la cantidad de personas dentro de la capilla. Fue un protocolo muy restringido en donde nos vimos mal al exigirles a las personas que no era posible…Y más que nada, no podía haber velación, tenía que ser directo al panteón y y esto es un golpe muy duro emocionalmente para la familia.

¿En cuánto aumentó su trabajo?

Fue un aumento del 90% o tal vez más. Normalmente, le decía, retiramos el cuerpo hoy y en 24 horas ya tenemos las cenizas y ahora no. Fueron necesarios hasta cuatro días completos para entregar las cenizas, porque el número de cuerpos fue elevado. Ya no podíamos garantizar ni uno ni dos sino de tres a cuatro días, muy prolongado por la saturación de fallecimientos a causa del covid.

¿Cómo hicieron para enfrentar esa saturación?

Pusimos un cuarto frío en nuestra empresa funeraria y de haber normalmente tres o cuatro cuerpos en espera, se llegó incluso hasta veinte, un porcentaje elevadísimo. La saturación vino de que el crematorio equis no tenía 20 cuerpos para cremar al día sino 80, 90, 100 o 120. Éramos varias funerarias y cada una llevando un porcentaje elevado, se disparó completamente el número de cremaciones.

Ahí si hay que tener mucho sentido humano, no se puede, por tratar de salir del apuro, hacer una cremación múltiple y entregar cenizas revueltas, tiene que haber ese respeto, tiene que haber la exclusividad de un cuerpo. Tal cuerpo va a ser cremado en tal horno, no se puede tener tres o cuatro en un horno para salir rápido. Hay que tratar con mucha sensibilidad a la gente para que entienda que va a ser más tardado, pero era para darles el mejor servicio y no entregarles algo equivocado o algo revuelto.

¿Cuál fue el desafío?

El riesgo de enfermarse porque la gente quiere, exige, no capta en su mente dolida los riesgos a los que se expone su familia, ni tampoco el personal que trabaja en la funeraria manejando cuerpos con el virus o ponerlos a velación con la bolsa especial, abierta. También lo el enojo de los deudos, porque eran muchos días en espera de las cenizas y su molestia porque qué tal que no le entregábamos los restos de la persona que era, que pudiéramos equivocarnos.

¿Cuál es la lección de la pandemia?

Nuestro trabajo es más profesional y humano que un negocio. Es más humano y es más individual y es más sensible que eso. El dinero queda solo, lo que queremos es entregarles lo mejor.

* Periodista, cronista y poeta. Directora de Diarios de Covid-19 y conductora del programa en línea «Las Sesiones» de Diarios de Covid-19 en Facebook-Diarios de Covid-19.

«Vacunarse es una responsabilidad social»: María Guadalupe Granados

Foto: Facebook Diarios de Covid-19

Por: Redacción

Hasta el cierre de esta edición, más de 7 millones de vacunas contra el Covid-19 se habían aplicado en México desde que inició la campaña de vacunación, el 24 de diciembre de 2020.

En la ruta se ha registrado de todo: desde los tropiezos a la hora de inscribir a las personas adultas mayores, las críticas por la lentitud en el proceso hasta el escepticismo sobre el grado de efectividad de las dosis.  Sin embargo, nada ha parado la travesía de la esperanza: los módulos, en grandes o pequeños espacios, con pocas o largas filas, han atendido a miles de ciudadanos mayores de 60 años, incluyendo muchas abuelitas y abuelitos, destinatarios de las dosis que representan algo de luz al final del túnel de la pandemia, que desde luego no se acaba ni siquiera con las vacunas.

La bióloga María Guadalupe Granados, vecina de la alcaldía Iztacalco, en el oriente de la Ciudad de México, compartió en la Facebook Live, en el programa sabatino “Las Sesiones” de Diarios de Covid-19 su experiencia con la vacuna rusa Sputnik V, que le fue administrada en dos dosis.

¿Por qué decidió vacunarse?

“Es importante que uno se vacune para proteger a la población y específicamente en esta pandemia es todavía más importante, porque se convierte en una responsabilidad social: si yo me vacuno, estoy protegiendo a las personas que están cerca de mí pero, también a los que no están cerca y en la medida que más personas se vacunen, va a ser mejor y nos vamos a proteger todos.”

María recibió su primera dosis el 26 de febrero, en el Palacio de los Deportes, a donde llegó media hora antes de su cita.

“Estuvo muy bien organizado, había personal del gobierno federal, los siervos de la nación, de participación ciudadana y otras personas que eran muy amables y orientaban, nos pedían los documentos, credencial de elector y el comprobante de que éramos de Iztacalco”.

Antes de la inmunización, a María y otras 50 personas les hicieron el cuestionario sobre si tenían diabetes, hipertensión o cáncer; luego, les pasaron a un área para hacer ejercicio con música y baile “como para desestresarnos”. Y por fin, llegó el momento.

“Me vacunaron, no me dolió ni el piquete, ni el brazo, ni donde me aplicaron la vacuna, ni febrícula ni dolor de cuerpo, nada. Yo estaba dispuesta a que me pusieran la que fuera porque había también comentarios de que tal vacuna tenía eficiencia menor, tal vacuna estaba causando reacciones, tal vacuna no servía, entonces todo eso se descarta. Para que pueda aparecer una vacuna (que se pueda) aplicar a un grupo mayor de personas, pasan muchos estudios, muchas fases… Entonces, yo estaba segura y confiada de que cualquiera que me pusieran iba a estar bien.”

La segunda dosis le tocó el 19 de marzo, tardó apenas 40 minutos en todo el proceso, incluido el tiempo de observación.

¿Y siente que ya puede hacer lo que sea?

«No. Las enfermeras nos dijeron que no bajáramos la guardia, que siguiéramos tomando las medidas, que nos siguiéramos cuidando como si no estuviéramos vacunados, porque la mayoría de la población no está vacunada. Entonces sí era muy importante que siguiéramos tomando las medidas, la sana distancia, lavarse las manos, el cubre bocas.»

María Guadalupe trabajó en el INDRE (Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos), donde le tocó ver los efectos de la epidemia de influenza AH1N1. Pero nada, dice, nada se parece a la pandemia por Covid-19 de la que ella, incluso, se contagió en mayo del año pasado mientras estaba en Puebla, huyendo del alto número de contagios en la capital mexicana. Concluye:

“Yo ya me vacuné, fue la vacuna rusa de la que decían muchas cosas pero la que sea va a ser mejor que nada. Afortunada yo soy y agradezco al gobierno porque yo sí pienso que si hubiera ido otro gobierno, quien sabe cómo estaría esto, quien sabe las vacunas. Gracias al gobierno, a la Ciudad de México y a toda la organización.»

Agrega que «ahora les toca a los jóvenes llevar a sus abuelitos, como en algún tiempo las abuelitas llevaban a su niños a escuelas y demás, ahora les tocó a los jóvenes llevar a sus abuelitos a que se vacunaran, los tiempos se regresan y se acomodan. Yo invito a todas las personas a que de alguna manera busquen información y cualquier vacuna, cualquiera va a ser buena y cualquiera los va a proteger más que si no tuvieran nada”».

RELATOS VIRALES

Historias de una pandemia

Vacuna de primer mundo

ACUARELA ADRIANA BANCALARI – ARGENTINA

Por Esther Baradón Capón*

Los hermanos de Dalia gozan de una buena posición económica y fue fácil para ellos irse a vacunar a Estados Unidos, como muchas personas pudientes lo han hecho.

Dalia pensó que no estaba dispuesta a ser la única de la familia que se quedara sin ir a vacunarse a un país del “primer mundo, con una vacuna de primer mundo”, que ellos consideraban era la Pfizer, a pesar de que ella vive con una economía restringida.

El primer obstáculo que tuvo que sortear fue la renovación de su pasaporte, ya que debido a la pandemia estaba muy complicado conseguir una cita en la Ciudad de México o en el área conurbada.

Dalia es de esas personas a las que ningún obstáculo las frena para lograr su objetivo. Estuvo averiguando en donde sí podía renovarlo y resultó que lo más cercano a su domicilio era la ciudad de Querétaro, a dos horas de donde ella vive.

El día de la cita le pidió a Alicia, su hija, que la acompañara en su odisea. Salieron muy temprano para asegurar llegar a tiempo, lo que por fortuna lograron, aunque de regreso les tocó mucho tráfico para entrar a la ciudad.

Hay que decir que esa fue la renovación de pasaporte más cara que había tramitado en toda su vida entre casetas, gasolina, las comidas en el camino… pero todo valía la pena por una “vacuna Pfizer”.

El siguiente paso a resolver era a dónde viajar que no le resultara tan caro considerando el boleto de avión y el hospedaje. Después de mucho pensar decidió contactar a Laura, una prima hermana que vive en San Antonio.

Al recibir la llamada de la prima de la que por mucho tiempo no había escuchado, Laura se sorprendió, pero le dio mucho gusto.

Después de intercambiar saludos y e intercambiar información de cómo se encontraban y qué había sido de sus vidas, Dalia fue al grano. Le dijo que en México no habían llegado las vacunas, que solo los mexicanos que tenían la posibilidad de viajar a los Estados Unidos habían podido aplicárselas y sin más rodeos le pidió que la recibiera en su casa.

Laura le dijo que con todo gusto podía quedarse con ella y Dalia comenzó entonces con los trámites correspondientes para la compra del boleto de avión y dejar todo organizado.

Al llegar a San Antonio, lo primero fue localizar un centro de vacunación. En el primero le pidieron comprobante de residencia. Primera decepción. Pero no se dio por vencida. Su prima y el esposo la llevaron a otro centro de vacunación, en donde argumentaron que Dalia estaba de visita en su casa y que por esa razón requerían que fuera vacunada. Por suerte esta vez sí tuvo la fortuna de recibir la primera dosis de la vacuna “de primer mundo”. Le dieron la cita para para la segunda aplicación tres semanas después.

Por esos días se había dado una situación en la que Pepillo Origel, un personaje de la farándula en México, había fanfarroneado en las redes sociales de haberse vacunado en Miami, lo que dio origen a  toda una controversia. El alcalde de Miami amagó con quitarle la visa, entre otras amenazas aunque la cosa no pasó a mayores. 

Dalia entró en pánico y decidió quedarse en San Antonio hasta asegurar la segunda dosis, lo que implicaba muchos más gastos, entre otras cosas cambiar el boleto de avión y que los primos, que son jubilados, salen a diario a comer en restaurantes.

Finalmente recibió la segunda dosis y pudo regresar a México con sus tarjetas de crédito al tope y su cuenta de banco casi en ceros.

Cuando Dalia se fue a poner la vacuna no me contó nada y yo le estuve marcando en varias ocasiones sin obtener respuesta. Cuando regresó se comunicó conmigo. Al preguntarle qué en donde se había metido me relató todo por lo que había pasado y todo lo que gastó.

Cuando terminó su relato le comenté que esa misma semana yo también había recibido mi vacuna por parte del gobierno de México. Se sorprendió y me preguntó: “¿Cómo que te vacunaste? ¿Y qué vacuna te pusieron?”. Al responderle que la vacuna que me aplicaron había sido la Pfizer y en el Campo Marte, cerca de mi casa, retumbó en mi oído un grito desquiciado.

*Aficionada a la escritura, amante de las artes, la música, la fotografía y el teatro.

TW: @BaradonEsther  / FB: Esther Baradon

A pie o en carro, adultos mayores de Nezahualcóyotl se vacunan

Luis Barrón / Reportero Gráfico / Nezahualcóyotl
Facebook: Luis Barrón Instagram: @photonomada Twitter: @photonomadamex 

En el Ayuntamiento de Nezahualcóyotl y en el Deportivo Ciudad Jardín en el Estado de México, miles de adultos mayores del municipio acudieron esta semana a recibir la vacuna de Sinovac contra el Covid-19.

Decenas de personas del sector médico, de diversos programas municipales y estatales han apoyado a las personas con 60 años o más a registrarse, en un ambiente de tranquilidad y organización a fin de recibir la esperada inyección para minimizar y protegerse del virus.

Muchos de los habitantes acudieron acompañados de sus hijos o nietos para ser atendidos por el personal médico, en un regreso del tiempo cuando antes eran ellos quienes los llevaban a vacunar para prevenir las enfermedades tradicionales.

Tras recibir la vacuna, la gente agradeció la atención del personal médico que desde hace más de un año ha estado en la primera línea del combate al covid, poniendo en riesgo su propia vida.

Eduardo Galeano y su libro «Mujeres»

En el mes de la Mujer –aunque todos los días son de ellas–, Diarios de Covid-19 desea compartir cuatro relatos del periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) tomados de su libro Mujeres (Siglo XXI de España, 2015). El autor de Memorias del fuego y Días y noches de amor y de guerra, entre muchos otros títulos donde conviven con maestría la narración, la poesía, el ensayo y la crónica hizo de la mujer un eje vertebrador de su obra. En este libroél rinde homenaje a Sherezade, Marylin Monroe, Camille Claudel o Josephine Barker, sin olvidar a Juana de Arco o Rosa de Luxemburgo, además de muchas otras mujeres que hacen la historia de cada día.     

Volcán Masaya, Nicaragua. Febrero de 2021. Foto: Claudia Lucia Tinoco

Sherezade

Por vengarse de una, que lo había traicionado, el rey degollaba a todas. En el crepúsculo se casaba y al amanecer enviudaba. Una tras otra, las vírgenes perdían la virginidad y la cabeza. Sherezade fue la única que sobrevivió a la primera noche, y después siguió cambiando. Esas historias, por ella escuchadas, leídas o imaginadas, la salvaban de la decapitación. Las decía en voz baja, en la penumbra del dormitorio, sin más luz que la luna. Diciéndolas sentía placer, y lo daba, pero tenía mucho cuidado. A veces, en pleno relato, sentía que el rey le estaba estudiando el pescuezo. Si el rey se aburría, estaba perdida. Del miedo de morir nació la maestría de narrar.

Fuera de lugar

Una típica escena de domingo es el cuadro que da fama a Edouad Manet: dos hombres y dos mujeres en un picnic sobre la hierba, en las afueras de París. Nada de raro, salvo un detalle. Ellos están vestidos, impecables caballeros, y ellas están completamente desnudas. Ellos conversan entre sí, algún tema serio, cosa de hombres, y ellas tienen menos importancia que los árboles del paisaje. La mujer que aparece en primer plano nos está mirando. Quizás nos pregunta, desde su ajenidad, dónde estoy, qué hago yo aquí. Ellas sobran. Y no sólo en el cuadro.

Las vueltas de la vida

El Partido Conservador gobernaba Nicaragua cuando en el 27 de abril de 1837 se reconoció a las mujeres el derecho de abortar si su vida corría peligro.

Ciento setenta años después, en ese mismo país, los legisladores que decían ser revolucionarios sandinistas prohibieron el aborto en cualquier circunstancia, y así condenaron a las mujeres pobres a la cárcel o al cementerio.   

Puntos de vista (6)

Si Eva hubiera escrito el Génesis, ¿cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas historias son puras mentiras que Adán contó a la prensa.

Google y Facebook pierden privilegios

En medio de la pandemia y con el cambio climático como espada de Damocles sobre la humanidad, el gobierno de Australia sentó un precedente para regular por ley a Google y Facebook a fin de que estas multimillonarias plataformas paguen a periódicos y revistas por el uso de contenidos, lo que no implica cercenar la libertad de expresión.

Durante la primavera árabe, las redes aparecían como las principales impulsoras de la libertad y ahora lo son de los negocios. Foto: Youtube/Google

Por Guillermo Rothschuh*

Aun con reticencias y la oposición de las grandes empresas tecnológicas, nuevas reglas del juego se vislumbran en el horizonte. En poco más de un quinquenio las redefiniciones han sido impulsadas por gobiernos. Abusos constantes, propalación de fake news, creciente poder, ganancias excesivas, falta de rendición de cuentas, proliferación de cuentas falsas e imposición de la censura al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sirvieron como catalizadores. Desde diferentes flancos sufren arremetidas de las que se habían librado. La arrogancia de sus directivos fue la gota que derramó el vaso. En nombre de un liberalismo ramplón, pretendían funcionar sin sujeción alguna. Jamás buscaron acomodo. A largo plazo hubiese resultado beneficioso para todos.

Desatendiendo los llamados de gobernantes, actuando con lentitud hiriente para enderezar agravios, pagando multas millonarias a destajo, las recriminaciones de académicos, reparos de muchos de sus creadores y su terquedad asombrosa, fueron minando poco a poco el ánimo de quienes estaban llamados a meterlos en cintura. El desafío abierto al poder político y sus permanentes cruzadas por mantenerse ajenos a cualquier tipo de regulación, tenían inevitablemente que chocar con el sentimiento de la clase política y reclamos persistentes de centros de pensamiento e investigación. Ya no gozan de la admiración y venia de los usuarios. Prevalece el desencanto. La clase política tiene despejado el camino para actuar en consonancia con sus deseos.

Era inevitable que los centros de poder se alarmaran. En la historia de la humanidad nunca un grupo de negociantes habían dominado el mundo. Cuatro o cinco a lo sumo. En el trayecto que va desde finales de 1990 a la fecha, surgieron voces discordantes. Poco se les prestaba atención. La globalización y su principal propulsora —la revolución científico-técnica— mantenían aletargados los espíritus. Sus invenciones pasmaban la imaginación. La caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética, solo eran el preludio. Cegados por los triunfos en marcha, el capitalismo resurgía victorioso. El mercado imponía reglas del juego y la comunicación surgía como nuevo paradigma. Todo marchaba a su favor.

Pecan de ingenuos quienes sostienen que establecer normas en el uso de las redes afecta el ejercicio de la libertad de expresión. Todo lo contrario. La libertad de expresión es un derecho político cuyo ejercicio pertenece a todos los ciudadanos por igual.

Las redes aparecían como las principales impulsoras de la libertad, lo acontecido en Túnez anunciaba una nueva alborada. La primavera árabe ratificaba que estábamos a las puertas de un nuevo amanecer. Casi todos compartíamos la alegría de contar con herramientas tecnológicas que ayudarían a establecer en la tierra el reino de los cielos. Una libertad plena y compartida. Pero a partir de la campaña electoral para la presidencia en Estados Unidos (2016), las redes mostraron sus fístulas y furúnculos. El uso matrero era revelador. No podíamos llamarnos a engaño. Entre más enrevesada su utilización, mayores ingresos para sus dueños. Las redes quedaban al desnudo. La negativa de sus dueños de corregir o enmendar errores es preocupante.

El más opuesto en aceptar que las plataformas habían derivado en dispositivos de comunicación privilegiados fue Mark Zuckerberg. Con evidencias en contrario, continuó afirmando no haber imaginado el ascendiente de las redes sobre el ánimo de los votantes. Las afirmaciones de los expertos fueron desoídas. ¿En dónde quedaban entonces las lecciones aprendidas? Todo lo ocurrido en los países árabes no pasaba de ser para ellos un simple espejismo. Los enfrentamientos librados contra los militares egipcios de censurar las redes, ¿acaso no mostraban de manera transparente su influencia movilizadora y decisoria? Las redes entraban de lleno a la palestra política. Eran un instrumento de combate prodigioso. Todos lo comprendían, menos sus dueños.

El primero en demandar una contraprestación económica a Google y Facebook fue el magnate Rupert Murdoch, dueño de News Corporation. Finalmente salió airoso. Ganó la partida. La firma de un convenio de pago con Google, por el uso de contenidos, supone un logro. A la larga favorecerá a los dueños de medios. Una aspiración compartida.

Los artífices de este mundo subyugante leyeron con todas sus letras el libro de Manuel Castells, Redes de indignación y esperanza (Alianza Editorial, 2012), un compendio de las protestas ocurridas en Europa y Estados Unidos al amparo de las redes. Cuando Trump hizo de Twitter una prodigiosa máquina para gobernar, Barack Obama ya había probado sus mieles. ¿Cómo no esperar reacciones del estamento político? Son los más conscientes de la necesidad de legislar su uso, especialmente después de lo acontecido a Trump. Los académicos volvieron por sus fueros. Siguen señalando la urgencia de normar su funcionamiento. No puede quedar en manos de sus dueños una responsabilidad que compete al Estado. Sería demasiado riesgoso y problemático.

El profesor de Filosofía y Ética de la Información y director del Digital Ethics Lab en la Universidad de Oxford, Luciano Floridi, en un ensayo aleccionador, ratificó que la infoesfera es un espacio de relación compartido: “influye en todos los demás espacios, incluso en el físico, si pensamos en la defensa y la seguridad. Por eso no pertenece a nadie (como la luna), sino a todos”. Otorga razón a quienes disentimos por la censura impuesta a Trump: “la soberanía de este espacio no puede depender de empresas privadas, de estrategias de negocio, de autorregulaciones y fuerzas del mercado”. Llegó la hora de regular su utilización, “con procedimientos públicos, transparentes, democráticos, iguales para todos y justificados legalmente por todos los derechos humanos, para evitar arbitrariedades, abusos y discriminaciones”.

Pecan de ingenuos quienes sostienen que establecer normas en el uso de las redes afecta el ejercicio de la libertad de expresión. Todo lo contrario. La libertad de expresión es un derecho político cuyo ejercicio pertenece a todos los ciudadanos por igual. Debemos estar claros, “el valor de la infoesfera no reside en su infraestructura física o informática, que suele ser de propiedad privada, sino en los contenidos provistos y compartidos con la comunidad de usuarios a la que pertenecen”. Un razonamiento claro y acertado. No hay que confundir la libertad de expresión con los artefactos. La pregunta toral sigue siendo, ¿Cómo regular las redes sin menoscabar el derecho a la libertad de expresión? Existe temor que los legisladores puedan extralimitarse. Hay que estar prevenidos.

En un mundo comandado por los dueños de las redes, toda intervención de los poderes establecidos era considerada lesiva para sus intereses económicos. Se habían negado a pagar por la utilización de contenidos tomados de medios y periodistas. Alegaban que ambos actores resultaban beneficiados. Una verdad a medias. La tajada del león la llevaban siempre los propietarios de las redes. El primero en demandar una contraprestación económica a Google y Facebook fue el magnate Rupert Murdoch, dueño de News Corporation. Finalmente salió airoso. Ganó la partida. La firma de un convenio de pago con Google, por el uso de contenidos, supone un logro. A la larga favorecerá a los dueños de medios. Una aspiración compartida.

El acuerdo firmado con Alphabet Inc., empresa matriz de Google, puso fin a un litigio de muchos años. Ambas empresas se comprometieron a desarrollar formatos de periodismo de audio y videoperiodismo por YouTube. Ya antes Murdoch había logrado el pago de Apple y Facebook, autorizándoles a comercializar Apple News y Facebook News. El giro experimentado es de ciento ochenta grados. Google desea firmar acuerdos similares con los principales editores de medios del Reino Unido, Alemania, Brasil y Argentina. La asociación de editores News Media Aliance, que agrupa a 2 mil diarios de Estados Unidos y Canadá, desea presentar un proyecto de ley ante el Congreso de Estados Unidos para negociar colectivamente con Google y Facebook.

En el otro extremo del mundo, Australia, se convirtió en el primer país en requerir por ley el pago por la difusión de contenidos. Una exigencia planteada por diversos rumbos del planeta. Funcionarios de los poderes del Estado de distinto nivel coinciden en la necesidad de imponer pagos. La decisión de los australianos sienta un precedente a nivel mundial. Es la primera ocasión que Google y Facebook pagarán por mandato legal, a periódicos y periodistas por el uso de contenidos. Otros países harán lo mismo. Los gobiernos europeos pugnan para que los dueños de redes paguen por estos usos. El debate en el seno del Congreso y Cámara de Representantes de Estados Unidos va más allá. La experiencia en casa indica que las redes deben estar sujetas a reglas.

Los cambios dan por terminados los privilegios de las tecnológicas, y muy pocos expertos, excepto quienes trabajan en las redes, se aventuran a salir en defensa de sus propietarios. Sus inequidades imposibilitan sumar voces a su favor. El tiempo y los hechos favorecen a medios y periodistas. Los acontecimientos han demostrado que la autorregulación no funciona. Sería lo ideal. Se precipitaron. En vez de aprovechar esta prerrogativa, terminaron dilapidándola. Están inhibidos de levantar esta bandera. Carecen de toda legitimidad. Mientras tanto el mundo sigue su curso, atrapado entre el coronavirus y con la espada del cambio climático sobre la yugular. Ninguna providencia en las actuales circunstancias está de más. Es ahora o nunca.

*Comunicólogo, escritor y académico nicaragüense doctor en Derecho. El presente artículo fue publicado el 13 de marzo de 2021 en el periódico Confidencial y reproducido aquí con autorización del autor. https://www.confidencial.com.ni/opinion/los-gigantes-tecnologicos-pierden-privilegios/