Por Clara Mercedes Arango M.*
Fotos: Nicolás y Felipe González Arango

A dieciséis meses de iniciada la pandemia que aún mantiene en vilo al planeta, Colombia registra, desde marzo de 2020, un aumento de casos confirmados de Covid-19 para un total de 4.426.811; 111.555 decesos y 4.142.384 recuperados. Las zonas más afectadas por la pandemia han sido desde un inicio Bogotá, la capital del país y los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca y Atlántico. La campaña de vacunación nacional que inició el 17 de febrero pasado ha cubierto con el doble esquema de vacunación tan solo a 3.4 millones de personas –sobre un total nacional de unos 50.9 millones–, equivalente a un 15% de la población de entre 80 y 50 años. Y aunque falta mucho para adquirir la inmunidad de grupo, sin duda este proceso atenuará el aumento de los contagios.
El gobierno del presidente Iván Duque ha sido duramente criticado dentro y fuera del país por el manejo de la crisis sanitaria, a lo que sumaron desde el pasado 28 de abril numerosas manifestaciones, con cientos de miles de personas en las calles, protestando contra un proyecto de reforma tributaria –finalmente cancelado– que castigaba a la clase media. La movilización espontánea que inicialmente fue juvenil incluyó a sindicatos, transportistas e indígenas. El saldo de la represión policial al llamado Paro Nacional fue de una treintena de muertos y un millar de heridos, según cifras públicas.
En medio de ese panorama de crisis, podemos rescatar sin embargo un lugar en el Caribe colombiano donde los días transcurren entre el sol y el aire. Se trata de Rincón del Mar, un corregimiento de San Onofre en Sucre, a 18 horas de Bogotá, adonde llegas a olvidarte del trajín urbano.
A pesar de ser un lugar con carencias sanitarias como es el agua potable y el alcantarillado, los lugareños han sabido protegerse, aprovechando el aire libre y los espacios abiertos que otorga el mar para controlar la llegada del Covid-19. El resultado es que los contagios en la zona sean poco significativos.

Tomarse unos días de descanso en este lado del mar Caribe es un regalo de los dioses, no solo porque tienes a unos anfitriones orgullosos de su tierra, quienes comparten generosos sus costumbres y comidas, sino que también se preocupan por cultivar su espíritu y el de sus niños, participando en actividades culturales organizadas por la biblioteca local.

Llegué con mi familia para pasar un fin de semana en Punta Seca, una larga playa que queda frente a Rincón del Mar, la cual la atraviesas en lancha. La recorres a paso lento, en menos de una hora. Disfrutas de la calma del mar y de los manglares, y puedes alojarte en La Florentina, una esplendorosa casa de madera y gran techo de paja, donde el viento silva y juega en libertad gracias al diseño realizado por Gabriela Múnera Santos. Playas y casas paradisíacas como estas son pocas en el mundo.
En las noches de luna nueva puedes tomar un baño de plancton luminoso, verás cómo con el movimiento de tu cuerpo en el agua, el plancton produce estrellas en el mar. Baños mágicos en medio del terror de la pandemia.
Así es esta región mágica donde también puedes encontrar la Isla de los Pájaros, un pequeño islote adonde llegan cada tarde miles de aves marinas en busca de un rincón para dormir.



*Editora, poeta, traductora y crítica literaria (Cúcuta, Colombia, 1961), es la Coordinadora de la Colección poética, Un libro por centavos, de la Universidad Externado de Colombia.


