Creemos que el proceso de duelo es, como lo menciona Elizabeth Kubler Ross, un proyecto con un principio y un fin. Sin embargo, esto no es así, aprendemos a convivir con la ausencia, con el recuerdo y el vacío que nos dejan, lo llenamos de recuerdos de esos momentos que vivimos con los que hoy no están.
Por Blanca Fernández
El duelo duele y duele mucho…
Durante las consultas tanatológicas, es común que las personas lleguen solicitando «algo» que elimine el dolor que les ocasiona la pérdida que experimentan.
«¿Qué puedo hacer para que no duela tanto?», dicen, pero hablar de «aceptación» les resulta aún más doloroso.
Creemos que el proceso de duelo es, como lo menciona Elizabeth Kubler Ross, un proyecto con un principio y un fin. Sin embargo, esto no es así, aprendemos a convivir con la ausencia, con el recuerdo y el vacío que nos dejan, lo llenamos de recuerdos de esos momentos que vivimos con los que hoy no están.
Para consuelo de algunos y tormento de otros, nunca concluirás el duelo de un ser querido, porque concluirlo implicaría olvidar toda esa maravillosa etapa. Por eso no es casualidad que hoy, después de años, aún se presenten lágrimas al recordarle, que la nostalgia nos invada ante una celebración importante.
El proceso de duelo es individual y no es lineal, no te juzgues por cómo estás viviendo tu dolor, no te apresures por no sentir, irónicamente es la única manera de sanar y darle paso a ese dolor, reconocer que estamos rotos y que no tenemos prisa por reconstruirnos, que necesitamos tiempo para poder continuar sin esa pieza que nos desgarra el alma.
El dolor que permanece es el costo de haberles amado y seguirles amando a pesar de que la muerte nos ha separado físicamente.
Nunca concluirás el duelo por un ser querido, pero si con el tiempo (el que necesites para sanar) lograras integrar esa pérdida en tu vida, recordarás con amor, honrando su memoria.
*Comunicóloga y tanatóloga.
