Intermedio

Por Beatriz Gómez Tello*

Foto: cortesía de la autora

En marzo y principios de abril voluntariamente me recluí en casa, y créanme, cuando por mucha necesidad tuve que salir a hacer alguna compra emergente, llegué a escuchar frases como estas: “No tengan miedo”, “Esa enfermedad no existe”, “Es un invento para acabar con la humanidad”.

El día 24 de marzo, la Secretaría de Salud de México declaró la fase 2 de contingencia sanitaria por Covid-19 y entonces el encierro ya no fue voluntario sino casi forzoso para toda la ciudadanía, cuyo trabajo no fuera estrictamente necesario. Esto se decidió así, porque unos días antes empezaron a llegar mexicanos que se encontraban viajando por todo el mundo, unos de vacaciones y otros por trabajo.

Los casos que más llamaron la atención se refieren a las personas que habían viajado a Estados Unidos con el propósito de esquiar en Vail, Colorado. Oriundos de la Ciudad de México, Puebla, Guadalajara y Monterrey, algunos murieron y la mayoría sobrevivió. A partir de ahí los contagios empezaron a aumentar en todo el país.

En la Ciudad de México el temor ya se sentía en el ambiente, la jefa de gobierno tomó la decisión de cerrar el Centro Histórico para evitar lo más posible la gran afluencia de gente que circula diariamente por este lugar. La ciudad y el área conurbada se fue apreciando cada vez más vacía. Sin embargo, hasta esa fecha, no dejaban de verse todavía por ahí núcleos familiares paseando sin ningún temor y sin algún tipo de protección.

La gente de México es sorprendentemente simpática, generosa y hospitalaria por antonomasia. Como ejemplo emplearé las famosas frases: “Pásele, esta es su casa” o igual “¿Gusta un cafecito?” Y, por otra parte, no sabe apegarse a las normas establecidas y les cuesta mucho trabajo seguirlas y obedecerlas, aunque en ello se expongan y se arriesguen también a los diversos peligros que los rodean. Es por eso que la gran mayoría, por ende, prefiere cerrar los ojos ante situaciones difíciles de afrontar y hacer como si no estuviera pasando nada. 

Los casos que más llamaron la atención se refieren a las personas que habían viajado a Estados Unidos con el propósito de esquiar en Vail, Colorado

Así que muchos por sus puros calzones optaron por irse de vacaciones en Semana Santa, sin importarles que, con esta acción, se exponían al riesgo de ser contagiados al igual que sus familias; mas no contaron con que en los lugares de su preferencia para visitar como las playas del país, pueblos mágicos, ciudades coloniales, etcétera, las autoridades de algunos estados no estaban dispuestos a recibirlos y los regresaron a sus lugares de origen.

El 21 de abril entramos en la fase 3 de contingencia sanitaria, la gente de la ciudad de México, siempre tan escéptica, ya por esta fecha muestra un rostro desconfiado y temeroso de que alguien se le acerque. Las grandes avenidas se empiezan a ver desiertas, únicamente ocupadas por escaso transporte público, patrullas y ambulancias con sus sonoras sirenas que tan solo de oírlas nos producen escalofrío.    

Cada día son más los contagiados y fallecidos en todo el país, pero sobre todo en la Ciudad de México por la gran densidad de población, aproximadamente nueve millones según datos de 2015 en una superficie de 1.495 km2.

A la par de esto, se tiene conocimiento de casos aislados en toda la república donde algunas personas, ante el temor de ser contagiadas agreden en las calles a médicos y a enfermeras, aunque de forma inmediata las autoridades tomaron cartas en el asunto para brindarles protección.

¡Que paradójico resulta que este bicho tan, pero tan minúsculo pueda causar tal daño a la población mundial!

Al respecto, citaré un pasaje bíblico en donde David venció al poderoso gigante Goliat utilizando solamente una honda y una piedra. En la actualidad, con esta amenaza encima, todos los países del planeta, incluso los más ricos y adelantados en todas las ciencias, no lo han podido aún vencer creando una vacuna o medicamentos eficaces. Mientras tanto, ese microorganismo nos ha demostrado, y lo sigue demostrando cada día que pasa, su increíble poder matando a miles de personas en todo el orbe y, para colmo de males, hasta de nuestra libertad de ser y de actuar cotidianamente nos privó.

*Ciudad de México, ex empleada federal, aficionada a la escritura. Originaria de Atotonilco El Alto, Jalisco. Email: antaresgreen51@gmail.com

Los cuatro jinetes de la corona

Por Angelina Muñiz-Huberman*

Se abrió el pergamino de los siete sellos
no ayer sino hoy.

Cuatro jinetes saltaron de las páginas
cuatro caballos
                              blanco, rojo, negro y amarillo
no ayer sino hoy.      

Salpicaron a su paso el aliento de la muerte
gotas de rocío, espuma, saliva
                                                trasparentes, de cristal.

Diamantes de la corona extraviados
signo de todo mal envuelto en dolor
el Invisible recoge su manto y los caballos
al galope no pueden ser detenidos.

Blanco sin principio ni fin, niega su luz
rojo de sangre en éxtasis derramada
negro de hambre desmaya los trigales
amarillo de muerte acecha en las esquinas.

                        No ayer sino hoy
la corona de la creación se desmorona
                        no el Invisible
                        sino los invisibles
                                                  todopoderosos.

Entran y salen de uno a otro confín
espuma entre las manos batida
saliva que se esconde humillada
sola la esperanza del rocío baila
máscara de otros tiempos cubre
deseos de no ser reconocidos.

Como si así se ahuyentara
la corona de todos los tiempos
en este nuestro tiempo renacida
al trote de los cuatro caballos
enloquecidos.
                        No ayer sino hoy. 

*Ensayista, narradora y poeta mexicana nacida en Hyéres, Francia (1936). Doctora en Letras por la UNAM y en Lenguas Romance por la Universidad de Pennsylvania y en la City University of New York. Premio Xavier Villaurrutia 1985 por Huerto cerrado, huerto sellado; Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz 1993 por Dulcinea encantada y Premio Nacional de Ciencias y Arte 2018. Autora de más de 40 libros entre cuento, poesía, ensayo y novela.

Escribir, una estrategia frente a la cuarentena

Crean en Colombia red de escritura creativa

Por Gloria Helena Rey*

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Los expertos dicen que “la tecnología es el arte de crear a partir del conocimiento”, entonces tendríamos ahora que preguntarnos lo que es hoy la tecnología para el arte. El arte digital y el electrónico engloban actualmente todos los procesos de creación, pero no reemplazarán jamás la creación en sí misma.

“La tecnología no es nada. Lo importante son las personas buenas e inteligentes, que hacen cosas maravillosas si les das las herramientas”, decía el genio de la tecnología Steve Jobs, y no se equivocó. Lo que hace la tecnología es “resituarnos de otra manera”, pero el corazón de todo sigue siendo el hombre, la mujer, el artista.

Es el diálogo “de un corazón humano a otro”, nos dice el escritor Rodolfo Celis, fundador de Cuentos de Cuarentena, un grupo cerrado de escritura creativa integrado por escritores y no escritores colombianos, que funciona por Facebook. Celis menciona como ejemplo el cine: “Se pueden tener todas las herramientas digitales y todos los efectos especiales, pero si la historia no conecta con el corazón de la gente, es caso perdido. En el fondo, lo que hace que las plataformas funcionen son principios muy antiguos, huellas atávicas en el corazón de la gente”.
Tecnología y arte, una combinación tan impensable en otras épocas como el agua y el aceite, son hoy un complemento que fortalecerá el arte digital y el electrónico tras el Covid-19, y el que está impulsando la creación en la red de muchos grupos en diferentes artes.

El arte digital lo definen algunos como todo lo que se crea utilizando la tecnología como complemento, instrumento o respaldo


Ya se están utilizando las herramientas disponibles “para generar unos nuevos tipos de relacionamientos entre el artista, la obra y el público, gracias a las tecnologías”, afirma Celis. Cuentos de Cuarentena, como el jam de narrativas en el que el escritor improvisa, apoyado por la tecnología, ante sus lectores, que a la vez son críticos y creadores, se podría clasificar dentro del arte digital o el electrónico.

El arte digital lo definen algunos como todo lo que se crea utilizando la tecnología como complemento, instrumento o respaldo. El electrónico, como “la primera experiencia artística que ha nacido al mismo tiempo que su crítica e historia, y evoluciona al paso de la tecnología en que se sustenta”, según afirma Blanca Montalvo, profesora de la materia en la Universidad de Málaga, España.
Sin embargo, es difícil diferenciar entre los dos por la tenue línea que los separa y por eso sería mejor afirmar que “el único sistema aceptable es no tener sistema”, como decían los del movimiento dadaísta en Suiza hace más de un siglo.
Lo que está claro es que nuestro cotidiano estará regido por lo digital cuando despertemos de la pesadilla del Covid-19 en 18 meses, según lo previó el cofundador de Microsoft, Bill Gates, en una reciente entrevista con la BBC de Londres. Hoy, gracias a la tecnología y al virus estamos haciendo, a través de la red, el mercado, los pagos; estamos acudiendo al médico, realizando cursos, asistiendo a reuniones de trabajo, a eventos familiares, haciendo paseos guiados por los grandes museos o colecciones de arte del planeta o escuchando los conciertos de Andrea Bocelli o de Rubén Blades y de Carlos Vives, sin salir de la casa o de la cama.

Lo mismo sucede con el arte digital y electrónico. Los expertos dicen que cuando termine la emergencia se habrá consolidado y avanzado en semanas lo que se ha demorado, por lo menos, 20 años en andar.

Antes del nuevo coronavirus, científicos, programadores de software informático, inventores, emprendedores y también músicos, artistas visuales, directores de cine y diseñadores se ocupaban de crear nuevas experiencias humanas, lo que produjo “el nacimiento de un arte original en todas partes y ha permitido que evolucionen formas de arte completamente nuevas”, según la BBC de Londres.

Cuentos en Cuarentena

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En la actualidad vemos cada vez con mayor frecuencia cómo los creadores empujan más los límites de lo “tradicional” para innovar en sus trabajos, lo que hace que el arte sea cada vez menos estático y más novedoso en formas y expresiones como, por ejemplo, las esculturas en 3D o los llamados flash-mobs, veloces y multitudinarias acciones callejeras que se desintegran como burbujas en el aire.

La innovación y la tecnología están, sin duda, alimentando al arte. En la escritura el campo crece, podrá llevarnos a niveles insospechados y Cuentos de Cuarentena es un ejemplo válido, pues es un grupo de disciplinados creadores que utilizan la red y otras herramientas, como Zoom, para alcanzar y consolidar sus ideales.

La mezcla de creación y tecnología es “un terreno con múltiples potencialidades, muchas inexploradas… permite una interacción muy activa entre creadores; enriquece las prácticas individuales y puede complementar e incluso sustituir los procesos tradicionales”, afirma Celis, fundador del grupo, que nació como una especie de antídoto al aislamiento impuesto por el Covid-19. El objetivo fue “escribir como terapia de choque frente a la cuarentena. Escribir para sobrevivir al encierro. Escribir colectivamente. Escribir para aprender a escribir con otros. Escribir para mantener un diálogo constante en torno a la escritura”, explica.

En este espacio, unas 30 personas publican a diario textos que se someten a la lectura y crítica de lectores exigentes, como productos recién salidos del horno de la creación, lo que ha dado lugar al nacimiento de 250 textos en 12 días y hace que se esperen muchos más, pues se estudia la posibilidad de prolongarla existencia de Cuentos de Cuarentena una vez pasada la emergencia.

De momento, el ejercicio es muy dinámico, exigente y con reglas estrictas. La idea es que cada participante comparta a diario, hasta la medianoche, entre 500 y mil nuevas palabras sobre un tema determinado. Será descalificado si no lo hace durante tres días y sustituido por otro, que aguarda en una lista de espera.
“Los participantes son al mismo tiempo escritores y lectores. Como tales, publican y comentan. No nos interesa tener lectores externos que actúen solo como espectadores que leen y juzgan, sino que se lee y se juzga desde la misma práctica escritural. En eso también el grupo exige la disciplina de escritura diaria. Si alguien no puede aguantar el ritmo de escritura sale, y entra otra persona”, cuenta Celis.
El número de participantes no puede sobrepasar los 30 porque, dice Celis, “creemos que no solo es importante escribir, sino leer lo que publican los otros y, más importante aún, comentar. Eso hace que cada texto tenga un promedio de diez comentarios que generan interacción entre escritores. Además, contamos con un sistema de puntajes por publicaciones y comentarios que permite a los asistentes saber cómo ha sido su participación en el grupo”.
Además de cuentos y textos narrativos, en Cuentos de Cuarentena también se han publicado crónicas, poemas en prosa o columnas de opinión.

El primer tema fue sobre el mar y lo propuso Celis, pero después cada tema lo determina la primera persona que suba el texto del día. Los participantes han escrito sobre montañas, plantas, juegos, tabúes, máquinas o memoria.
Aunque el ejercicio se concibió con la idea inicial de que durara el tiempo de vigencia de la cuarentena, hoy se estudia la posibilidad de consolidar el grupo para hacerlo permanente.

Según el fundador, se están haciendo reuniones en Zoom “para conocernos y proponer algunas cosas. Lo primero es que hemos descubierto la potencialidad de las herramientas virtuales… Pensamos también en la opción de publicar una antología con los mejores textos. Incluso, en ampliar y potenciar la comunidad hacia otros escenarios, sin perder el horizonte inicial”. Sobre lo único que no han escrito hasta el momento es sobre el coronavirus porque está presente en todo. Celis dice que “con el miedo, la tensión y el ruido que provoca, no escribir es hacer más evidente su presencia”. No hay camellos en el Corán, decía Borges. Así quizá nos pasa. Como aquellos personajes del Decamerón, nos hemos refugiado en las ficciones para sobrevivir, para no caer en el remolino, para resistir.

También explica Celis que cuando hablan del mar, por ejemplo, lo hacen “como de un mundo perdido; de la nostalgia, como un tiempo al amparo de todas las catástrofes; de las plantas y las montañas, como de un universo lejano donde alguna vez fuimos felices. Ha sido bonito eso, de encontrarnos en la palabra, de habitar en ella, construir con palabras nuestra última trinchera. Escribir en grandes letras: el virus no pasará. Y si pasa, lo pasaremos junto

*Periodista y editora colombiana. El presente artículo fue publicado en el diario El Tiempo de Bogotá (12-05-20) y reproducido aquí con autorización de la autora. Twitter: @GloriaHelenaRey

Canadá en el mundo que viene

La crisis del Covid-19 acentúa las preocupaciones de vieja data referidas al liderazgo mundial de los estadunidenses

Por Yakov Rabkin*

Traducción del francés por Irene Selser

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El desempeño de Washington ha erosionado la confianza en los Estados Unidos. Esta pérdida de confianza se escucha desde la opinión pública y los expertos políticos hasta los economistas e inversionistas, cuando falta ver cómo China y los Estados Unidos podrán remontar los efectos económicos de la pandemia, que ha puesto igualmente en entredicho la globalización a la americana y la política de sanciones económicas.

Las sanciones, un arma a menudo utilizada por los Estados Unidos y sus aliados, pueden no solamente volverse contra estos mismos aliados que pierden los mercados de exportación, sino también fortalecer a los países que dichas sanciones buscan castigar. En una reciente entrevista televisada, Anna Popova, médico jefe de la Federación de Rusia, afirmó que las sanciones habían ayudado a su país a hacer frente a la pandemia. Rusia se volvió así autónoma en numerosos ámbitos que antes dependían de las importaciones occidentales.

Es probable que China, con su poderío industrial y su mercado interno en plena expansión, sabrá fortalecer su posición en el mundo pos pandemia.

El presidente Trump, así como sus virulentos detractores internos coinciden en reconocer que el mundo se ha vuelto “sino-centrado”.

Dominique Strauss-Kahn, ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), afirma en el último número de la revista Politique internationale que “China no está en situación de ejercer un liderazgo mundial, pero no es seguro que los Estados Unidos sean todavía capaces de hacerlo”. En The Economist, Kevin Rudd, ex primer ministro australiano, observa que los Estados Unidos abandonaron “el liderazgo mundial” y propone otro multilateralismo en el cual un papel destacado le sea reservado a Canadá. En este contexto, la orientación excesiva hacia los Estados unidos solo puede minar el futuro de nuestro país.

La emancipación política y económica de Canadá no es una idea nueva, pero la llegada del Covid-19 la pone de relieve en la actualidad. La administración estadunidense sigue reduciendo su participación en las organizaciones internacionales y desafiando a sus aliados fieles, entre ellos Canadá, que, si bien no es el único país en sufrir la política de America First, es uno de los más afectados.

¿Es entonces concebible que Canadá se pueda emancipar de su dependencia respecto de los Estados Unidos? ¿Hay precedentes de este tipo? Existe uno muy reciente, y Canadá contribuyó a su creación. Es la historia de desvinculación de Ucrania de Rusia.

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Al momento del desmantelamiento de la Unión Soviética en 1991, Ucrania tenía tantos vínculos con su vecino del Este como Canadá los tiene hoy con su vecino del Sur.

Además, millones de ciudadanos de las dos repúblicas independientes estaban casados entre sí. En menos de tres décadas desde la disolución fatídica de la URSS, esos lazos económicos se debilitaron radicalmente, la integración política y militar se transformó en confrontación, y Ucrania incluso prohibió los vuelos directos entre las ciudades rusas y ucranianas.

Los consejeros políticos y militares canadienses jugaron un rol importante en la reorientación de Ucrania. La viceprimera primera Chrystia Freeland contribuyó personalmente a los esfuerzos dirigidos a colocar a su patria ancestral en la órbita occidental. Centenares de canadienses, funcionarios y voluntarios de diversas ONG, poseen así una experiencia única que podría aprovecharse si se hace sentir la necesidad de reducir la dependencia de Canadá ante los Estados Unidos.

Pero aun a riesgo de ser acusada de hipocresía, Canadá debería actuar de forma diferente de lo que le aconsejó hacer a Ucrania. No habría ninguna razón de antagonizar a su vecino o de provocar las mismas dificultades económicas que las que golpearon a la mayoría de los ucranianos. Pero con el declive del liderazgo estadunidense, Ottawa debería afirmar un mayor grado de independencia frente a Washington. En los últimos años, Canadá supo guardar buenas relaciones con su vecino del Sur sin renunciar a su libertad de acción. Un compromiso más autónomo, tanto con nuestros socios tradicionales como no tradicionales, puede aportarnos ventajas estratégicas y económicas.

El Covid-19 impone un cambio de paradigma, y el mundo ya no será el mismo de antes. Una política liberada y audaz debería anticipar los cambios a fin de fortalecer la posición de Canadá en el mundo pos pandemia.

*Profesor emérito de Historia en la Universidad de Montreal, autor entre otros libros de En el nombre de la Torá, historia de la oposición judía al sionismo (Universidad de Montreal y ed. Planeta, Buenos Aires), y coautor del libro DemodernisationA Future in the Past (Columbia University Press) www.yakovrabkin.ca/english/

¿Cuánto habrá cambiado la Ciudad de México en la pos pandemia?

Fotogrfía de Adriana Esthela Flores, CDMX, 2020

Por Guillermo Rothschuh*

Mi compinche mexicano es el autobiógrafo oficial de la Ciudad de México, así que le propongo un juego: que me mande a los sitios que debo conocer de su ciudad para empezar a conocerla, pero que no me diga por qué ni para qué, que deba descubrirlo. Yo, a mi vez, ocultaré su identidad bajo un apodo inverosímil: Juanvilloro.
Martín Caparrós

Sus afinidades y complicidades fueron las que motivaron a Martín Caparrós a escribir una crónica sobre Ciudad de México, una de esas que hacen historia. Guardan una hermandad de muchísimos años forjada en la fragua de la escritura. También los une el especial cariño y pasión por el futbol. Escribieron al alimón un libro que devela las interioridades del Mundial Sudáfrica. Ida y vuelta (Seix Barral, 2012), reafirma el dominio que tienen sobre un juego que para muchos es todo un arte. Convoca a millones de personas. Caparrós desembarcó en México por enésima vez. En esta nueva ocasión decidió rendirle homenaje a la Ciudad de México, la niña de los amores de Juan Villoro. Una reafirmación de que las mejores aproximaciones al conocimiento de las ciudades se deben a los escritores. Develan sus intimidades.

México, ciudad desbocada (El País, 30-03-19), estruendo y júbilo, matiz y acuarela, revelación y puesta en escena de una ciudad que reta la imaginación. Sabedor que Villoro es el cronista oficial de la ciudad de los aztecas, Caparrós pidió al amigo le indicara qué lugares merecían visitarse de esa megalópolis. El resultado lo llevó a meterse por plazas y mercados, caminar por las barriadas, pasar revista en la antigua sede del Poder Ejecutivo, hasta radiografiar los contrastes obscenos que vive la pobretería en relación con los habitantes de las grandes zonas residenciales, sitios donde confirma sus enormes diferencias de clase con los menesterosos. Se subió al metro, visitó el Estadio Azteca y desanduvo con los ojos bien abiertos Tepito, el barrio bravo, objeto de acusaciones, mercado donde la fayuca alcanza niveles misteriosos.

El hilo de Ariadna de Villoro lo llevó por lugares que el cronista de Ciudad de México, menciona de paso en El vértigo horizontal (Almadía-El Colegio de México, 2018). La excepción es Tepito. ¿El amigo le pidió que le indicara sitios o lugares que no aparecen retratados en el más grande y mejor canto escrito sobre la Ciudad de México? ¿Villoro decidió escogerlos a sabiendas que no los había delineado con la pulcritud acostumbrada? No creo que la selección haya sido al azar. Un repaso por las páginas de El vértigo horizontal resulta concluyente. El tributo de Caparrós hacia Ciudad de México es de una complementariedad inusitada. Pienso que Villoro estaba consciente que de esta manera llenaba huecos y vacíos de su obra monumental. Nada mejor que dejar a su cuate para que se encargase de suplirlos. Un pase prodigioso.

En la Antología de crónica latinoamericana actual (Alfaguara, 2012), Darío Jaramillo Agudelo, el antologista, incluye dos trabajos que nos orientan y permiten enterarnos de los intercambios de visión entre Caparrós y Villoro por sus países de origen. En una clara demostración de lo lejos que está de la homofobia, Caparrós, sin emitir juicio alguno —no lo requería, con solo hacerse cargo del tema bastaba— se introduce por los meandros caudalosos del mercado de Juchitán (con más de dos mil puestos, centro de su vida económica). Su crónica ratifica la valoración positiva que hacen de los muxes (en zapoteca quiere decir homosexual), en una sociedad altamente machista. La gente de Juchitán no les discrimina. Los muxes disfrutan de una aceptación social proveniente de la cultura indígena. Algo insólito para los infieles.

En Buenos Aires, Villoro sintió un sismo bajo sus pies cuando Battaglia anotó un gol. La Bombonera se cimbró. Dice que le dijeron: “El estadio de Boca no tiembla, late”. Vaya usted a saber si es verdad. Ese día visitó el templo de Maradona. Comprendió que el futbol para los argentinos es una religión. Van a los estadios a confirmar una “constancia emocional”. Boca y River se profesan odio y rencores por igual. En Argentina se rinde culto a los futbolistas como si se tratara de héroes. En un diálogo sostenido con Caparrós en la Feria del Libro de Buenos Aires, este resaltó las diferencias entre los hinchas mexicanos y argentinos. El mexicano dice: Voy al Guadalajara, mientras que el argentino expresa: Soy de Boca. Una diferencia entre el cielo y el infierno. La cortesía entre las barras es ajena entre los argentinos.

Caparrós entró a la antigua sede del poder mexicano, Andrés Manuel López Obrador, convirtió Los Pinos en museo. AMLO sabe que en política los gestos pesan. Políticos y gobernantes son ritualistas, como también histriónicos. En actitud similar, el general Lázaro Cárdenas, se bajó de las alturas que suponía vivir en el Castillo de Chapultepec, antigua residencia presidencial. En 1934 se mudó a Los Pinos. En 2018 López Obrador no quiso habitar una residencia que para muchos es símbolo de la depredación y abusos de poder. Con curiosidad letal los mexicanos recorren sus patios y salones para constatar la que fuera siempre objeto de conjeturas. “Si el nuevo presidente quiso poner en ridículo la casta de sus antecesores lo consiguió con creces. No se ve ninguna razón para que un hombre deba vivir en esto”, sentencia Caparrós.

El vértigo horizontal ofrece las razones por las cuales Villoro quiso que Caparrós tuviese la dicha de conocer Tepito. No hay extranjero que no sienta deseos de conocer este lugar y constatar a qué obedece su mala fama. Pese haber recorrido sus calles, haber participado en una obra de teatro presentada en ese sitio y de visitar la casa del artista Felipe Ehrenberg en varias ocasiones, Villoro no tiene reparos en expresar que no conoce Tepito (al menos en los términos lo que se llama conocer). Tampoco cree poder lograrlo. “Pero no sería Chilango sin saber que existe ni sentir la tentación de ir allí de vez en cuando”. Mandó a Caparrós a que sintiese el vértigo de meterse entre sus calles. Tepito es conceptualizada como “la central de distribución de drogas de la ciudad”.  Se está convirtiendo en mantra, si no vas por Tepito, no has estado en Ciudad de México.

Las alusiones a las desigualdades de clase cobran sentido a la luz de las reformas emprendidas por AMLO

Hay dos registros en la crónica de Caparrós que era imposible eludir. Una sobre Ecatepec y otra sobre las abismales diferencias de clases entre los mexicanos. Ecatepec es un poblado suburbano con más de dos millones de habitantes (así de desconcertantes son las cifras de Ciudad de México). Un barrio pobrísimo con el mayor número de feminicidios de México. El mayor dolor de cabeza que enfrenta López Obrador —después del coronavirus. Caparrós alega que tal vez a eso se deba que Villoro lo enviara a ese lugar. Trae de regreso el nombre de Juan Carlos, “el monstruo de Ecatepec”. Sus asesinatos trascendieron las fronteras mexicanas. Junto con patricia, su mujer, violaban y se comían a sus víctimas. Cuando lo detuvieron llevaban en un carrito los trozos de una mujer a tirar a un basurero. Mató a veinte personas.

Las alusiones a las desigualdades de clase cobran sentido a la luz de las reformas emprendidas por AMLO, en su intento de sacar de la extrema pobreza a millones de mexicanos. El relato de Caparrós es incisivo. Especialmente si comparamos las lecciones aprendidas cuando viajó en el metro y conoció la estación de Chabacano. En los barrios de los ricos todo es distinto. Enfatiza: “Los ricos de la ciudad no necesitan la ciudad: la usan, si acaso, para llegar a su oficina o visitarse o ir a comer en sus coches blindados, custodiados. Cualquiera de sus restoranes ofrece, en la puerta, el espectáculo de docenas de ‘guaruras’ –escoltas– con sus auriculares y sus bultos. En México el negocio de la seguridad emplea a cientos de miles de personas; nadie sabe la cifra exacta porque cuatro de cada cinco empresas no están registradas. –Algunos lo hacen para mostrar su status”. Vale.

¿Cuánto habrá cambiado Ciudad de México una vez que el coronavirus sea abatido? ¿Su gente seguirá siendo la misma? Pese a los esfuerzos del gobernante por enfrentar el horror, sus adversarios no descansan. La pandemia no ha sido suficientemente persuasiva sobre la urgencia de enfrentar juntos el demonio que abate sus vidas. Las grillas persisten. La desolación de la ciudad —un hecho de por sí comprobable durante la semana santa— el martirio de los más necesitados, los alto contrastes entre ricos y pobres, no bastan para poner fin al encono. Caparrós y Villoro tendrán que recorrer de nuevo sus calles para revelarnos las mudanzas que trajo la tragedia. El distanciamiento social para conjurar el contagio resulta casi imposible en una ciudad donde el metro constituye la principal forma de movilización. A su espera quedamos.

*Comunicólogo y escritor nicaragüense, doctor en Derecho y autor de decenas de libros sobre comunicación y periodismo, fundador y ex Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua. El presente texto fue publicado el 10 de mayo de 2020 en el periódico digital de Nicaragua, Confidencial (https://confidencial.com.ni/mexico-caparros-y-villoro) y reproducido aquí con autorización del autor. https://www.facebook.com/Guillermo-Rothschuh

El hombre lobo que surgió durante la pandemia

La historia de un pequeño pueblo llamado Coita, al sur de México, en el estado fronterizo de Chiapas

Por Rafael Espinosa*

Coita, al sur de México. Fotografía: Rafael Espinosa

Coita es un pueblo dividido entre los que creen en la existencia del hombre lobo y los que dicen que es pura fantasía. Lo cierto es que las leyendas forman parte intrínseca de la idiosincrasia ancestral del municipio de Ocozocoautla.

Desde la Semana Santa reciente hay quienes duermen con las luces encendidas, tiran agua bendita en sus puertas para protegerse y echan doble pasador contra aquel animal de más de dos metros de altura y de olor, dicen, a compuesto de lociones.

Aquella media noche de abril, muchos despertaron del sueño profundo al escuchar un aullido agudo entre las calles del pueblo. Era un aullido triste y estridente, cuenta doña Celerina, quien apenas se había acostado para descansar.

―¿Escuchaste eso, Ranulfo? ―le dijo a su esposo que ya estaba despernancado sobre la cama. Él sólo pujó con indicios de no querer levantarse.

Doña Celerina volvió a acomodarse. Sin embargo, minutos después, escuchó otro aullido más próximo. Sólo entonces se levantó precavida y abrió la ventana de la calle. Vio que pasaron patrullas a toda velocidad.

Cuando varios vecinos salieron, ella se atrevió a abandonar su casa, en pijama y acomodándose el cabello.

―¿Qué es, pué? ―preguntó a su vecina.

―No, sé… dicen que es un hombre lobo. ¿Escuchó usté qué feo aulló?

Don Ranulfo, desde la puerta, le gritó a su esposa.

―¡Venite ya, mañana tengo que trabajar!

Muchos, el resto de la madrugada, no pudieron conciliar el sueño. Los más valientes salieron con machetes, piedras y resorteras a la calle. Y no faltó alguien que sacó a relucir su escopeta con una bala orinada como secreto para causarle daño al hombre lobo.

―Don Artemio, guarde usté su escopeta, lo va a llevar la policía ―le sugirió un amigo.

―Ahorita los policías están temblando de miedo ―le contestó sonriendo.

No obstante, amaneció y no hubo rastros del hombre lobo. Salvo horas después, dicen, encontraron una piel, parecida de lobo, cerca de la montaña.

―Bastante tenemos con eso del coronavirus, pa´ que ahora nos vengan con un hombre lobo ―se dijo doña Celerina en soliloquio antes de acostarse.

Al día siguiente, la noticia del hombre lobo había recorrido en las redes sociales hasta el lugar más apartado de la entidad. Hubo quienes subieron fotografías nocturnas del hombre lobo atravesando una calle o sobre la cúpula de la iglesia principal.

―Ese hombre lobo no nos dejó dormir toda la noche ―escuchó don Ranulfo en el camión, con su costal de cacahuates rumbo a la capital, a media hora de Coita. No lo había creído cuando sus dos hijos, con el teléfono en mano, le habían comentado la noticia al amanecer.

La nota fue tan legítima y oportuna en este tiempo moderno de pandemia, que los reflectores de los medios nacionales se dirigieron al pueblo. Hubo quienes declararon que era un invento del gobierno para que la gente no saliera de sus hogares por el coronavirus que ha cobrado miles de vidas en el mundo.

Un policía local contó que apenas vio la silueta correr a toda velocidad calle abajo, escondiéndose detrás de un automóvil estacionado. Con mucho miedo, adelantó dos pasos y el hombre lobo saltó hacia los matorrales de un terreno baldío, dijo.

Y así pasaron días, armando y desarmando las versiones licantrópicas, hasta que alguien expresó que un habitante había puesto una bocina de buen alcance para reproducir a media noche el aullido del lobo, sin que se supieran los motivos de tan descabellada idea.

La veracidad de la existencia del hombre lobo recobró fuerza cuando comenzó a correr el rumor de que alguien le había puesto polvorones de sal sobre la piel abandonada en la montaña, para que el brujo o nahual no regresara a su humanidad original, como secreto de los viejos de antes.

Fue entonces cuando muchos comenzaron a atemorizarse más, otros hacían bromas como doña Celerina que a partir de esa noche le dice a su nieto: “Hay viene el lobo” para que se duerma, pero el niño de dos años se ríe en lugar de cerrar los ojos.

En casi todos los hogares de México, en la televisión y la radio, el hombre lobo fue tema de conversación y desconcierto para quienes lo escucharon por primera vez como don Tomás, del barrio El Bohío, en Coita, quien dice que también existe la leyenda del monumento del Mahoma, personaje originado del sincretismo prehispánico, árabe y español, que baja todas las noches de su pedestal para bailar en medio bulevar, en la entrada del pueblo.

―Eso del hombre lobo no es nada ―dice don Tomás, sentado en su banqueta. A mi casa todas las noches entra un hombre grande, me levanta de la cama hasta tener mi rostro frente al techo de lámina, en posición horizontal. No le hago caso, ya me acostumbré. Ríe.

Hace semanas, la gente de Coita estaba desbarajustada. Había quienes decían que por las noches se escuchaban los aullidos cerca del panteón La Pitaya, otros en los barrios San Bernabé y Cruz Blanca. Algunos contaban que el hombre lobo vino de la comunidad de Ocuilapa, otros que llegó del municipio vecino de Berriozábal.

Trabajadores de los mototaxi se iban a sus casas antes del anochecer y otros seguían laborando con el temor disimulado.

Betsaín, un agente de la policía local, está acostumbrado a que lo espanten. Una noche lo mandaron a cuidar en una caseta de vigilancia. Su compañero, que estaba enfermo del estómago, se fue a descansar a unos metros de ahí. Anduvo vigilando en derredor toda la madrugada cuando escuchó el grito de auxilio, fuerte y claro, de su compañero, llamándolo por su apellido. Corrió y le dio un escalofrío profundo al ver a su colega profundamente dormido.

Una noche se le apareció un gato gigante, del tamaño de un perro de mediana estatura, en el panteón municipal que le tocó cuidar. Lo corrió a pedradas, mismas que antes de lanzarlas les dibujaba una cruz imaginaria. Jamás el gato volvió a espantarlo, dice.

Don Ranulfo, un poco incrédulo, está de acuerdo con doña Celerina de dormirse temprano.

―Si es nahual ―dice― dentro de poco se sabrá qué brujo murió en el pueblo o en los pueblos vecinos. Así pasó con la cocha enfrenada que me contaba mi abuelo. Le dieron una zurra que al día siguiente el brujo amaneció muerto en su cama.

A casi un mes, el escándalo se ha ido apagando.

Para los crédulos e incrédulos, la respuesta es la misma.

―Yo, me quedo con el hombre lobo. Esta leyenda ya es nuestra.

*Periodista freelance en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Escribe para la página de Facebook “Cazador de Historias Chiapas” y en el blog cazadordehistoriaschiapas.blogspot.com. En Twitter: @Rafhael1979

Testimonio de Covid-19

“Hay que tener calma y un médico de cabecera que te apoye”

Por Verónica Orozco Rivas*

De visita en Arizona, Verónica Orozco se recupera de Covid-19. Fotografía: cortesía de la autora

Me contagié de Covid-19 estando de visita en Mesa, Arizona, donde aún permanezco. Soy trabajadora social, investigadora y terapeuta, dedicada al manejo de las terapias holísticas. Tengo 46 años y nací en Managua, Nicaragua. Mis padres son del departamento de Rivas y ahí me trasladé desde los seis meses hasta los 17 años, cuando regresé a la capital para estudiar en la Universidad Centroamericana (UCA), de los jesuitas. En estos días sigo alojada en casa de mi amiga que es doctora. Ella tiene 50 años y otra chica que también está en la casa tiene 31 años, las tres nos contagiamos. Pero los dos niños de mi amiga, de 6 y 9 años no han sentido ningún malestar, ellos no se enfermaron.

El primer síntoma apareció el martes 21 de abril con un goteo de nariz. Pensé que era rinitis y tomé un antialérgico. Al día siguiente, el 22, desperté en la madrugada con mucho frío y un temblor en el cuerpo que pasó después de unos minutos. Al levantarme sentí un fuerte dolor de cabeza y presión y dolor de cuerpo. Bajé a la cocina, cogí una taza de café y no sentí ni el sabor ni el aroma. Me dio tristeza y dije ‘es Covid-19’. Pasé ese día tomando mucho líquido y acetaminofén. El día jueves los síntomas se incrementaron, aparecieron tos y fatiga. Mi amiga doctora hizo una cita para que me hicieran la prueba y dijeron hasta el viernes por la tarde, o sea al día siguiente.

Pasó la noche, ya no dormí bien por la tos y sentía bajo mi oxígeno. Tengo un aparatito para medir el oxígeno y sí estaba bajo, y tenía taquicardia. Se iban sumando más síntomas.

Avisé a mis padres, que viven fuera de Nicaragua y cuando me entregaron los resultados el día sábado hablé con mi hijo que está en Managua y le conté, él me dio mucho ánimo. A mi hija más pequeña, que está con él, no le quise decir nada para que no se asustara.

Cinco meses atrás yo había dado un giro radical a mi estilo de vida, estaba comiendo más balanceado, iba al gimnasio, hacía ejercicios de cardio, de yoga, hacía meditación y también Reiki. Creo que todo eso me ayudó para salir adelante. Estaba informada del virus, pero igual me asusté porque no sabes qué va a pasar y cómo va a evolucionar el virus dentro tuyo.

Desde el principio fui positiva y me aferré a mi fe, me decía que todo iba a pasar y que todo estaría bien.

Ante los primeros síntomas lo tomé con calma y al tercer día me hicieron la prueba que confirmó el Covid-19.

Gracias a que mi amiga anfitriona en Arizona es médica internista me sentí más segura, ella fue mi médica de cabecera. Además de acetaminofén, tomé Mucinex para la tos.

También comencé a llevar un diario del virus y si pienso en mis peores momentos desde el 21 de abril hasta hoy 7 de mayo cuando escribo estas líneas, a 16 días del inicio de los síntomas, lo más difícil fue a partir del cuarto día y por las noches, eran mis horas más críticas de fatiga y de taquicardia. Es ahí donde entra un poco de ansiedad y pánico porque te sientes tan mal que no sabes qué pasará. Pero yo misma reaccionaba, me levantaba a realizar los ejercicios de respiración que siempre hago y me calmaba, relajándome. También ponía en el celular sonidos de cuencos, hacía visualizaciones positivas, me daba Reiki y así lograba conciliar el sueño.

A partir del cuarto día, cuando la tos se incrementó y aparecieron la fatiga y taquicardias, empecé a realizar ejercicios de respiración orientados por mi amiga médica y después me dio un espaciador con una bola para que lo soplara y llegara hasta un nivel y lo mantuviera por cinco segundos. Hacía seis repeticiones, duelen mucho los bronquios, pero me medía el nivel de oxígeno y mejoraba y las taquicardias disminuían lentamente. 

Siempre tomo mis suplementos de vitamina C con zinc y Echinacea, y ahora además tomé ajo, té de manzanilla, té verde y miel, mucha agua de limón y Gatorade por la deshidratación. 

El apetito desapareció por completo, pero comía pequeñas porciones y tomaba a diario sopa de pollo, además de comer frutas.

Lo peor que sentí fue el cansancio. Y cuando miraba que mi nivel de oxígeno bajaba y sabía que si bajaba demasiado tenía que ir al hospital de emergencia, y ese era mi miedo.

Mi práctica de las terapias de Reiki y respiración sin duda me ayudó a mantenerme calmada y que mis momentos de ansiedad pasaran y ser positiva en todo momento. 

Cuando me preguntan qué recomendaría a las personas que se contagian: tener un médico o médica de cabecera, para que monitoree tus signos y números. 

También me ayudó a mantenerme positiva en todo momento mi fe en Dios y mis redes de apoyo, mi familia y amigas muy cercanas que han estado siempre pendientes hablando conmigo y enviándome mensajes de esperanza, que todo iba a pasar y que estaría bien me decían; que me quieren y me estiman. Además, yo me decía ‘no puedo fallar a mis hijos, tengo que salir de esto pronto…’

Todavía no me siento del todo bien, uno queda muy agotado y cada movimiento en la casa lo hago muy lentamente. Pero he reflexionado mucho y quiero, a partir de ahora, cuidar más mi salud mental y corporal, continuar con disciplina mis rutinas y los buenos hábitos de alimentarme mejor.

Soy más consciente de que la vida es efímera, se puede ir en segundos…

Yo sé que la muerte es un viaje que todos y todas debemos emprender, pero una noche me dije que eran mis horas fatales, ‘no estoy lista’. Entonces le pedí a Dios: ‘dame una segunda oportunidad, permíteme sanar. Déjame y seré mejor humana, voy a amarme más, iré a esos sitios que siempre he querido ir y disfrutaré de ellos; déjame ver más lunas llenas y bañarme de su energía, ver puestas de sol en el Pacífico de mi tierra; voy a escribir y documentar vivencias que pueden ser de utilidad a otras personas. Fortaleceré más mi espiritualidad. Quiero enseñar más a mis hijos sobre la vida. Necesito tener más tiempo con ellos…”. Todo eso le pedí…

Mi principal miedo fue no volver a ver a mi hijo y a mi hija, y no estar más para ellos. En todo momento me decía: “Voy a ganar esta batalla, cuerpo mío te amo, lucha y llénate de luz y mucha fuerza, no te doblegues. ¡Vamos!” Siempre mentalicé esas palabras.

Concluyo que la “la vida es bella”, que todas las horas del día son importantes desde las primeras horas cuando despertamos y nos metemos en actividades simples y cotidianas. Debemos darnos más tiempo a nosotras mismas, más minutos de sol para llenarnos de energía y vitamina para nuestras células y órganos y su buen funcionamiento que son de utilidad para tener un buen sueño. No transgredir nuestro cuerpo con tanta basura (toxicidad de alimentos, información que no sirve…); siempre tener nuestras luchas y defenderlas, ser coherentes en eso. 

Se acerca otro día de las Madres… nada que celebrar. Yo sigo de luto por las Madres de Abril en mi país, cuyos hijos murieron tras la rebelión estudiantil de 2018 y por esta pandemia a la que he sobrevivido. Como dijo poco antes de morir de manera trágica el estudiante de secundaria de 15 años, Álvaro Conrado, herido de bala en el cuello por paramilitares, “me duele respirar” por mi Nicaragua cuando vemos a las autoridades negar con negligencia la pandemia, exponiendo a graves riesgos a toda la sociedad. “Me duele respirar…” dijo Alvarito, a quien se le negó la atención en el hospital.

*Trabajadora social y terapeuta. Rivas, Nicaragua (1973-), Email: veronicaorozcorivas1973@gmail.com, Instagram: Veronica O Rivas

Luna llena de mayo de 2020

Por Ayub Estephan*

Wat Phutthai Sawan – Ayutthaya, Tailandia, cortesía de Flickr

“He aquí lo que yo he oído decir. Cierta vez el Bhagaván (El bendecido) se encontraba en la ciudad de Sāvatthi, en el bosque del Príncipe Jeta, en el parque de Anāthapindika. En aquella ocasión, el Bhagaván instruyó, incitó, entusiasmó, llenó de gozo a los bhikkhus (monjes) con una conversación sobre la doctrina relativa al nirvāna. Y aquellos bhikkhus oían la doctrina haciendo de ella el objeto de su atención, captándola en su mente en toda su integridad, concentrados, escuchando cuidadosamente. El Bhagaván, comprendiendo el sentido, dijo en aquella ocasión este udāna:
“La inestabilidad existe para el que tiene apego,
la inestabilidad no existe para el que no tiene apego.
Cuando no existe la inestabilidad, se produce la calma;
cuando existe calma, no se produce la inclinación,
cuando no existe inclinación, no se produce ni llegada ni partida;
cuando no existe ni llegada ni partida, no se produce desaparición ni reaparición; 
cuando no existe desaparición ni reaparición, ya no existe ni aquí ni más allá, ni nada entre ambos. Es el fin del sufrimiento.”

El Nirvāna IV”, “VIII. Los habitantes de Pātaligāma”;
de
Udāna, la palabra de Buda,
traducción de Carmen Dragonett
i.

El pasado 7 de mayo, a las 6:45 hrs. (UT) tuvo efecto el plenilunio de este mes estando el Sol en Tauro y la Luna en el signo de Escorpio, a 17°20’05’’.

El grado 17° de Escorpio tiene como símbolo “una barca abandonada sobre la arena, en la orilla del mar”, lo cual representa la vida destruida, golpeada por los vientos de la adversidad, sea por la imprudencia humana o por un destino inexorable. De cualquier modo, el naufragio está ahí, es un hecho consumado. La imagen nos remite también al abandono, sea de nosotros mismos o de alguien querido, o abandonar todo de sí y ponerlo en aras de un poder superior. Esto último cuando ha mermado nuestra capacidad para asumir el control de nuestras acciones, siendo que caemos presos del eterno conflicto entre las dificultades prácticas y las potencialidades ideales de la naturaleza humana, resaltadas en la individualidad consciente del hombre que siente el peso de sus responsabilidades transitorias, en tanto que su espíritu es más sensible a la necesidad de tener un lugar duradero en el esquema de las cosas.

En su aspecto más positivo, el grado 17° de Escorpio nos coloca en la disyuntiva de elegir la manera de acrecentar nuestra espiritualidad, indagando en diferentes disciplinas que nos lleven a un estado que nos ayude a enfrentar el día a día con mayor entereza y empuje. Bien dijo Osho que “el discipulado es algo sin lo cual nada es posible (…). Ser discípulo es algo interno, disciplina interna, lo que significa una mente dispuesta a buscar, a investigar, a aprender; una mente que está abierta y es vulnerable. (Yo soy la puerta)”.

En el cristianismo, la imagen de la barca que es abandonada sugiere un antes y un después. Es así como Jesús, “caminando junto al lago de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al lago, pues eran pescadores, y les dijo: ‘Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres’. Inmediatamente, dejando las redes, le siguieron. (Marcos 1, 16-18)”. Así, abandonar se vuelve una condición necesaria para evolucionar y avanzar. En el caso del “bihkkhu”, el Budha dijo: “Eres tú el que has de esforzarte, los Tathāgatas son solo maestros”.

Con este plenilunio de mayo el mundo budista celebra Wesak (Vesak), la fiesta del nacimiento de Siddharta Gautama, el Buddha (El despierto), su iluminación y su muerte. Debido al Covid-19, este año la celebración nos lleva a recorrer el camino de Buddha desde el silencio interior, en una meditación profunda que nos permita imaginar el mundo que vamos a recrear después de esta pandemia.

Yendo más allá de la conmemoración búdica de Wesak, este grado 17° de Escorpio quiere reconocer también a los discípulos de todos los credos, a los buscadores, siempre hollando los caminos, siempre ensayando, siempre explorando senderos y visualizando paisajes indescriptibles, llegando fugazmente a una comprensión más o menos fiel de la propia identidad, que nunca acaba de descubrirse del todo. No es fácil soltar, dejar la barca en la arena e ir hacia lo desconocido, abrirse al misterio de la iniciación, siendo empáticos con el Todo y la Nada. Para llegar a eso, ciertamente, hay que haber muerto una y mil veces.

Esotéricamente, la muerte está asociada al signo de Escorpio, donde se emplaza ahora esta Luna llena. En el Tarot la carta XIII, que representa un esqueleto con su guadaña barriendo los miembros dispersos en el campo, no tiene un nombre escrito como los otros Arcanos Mayores, significando que si la persona está extinta ¿cómo podría empuñar una pluma para escribir? Por eso mismo, a este Arcano se le asigna por correspondencia al escorpión, que en otra de sus acepciones es representado por un águila, cuando se eleva de su condición de reptil para ascender a un estado de conciencia elevado.

Así, por un lado, tenemos a la Luna en Escorpio segando a diestra y siniestra. Por el otro, un Sol en Tauro, prometedor de vida y reparador, que nos habla de una nueva etapa que tendremos que proponer si es que deseamos seguir danzando en el ritmo de la Naturaleza. Todos los Maestros, los Tathāgatas, siempre estuvieron en comunión y armonía con todo lo creado, eran empáticos y esa empatía los llevaba a la veneración de Dios en cada objeto de la creación, sabiendo que todo se destruye para ser regenerado de nuevo: la semilla muere en lo profundo de la tierra para salir a la luz en forma de planta, la serpiente entra en un aletargamiento profundo en la oscuridad de su madriguera para cambiar de piel. Todo muere de algún modo para renacer transformado.

En esta ocasión tenemos al planeta Mercurio comprometido hasta los huesos con este plenilunio, dado que está en conjunción al Sol y en oposición a la Luna. Mercurio en Tauro destaca el sentido común, por lo que extraemos de la información que nos llega solo los datos comprobados y previamente sometidos a un riguroso ejercicio mental. Más aun, el contacto de Mercurio con el Sol predispone al raciocinio meticuloso, al pensamiento y al discernimiento, pero también es capaz de provocar el parloteo verbal en un tono subido, que llega a cansar. Lo ideal de este contacto consistirá en la posibilidad de crear acuerdos a partir del diálogo.

Este contacto seguramente revitalizará las discusiones en torno al Covid-19 y aparecerán nuevos puntos de vista que se habían ignorado o pasado por alto. Sin embargo, esto no quiere decir que se emplee un método riguroso al respecto. El sentido común no siempre se corresponde con el análisis ordenado de los hechos, es solo su precursor pues tiene su asiento en la sensatez mental.

La oposición de Mercurio a la Luna dificulta el equilibrio adecuado entre los pensamientos y las emociones, por lo que no será conveniente tomar decisiones sin antes analizar y meditar a profundidad, para tomar la actitud adecuada frente a las circunstancias. La imagen de un Sol conjunto a Mercurio en un orbe de 3°05’ se cita como ‘combusto’, lo que significa que está debilitado. Una de las funciones de Mercurio es la de comunicar las ideas a través de la palabra, sea esta hablada o escrita, y al estar ‘combusto’ al Sol no atina a transmitir correctamente su expresión. Aun recibiendo los trígonos que le tienden Plutón y Júpiter, Mercurio debilitado por el Sol tarda en salir de su aturdimiento mental. Esto seguramente ocasionará dudas acerca de la información que se recibe sobre el Covid-19, los procedimientos no logran ser sustentados y se entra en conflicto ante la falta de aclaraciones.

Lamentablemente, y debido a esta “debilidad” mercurial, tendremos noticias de muchos despidos laborales, encarecimiento de víveres y más contagios. Será hasta que la Luna ingrese en su fase de cuarto menguante, el 14 de mayo, en su paso de Acuario a Piscis, cuando podamos descifrar el mensaje que nos ha dejado Mercurio en este novilunio.

Seguramente los trígonos de Plutón y Júpiter a Mercurio nos alumbrarán más acerca de la naturaleza y el manejo correcto del Covid-19, y solo así se podrán recabar más datos sobre el comportamiento de este virus. Además, este contacto con Mercurio nos orienta acerca de la manera de armar un esquema protector más eficiente, al tener mayor conocimiento sobre su mecanismo, la manera en cómo funciona, etcétera. Ciertamente, aún no tenemos una epifanía en las manos, ni podemos pronunciar un “eureka” revelador, pero al menos sabremos que vamos mejor encaminados.

Por otra parte, el aspecto de sextil entre Mercurio y Neptuno sigue vivo y hoy, más afianzado que hace 14 días, se traduce en la aportación de apoyos para los demás, se intercambian cosas y se reciben donaciones que benefician y ayudan a solventar las necesidades elementales para los más afectados durante esta crisis. Sin embargo, dada la debilidad de Mercurio en cercanía al Sol, no hay garantía de que estas ayudas extraordinarias sean repartidas de manera ecuánime.

De cualquier modo, las cifras saldrán a la luz, puesto que al mismo tiempo Neptuno y el Sol sostienen un aspecto de sextil entre ambos. Esto está más acentuado gracias el aspecto de trígono que hace Neptuno a la Luna en este plenilunio, formando una ‘escuadra’, también conocida como ‘media cometa’, figura que hace referencia a la ayuda económica, que no nos falta. No sabemos bien desde que escalafones de poder provenga esta ayuda; sin embargo, estará disponible.

También Mercurio hará un aspecto de semisextil (30°) a Venus durante este plenilunio, siendo un aspecto benéfico que favorece la diplomacia y la amabilidad. Es un tema favorable para quienes tienen alguna actividad relacionada con las bellas artes, proporcionando fortuna a los profesionales de alguna o de varias de ellas.

También se benefician de esta posición los medios de comunicación y, sobre todo, el buscador espiritual, el ‘bikkhu’, el discípulo, pues este contacto Venus-Mercurio se traduce en un diálogo directo con el ‘Tathāgaka’, con el Maestro, el guía interior, que revela al iniciado su misión de vida y lo confirma en ella.

Asimismo, tenemos el aspecto de cuadratura que sostiene Mercurio a Marte, emplazado este en Acuario, lo que proporciona una gran cantidad de energía mental, pero sin que medie la determinación suficiente para llevar a cabo un proyecto de investigación concienzudo. Esto hace que la gente hable y discuta de cosas sin tener la información completa y, si se critican las fuentes, entonces surge el enfado y se crea una batalla verbal inútil. También habrá gente que rete a otros al no seguir las recomendaciones indicadas.

En este punto, quisiera recordarles que en la astrología hindú todos los planetas (grahas) son considerados dioses y a Mercurio se le conoce en las escrituras védicas con el nombre sánscrito de Buddha (iluminado), dada su cercanía al Sol, sin que por ello tenga relación con el príncipe Siddhartha Gautama, el Buddha. Curiosamente, la inteligencia (buddhi), proviene de la misma raíz. Llama la atención el que, en esta ocasión, ambos, planeta y ‘Tathāgata’ (el que ha alcanzado la verdad; el perfecto) estén tan finamente entrelazados.

Él lo escucha todo, puede recibirlo y sostenerlo
Considera significados ilimitados;
Y también pronuncia Dharmas infinitos,
Sin una equivocación u omisión desde el principio hasta el final,
Porque él sostiene en alto el Dharma de la Flor.
Él conoce y sabe completamente las marcas de todos los Dharma,
Y reconoce sus secuencias significativas e importantes.
Conociendo los nombres y palabras,
Él la expone a todos ellos a medida que las entiende.
Lo que esta persona expone
Es el Dharma de los Budas anteriores.

(“El mérito y la virtud de un Maestro del Dharma”, cap. XIX, frag. del Saddharma Pundarika Sutra o Sutra del Loto, tradición Mahayana. Trad. Reverendo Yin Zhi Shākya, OHY).

Con este plenilunio, también tendremos el cambio de posición de los Nodos de la Luna, que estuvieron actuando en el eje Cáncer-Capricornio y ahora ingresan al eje Géminis-Sagitario. No obstante ser puntos astronómicos, que no poseen consistencia material, la astrología hindú les atribuye características de verdaderos cuerpos planetarios (grahas), otorgándoles categoría de dioses y los designa con los nombres de Rahu y Ketu.

En la mitología hindú, Rahu es un demonio con cola de dragón, llamado Ketu, que fue castigado por Vishnu (dios bondadoso, preservador de las formas, que integra la “trinidad hindú”) y convertido en la constelación del Dragón. Rahu, la cabeza y Ketu, la cola, devoran al Sol y a la Luna en los eclipses. De hecho, los eclipses, tanto solares como lunares ocurren según la situación de los Nodos Lunares en ese momento: si están en el eje Leo-Acuario, como ocurrió hace 36 meses, ese año los eclipses tienen efecto en dichas constelaciones, y así sucesivamente. Una diferencia respecto a la dirección que llevan en el mapa astral es que los nodos se mueven conforme a las manecillas del reloj, de izquierda a derecha, mientras que el resto de los planetas se mueven en sentido inverso. El ciclo completo para retornar al punto inicial donde se ubican en el mapa natal dura 18 años, y su paso por cada constelación tiene un período de 18 meses.

Aunque en la astrología védica los Nodos de la Luna no tienen asignadas dignidades, en la astrología dracónica occidental se cree que Rahu, la “Cabeza del Dragón” o Nodo Ascendente, está exaltado en el signo de Géminis, donde ingresará en este plenilunio, facilitando muchos procesos evolutivos de la psique humana. El Nodo Norte transitando en el signo de Géminis nos invita a salir de nuestro entorno inmediato y a participar en la sociedad, para transmitir los conocimientos que hemos acumulado, y con sumo respeto, aprender a valorar el punto de vista de las demás personas. Para el buscador espiritual esta posición nodal nos avisa de un tiempo previo de preparación, que se ha venido gestando en el eje nodal anterior, Cáncer-Capricornio, para llegar a vivir nuevas experiencias, y aquí cabe el axioma de que “cuando el buscador está listo, entonces el guía aparece”, y es así que acontece el encuentro entre Maestro y discípulo. Cuando esto ocurre, uno deja la barca en la orilla, abandona todo y se funde con el gurú, en una entrega total.

Por su parte, Ketu, la “Cola del Dragón” o Nodo Descendente, representa la suma de experiencias acumuladas por un ser a lo largo de sucesivas encarnaciones; indica las áreas de experiencia recorridas y en las que el individuo suele refugiarse, pues le proporcionan seguridad, especialmente cuando nuevas condiciones aparecen en su camino. Es el vestigio kármico que llega a nosotros como efecto de lo que hemos hecho.

El Nodo Sur en Sagitario nos habla de nuestros hábitos, que en otro tiempo escapaban a los convencionalismos sociales, buscando preservar una conciencia libre de todo formalismo; nos confirma que las acciones dicen más que las palabras, y así el instante se convierte en el caleidoscopio de una actividad dinámica destemplada. Este Nodo busca hacer muchas cosas a la vez, extendiéndose hacia todos lados de modo que puede llegar a perder de vista el tema central si no nos orientamos en una dirección concisa. Aquí es donde entra el guía que nos orienta hacia nuestro destino. Un destino que podemos intuir, pero que desconocemos prácticamente.

Así, queda claro que el Nodo Sur introduce en un patrón que configura una clave para nuestra evolución, mientras que en el Nodo Norte encontramos el conducto preciso para canalizar y distribuir los aportes que nos proporciona el Nodo Sur.

Es un tiempo en el que podremos aprender más de la ley de causa y efecto, nos comenta el monje Gueshe Thubten Chöden, lama residente en el Centro de Estudios Tibetanos Nagarjuna, quien nos dice que la palabra karma proviene del sánscrito y significa “acción”. Sin embargo, “el budismo se refiere a ella como la ley de causalidad”.

El karma sería el equivalente a la ley de Newton, misma que formula que “cada acción conlleva una reacción proporcional”. Debido a que la ética budista es una ética de intención, el pensamiento cobra gran importancia para el karma, donde “la intención es lo que cuenta”.

“Un acto físico involuntario no es karma. El karma es ante todo una reacción, un acto de origen mental. “Esto no debe asociarse a una idea divina. El karma es una ley universal de causalidad relacionada con todos los seres con conciencia. No tiene nada que ver con la religión”.

Por último, el planeta Venus, ubicado en Géminis a 21°12’, sigue estando en cuadratura a Neptuno acentuando las enfermedades de orden nervioso, por lo que continuarán las fobias y las explosiones súbitas durante esta etapa de reclusión obligada. La fase 3, implementada en México con los respectivos candados para salir, implica que hasta ingresar a los parques públicos nos está vetado. Por todos lados se observan letreros en fondo rojo con letras blancas que dicen: “¡Salva vidas, quédate en casa!” Y según parece se implementarán en breve consignas más drásticas.

Igualmente, la cuadratura que hace Venus a Marte sigue propiciando los encuentros virtuales, internet aumentará el intercambio de alto contenido erótico y la pornografía. Además, la cuadratura Saturno a Urano continuará restringiendo las libertades personales, en un nivel social masivo, por lo que el aislamiento seguirá siendo obligado durante todo el mes de mayo, quizá más.

Lo verdaderamente extraordinario de este momento astral es que los indicios que indicaban que las restricciones se iban a levantar parcialmente en los países del Oriente lejano, vuelven a reforzarse ante el surgimiento de nuevos contagios.

Esta globalización del Covid-19, luego de su avance acelerado sobre el mundo occidental, vuelve ahora a contabilizar víctimas en su lugar de origen. ¿Adónde nos lleva esto? Parece una historia sin fin: mientras no se consiga una vacuna o se dictamine un tratamiento eficaz, seguiremos conviviendo con el miedo y la incertidumbre, con el dolor y la ausencia de quienes pasarán a la historia como los nuevos mártires del siglo XXI.

¿Qué hay qué hacer? Nosotros, como seres vivos y pensantes, además de cuestionar nuestro desempeño humano, de mirar de frente las condiciones de vida que hemos creado, siendo responsables de ello, tenemos el deber de encontrar una nueva visión que restaure la capacidad de convivencia, no solo humana sino también que nos lleve a un diálogo con la Naturaleza, que no cesa de reclamarnos por su extinción y por la manipulación extrema que hemos venido haciendo de ella.

Al celebrar en este plenilunio a Siddharta Gautama quisiera concluir proponiendo hacer nuestra una frase del libro La doctrina búdica de la tierra pura, de Jean Eracle: “Los preceptos búdicos (no matar, no robar, no mentir, etc.) que confluyen con los mandamientos de las diversas religiones, no expresan una voluntad superior y divina sino que, únicamente, indican al hombre cuáles son los actos que, en los planos del cuerpo, de la palabra y del espíritu dejan huellas aciagas y cuáles favorecen la paz y la felicidad. Toda la moral búdica deja, por tanto, plenamente al hombre el cuidado de tomar sus responsabilidades y decidir por sí mismo, en la medida de su naturaleza y de sus conocimientos, lo que debe realizar y lo que debe evitar”.

*Ayub Estephan es astrólogo y tarotista mexicano. Lectura de Tarot y Cartas españolas. http://facebook.com/ayubestephan

África: virus y hambruna

Sección: Mirador viral

Por Irene Selser

El primer caso de Covid-19 en África se informó el 5 de marzo, un ciudadano de Sudáfrica de 38 años que había estado en Italia. Al 5 de mayo, cuando los muertos en el mundo -menos la Antártida- sumaban unos 256.000 y los contagiados unos 3.650.000 (OMS), el continente africano, 54 países y mil 340 millones de habitantes, tenía 50 mil casos y 1.900 muertos.

Según el Banco Mundial, el tercer continente más grande de la Tierra, coto de expoliación por sus recursos, enfrentaría un “colapso completo” por el cierre de sus economías, 64% rural e informal. Pero una de cada cinco personas en el área subsahariana sufría ya en 2019 otra pandemia, la desnutrición, tras la suma de desastres: inundaciones, sequías, conflictos armados, gobiernos fallidos e incluso plagas de langostas.

En 2014-2016, seis países africanos padecieron la epidemia de Ébola, con una tasa de mortalidad de 90%, la cual causó 11,300 muertos.

De ahí que sobrevivir al Covid-19 es el reto de África cuando, además, 65 millones de niños dejaron de recibir alimentos al no ir a clases.

La ONG británica Oxfam teme que la lucha contra la pobreza en África podría retroceder “hasta 30 años”. Los países más afectados son los más populosos: Argelia, República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Nigeria, Sudáfrica y Tanzania que suman unos 674 millones de habitantes.

Distinto de Europa o Asia, donde el virus se ensaña con los ancianos, en África casi no los hay: 61% de la población es joven y solo 3.3% tiene más de 65 años. La razón: la esperanza de vida es de las más bajas del planeta: 50.4 años.

El día de los héroes

Dedicado a todo el personal de la salud

Por Elsa López*

Corren hacia la meta.
Vuelan hacia el destino que les ha sido dado.
Sus cabezas al viento brillan bajo la luz.
La ciudad se ha parado a contemplar el paso de sus ligeros pies.
Son ellos. Los atletas.
El pueblo los aclama y persigue sus huellas.
Y ellos vuelan al aire y atraviesan las calles de la ciudad dormida
buscando una esperanza que proclame de nuevo el valor de su lucha.
Su piel es de alabastro bajo la sombra oscura de casas y ventanas
por donde los contemplan los ojos asombrados
de quienes nunca vieron correr así a los hombres.
Solamente a los héroes que decoran sus plazas y sus templos.
Pero son los atletas y el invierno se acerca.
Y ellos miran al cielo y recorren veloces las nubes, las estrellas,
las esquinas de esta ciudad antigua amada de los dioses.
Su plenitud se extiende como un bálsamo por las piedras del suelo.
Sus cabezas de bronce de laurel coronadas, resplandecen al sol.
Son ellos. Los atletas. Los héroes de la calle.
Los que llevan escrita la gloria en la mirada
y en sus pies llevan alas, que Mercurio levanta y las hace veloces.
Son ellos. Los atletas que orgullosos cabalgan a lomos de la vida.

                                           (de El país de mi abanico, libro inédito)

*Elsa López es catedrática y doctora en Filosofía (Guinea Ecuatorial, 1943-). Miembro correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, España. Embajadora de Buena Voluntad de la Reserva de La Biosfera Isla de La Palma ante la UNESCO y Medalla de Oro del gobierno canario, 2016. Fundadora y directora de Ediciones La Palma desde 1989. Premio Nacional de Poesía “José Hierro” (2000). Entre sus libros, traducidos a distintos idiomas, figuran El viento y las adelfas (1973), Cementerio de elefantes (1992) y Últimos poemas de amor (2018). Email: amadaelsa@gmail.com, elsalopez.wordpress.com